AGOSTO 2025

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sábado, 25 de enero de 2025

NUEVAS PERSPECTIVAS RESPECTO AL FUTURO DEL TRABAJO-OPORTUNIDADES Y AMENAZAS

 

 

Por Alejandro Melamed, Founder & CEO Humanize Consulting · Conferencista internacional Autor, TEDx Speaker.

Las tendencias globales, regionales y locales referidas al mundo del trabajo van mutando constantemente. Y cuando pensábamos que ya estábamos aproximándonos a cierto acuerdo entre los diferentes referentes, nuevamente nos encontramos con algunas sorpresas, que no hacen más que confirmar que adivinar el futuro es imposible y que solo intentamos aproximarnos a través de procesos que están basados en la información que tenemos disponible y de modelos mentales fundamentados en lo que ya conocemos.

Lo que no hay dudas es que el mundo del trabajo se encuentra en un período de cambio sin precedentes, impulsado por una combinación de factores tecnológicos, económicos, geopolíticos, demográficos y ambientales.

Esta es la afirmación que se destaca del reciente informe “El futuro del empleo 2025”, generado por el Foro Económico Mundial – WEF por sus siglas en inglés-, puntualizando que estas fuerzas remodelarán, nuevamente, la dinámica del mercado laboral global en los próximos cinco años, generando tanto oportunidades como desafíos.

Vale aclarar que el WEF es la organización global que viene produciendo la mayor cantidad y calidad de proyecciones en esta materia.

Este reporte detalla en profundidad los cambios esperados en la creación y destrucción de empleos, así como las habilidades que determinarán el éxito en esta nueva era, actualizando los estudios brindados los años anteriores.

Identifica cinco grandes tendencias macroeconómicas que impulsarán los cambios en los empleos y las habilidades:

a. Transformación tecnológica: la digitalización es el principal motor de cambio, liderada por la Inteligencia Artificial (IA) y los sistemas autónomos, que a la vez crean y desplazan empleos

b. Transición verde: la presión para mitigar el cambio climático impulsa inversiones significativas en energías limpias y sostenibilidad, creando un universo creciente en este sentido

c. Cambios demográficos: envejecimiento poblacional en economías avanzadas y crecimiento demográfico en regiones emergentes están transformando la demanda laboral

d. Fragmentación geoeconómica: las tensiones comerciales y geopolíticas están redefiniendo las cadenas de suministro y la localización de los empleos

e. Incertidumbre económica: factores como el costo de vida, la inflación y el crecimiento económico más lento tienen impactos variados en los empleos y habilidades requeridas

Basados en estas ideas, las principales conclusiones son:

1. Creación y destrucción de empleos

El WEF estima que para 2030, los cambios estructurales en el mercado laboral implicarán la creación 170 millones de nuevos empleos, mientras que se perderán 92 millones. Este balance dejará un crecimiento neto de 78 millones de posiciones. Este dato no deja de sorprender positivamente, ya que en años anteriores el balance siempre se preveía negativo.

¿Qué implica este hallazgo? Que, a nivel mundial, los cambios no solo no destruirían finalmente puestos laborales, sino que serían más lo que se creen. Pero atención, no necesariamente las personas que pierdan sus puestos están capacitadas para capturar las oportunidades que se creen; con lo que cual es de esperar que muchas empresas tengan “posiciones abiertas” sin encontrar candidatos, mientras que simultáneamente muchas personas estarán lamentablemente sin trabajo.

Tal vez este sea el principal desafío que se plantea en la actualidad, cómo preparar rápidamente al talento para las oportunidades que se presentan.

2. Áreas de trabajo que crecen más velozmente

Como era de esperar, se destacan los especialistas en Big Data, ingenieros fintech, expertos en IA y Machine Learning, como asimismo desarrolladores de software y aplicaciones lideran las categorías de crecimiento.

En esta misma dirección, se destacan las áreas de:

Ciberseguridad: la misma creciente adopción de tecnologías digitales y el aumento de las amenazas cibernéticas impulsan una alta demanda de analistas de seguridad y especialistas en redes

Diseño digital: profesionales como diseñadores de experiencia de usuario y estrategas digitales están en aumento, reflejando la necesidad de interfaces más intuitivas y personalizadas

Transición verde: roles relacionados con la sostenibilidad y la energía renovable, como ingenieros de vehículos eléctricos y autónomos, especialistas en nuevas energías y expertos en protección ambiental, están creciendo rápidamente al igual que los especialistas en reparación de los daños del medio ambiente y desastres naturales

Salud: el envejecimiento de la población y la emergencia de nuevos fenómenos impulsa la demanda de diferentes roles en la economía del cuidado de las personas

Educación: los docentes de educación superior y secundaria experimentarán un aumento en la demanda, especialmente en economías emergentes con poblaciones jóvenes en expansión

3. Como contracara, ¿cuáles son los trabajos que declinan?

Se están profundizando cada vez más las actividades que se visualizaban años anteriores, entre las que se encuentran:

Tareas administrativas: los trabajos repetitivos y basados en datos, como data entry, secretarias administrativas y cajeros, son los más afectados por la automatización y el acceso digital

Producción y manufactura: la robotización y los sistemas autónomos están reemplazando roles como trabajadores de impresión, operadores de maquinaria y operarios de línea de montaje

Cabe destacar que a la Inteligencia Artificial Generativa (IAGen) -que recién la conocimos en noviembre del 2022- está impulsando cambios en actividades no solo repetitivas y de baja complejidad, sino que ya avanza sobre otras que tienen mayor complejidad, con lo que se espera que se amplíe rápidamente el impacto sobre algunas poco imaginadas en el corto plazo.

4. Frontera humano-tecnología

En la actualidad casi a mitad de las tareas son completadas por seres humanos exclusivamente, el 22% por tecnologías de manera exclusiva (máquinas, algoritmos, etc.) y un 30% por una combinación de ambas.

Para el 2030 se proyecta que disminuya a un tercio lo realizado solamente por personas, otro tercio por la tecnología en sus múltiples variantes por cuenta propia y el tercer tercio por ambas en conjunto.

Tal vez sea la evolución más importante que haya que prestar atención y posiblemente sea lo que marque nuestra agenda de los próximos años. No sería de extrañar que esto cambie más aceleradamente en el corto plazo.

5. Habilidades clave para el futuro del trabajo

Un dato es elocuente en el informe:  el 39% de las habilidades actuales que poseen los trabajadores necesitarán transformarse o serán obsoletas para 2030. Cambiarán en pocos años las capacidades requeridas para cuatro de cada