Por Guillermo Ceballos Serra
Desde 2020 el
mundo no es lo que solía ser, ni será lo que esperábamos que fuera. Analistas y estudiosos de diversas
disciplinas acuñaron el término “nueva normalidad” (new normal) y se explayaron
sobre los contenidos de dicho concepto.
La realidad es
que el mundo ha demostrado ser mucho más dinámico y creativo que lo que se
imaginaba. Esencialmente porque cada país ha experimentado diferentes
situaciones y el grado de apertura de sus economías permite distintas
velocidades de respuesta frente a los cambios.
Está claro
que la nueva normalidad no será una reedición de la vieja normalidad con alguna
cosmética. Será una variedad de efectos en buena
medida no anticipados. Ejemplo de ello, son algunas de las situaciones que está
experimentando la economía estadounidense, una de las más rápidas en velocidad
de reacción ante nuevos acontecimientos.
Recientemente,
pretendí alquilar un vehículo en la ciudad de Detroit y devolverlo en una
ciudad del interior del estado de Michigan. El resultado fue la absoluta
imposibilidad de hacerlo, solo podía alquilar el automóvil si lo devolvía donde
lo había alquilado por la escasez de vehículos. Increíble, pero Detroit, la
cuna mundial de la industria automotriz carece de vehículos suficientes.
Puesto a
investigar las razones de este problema, las mismas residen en unos pequeños
elementos: Chips. Hay chips en casi todos los dispositivos eléctricos que
utilizamos, teléfonos computadora y obviamente automóviles y cientos de
artículos que ni imaginamos.
Las cuarentenas
generaron cierres de empresas y fábricas, por lo que la producción de chips
cayó drásticamente con la consiguiente acumulación de pedidos. A esto hay que
sumar el cierre de puertos de Asia, por donde pasa un altísimo porcentaje de
los productos electrónicos dejando miles de contenedores sin movimiento.
Obviamente las
automotrices tienen su cuota de responsabilidad por haber cancelado pedidos por
la misma razón, el cierre de sus fábricas. La industria automotriz producirá
entre 2 y 5 millones de automóviles menos este año. Digamos que se está frente
a una situación extrema de crisis en la cadena de suministro que puede llevar
de 6 a 12 meses para normalizarla.
El mismo
fenómeno se da en otras industrias. La emblemática Apple con el lanzamiento de
su IPhone 13, prácticamente imposible de conseguir en una tienda en todo el
país. Sus ventas son online con entregas prometidas dentro de un plazo de
aproximadamente 3 semanas. También es obvio decir, que cuando se lanzó el
IPhone 13 el pasado mes de septiembre, la situación ya era conocida.
Los problemas de
suministro de chips no se resolverán a corto plazo. Pat Gelsinger, CEO de Intel,
sostuvo que "el equilibrio entre la oferta y la demanda no se producirá
hasta 2023", manteniendo previsiones anteriores. No quedará mas remedio que
esperar.
Otra
consecuencia inesperada es la falta de mano de obra disponible para las
empresas de todo rubro y tamaño.
La pandemia pegó
drásticamente en el empleo. Entre febrero y abril de 2020, la cifra de
desempleados subió de 5.700.000 hasta 23.110.000, alcanzando una tasa de
desempleo de casi el 15%. Gradualmente fue recuperándose en el empleo en 2021,
pero ni remotamente en la medida esperada, al punto tal de que, no solo no se
cubrieron las vacantes existentes sino también se produjeron renuncias masivas
totalmente inesperadas. La ola de renuncias presenta la paradoja que en país
hay aún más de 9 millones de personas desempleadas, según cifras del
departamento del Trabajo correspondientes a mayo.
De acuerdo con
datos de la U.S. Bureau of Labor Statistics (Oficina de Estadísticas Laborales
de EE. UU.), 4 millones de estadounidenses renunciaron a sus trabajos en julio
de 2021. Las renuncias se han mantenido
altas desde entonces, mientras que el ablandamiento de los confinamientos ha
permitido la apertura / creación de casi 11 millones de puestos trabajo. La
pregunta del millón es ¿Qué está sucediendo?
Según el artículo
de Ian Cook publicado en Harvard Business Review [i],
a) las tasas de renuncia son más altas entre los empleados a mitad de
carrera. Los empleados entre 30 y 45 años han tenido el mayor aumento en
las tasas de renuncia, con un aumento promedio de más del 20% entre 2020 y
2021.
b) Las
renuncias son más altas en las industrias de tecnología y atención médica.
En general, las
tasas de renuncia eran más altas entre los empleados que trabajaban en campos
que habían experimentado aumentos extremos en la demanda debido a la pandemia,
lo que probablemente provocó un aumento de la carga de trabajo y el
agotamiento.
Estas tendencias
resaltan la importancia de adoptar un enfoque basado en datos para determinar
quién tiene mayor riesgo de rotación, por qué las personas se están yendo y qué
se puede hacer para prevenirlo.
No obstante, la
profunda investigación realizada, la simple observación permite ver en el día,
en diferentes estados, que no son solo los que se encuentran a mitad de sus
carreras ejecutivas o profesionales de las industrias tecnológicas, son también
aquellos de posiciones no muy calificadas, simplemente ignoran las ofertas de
trabajo que se publicitan.
A modo de
ejemplo, la cadena de restaurantes Applebees, coloca en la factura “¡Estamos
contratando para todas las posiciones! No se requiere experiencia. Full o part
time”. Mc Donalds, ofrece un “signing bonus” de 200 dólares y 15 dólares la
hora y restaurantes similares ofrecen hasta 21 dólares la hora, cuando en
prepandemia eran 9 a 12 dólares.
Empresas con personal más calificado, bancos por ejemplo, también
prestan servicios con cita previa, no por precaución del Covid, sino por la
carencia de personal para atender a todos los clientes que visitan sucursales y
no usan los canales digitales.
Comercios,
restaurantes, gimnasios, grandes tiendas se ven obligados cerrar
anticipadamente porque no cuentan con personal para cubrir dos o tres turnos.
Muchos dueños de pequeñas de empresas familiares vuelven a las tareas de sus
origines porque no logran captar las personas que necesitan y porque no pueden
competir por quienes tienen más espalda económica.
Aquí podemos
claramente percibir dos conceptos que constituyen las dos caras de una
moneda. El Mercado de Trabajo: constituido por ofertas de empleo de las
empresas en cierto momento y en cierto lugar y el Mercado de Recursos
Humanos: integrado por el conjunto de individuos disponibles, aptos para el
trabajo, en cierto momento y en cierto lugar.
Ante la
diferencia ostensible entre la demanda y la oferta de ambos mercados, se
recurre a una expansión artificial del mercado de recursos incurriendo en
muchas veces en mayores costos. Sea aumentando sensiblemente los salarios para
pagar por un servicio más de lo que vale, contratando personal sub-capacitado,
absorbiendo las empresas el costo de completar su formación, realizando horas
extras o reincorporando personal retirado que muy feliz vuelve a estar activo.
Es muy difícil
interpretar un universo tan disímil de probabilidades por las que una persona,
renuncia o se abstiene de tomar un nuevo empleo.
Algunas de las
razones pueden ser en primer lugar el agotamiento mental y físico de ciertos
trabajos esenciales prestados en la pandemia que convivieron con la primera
línea frente a enfermos o con todo tipo de gente, con el riesgo y la angustia
de eventuales contagios.
Otro factor ha
sido la creatividad humana, me refiero a la gran cantidad de gente que
descubrió vocaciones que jamás habría considerado y emprendido un camino que
solo era posible en un entorno de excepcionalidad.
El
descubrimiento del home office, tanto para empresas y colaboradores, donde
otrora las tareas no podían ser sino presenciales y hoy la realidad ha
demostrado que efectivamente existían muchas mas alternativas a la hora de la
prestación de un servicio.
También puede
existir un grupo de gente que, habiendo atesorado, aprovechando generosas
prestaciones sociales de la pandemia, se tome algunos meses sabáticos
practicando el famoso “wait and see” hasta que exista mayor claridad en las
mentes sobre lo que se busca en a nivel propósitos personales y en los
mercados.
Los mayores
salarios y beneficios favorecerán a los que tradicionalmente ocupan puestos
menos especializados, pero un punto que las empresas deben definir, son los
niveles de flexibilidad que ofrecerán a sus trabajadores, primero incomodos con
el trabajo desde el hogar, pero finalmente perfectamente adaptados. ¿Será el
grado de flexibilidad un driver esencial a la hora de elegir un empleo? o ¿será
simplemente la falta propuestas de empleo atractivas la razón de tantas
vacantes?
Estos son
simplemente una mínima muestra de nuevos desafíos de altísimo impacto a nivel
global.
¿Cómo estamos
por casa? Creo que en general, en asegurar la continuidad de los negocios. Las
problemáticas locales están a años luz de las globales, sin agenda oficial en
lo político y económico, es prácticamente imposible pensar a mediano
plazo. Es necesario pensar por uno
mismo y descubrir las tendencias que están en desarrollo.
¿Qué significa
esencialmente la nueva normalidad?
Esencialmente la
búsqueda de sentido individual y colectivo (¿revalorizando a V. Frankl?), una exigencia
de mayor certeza en la información disponible, una creciente necesidad de resocialización
y distención, tanto comunitaria como individual y una visión positiva del futuro,
donde el esfuerzo sea percibido como progreso para un modo de vida mas humano.
La nueva
normalidad deberá pivotear sobre el valor real de las cosas, apalancar los negocios
en los pilotes de la nueva normalidad y si hay que
esperar por un nuevo IPhone, se esperará y aceptaremos que se puede vivir
perfectamente con el modelo disponible.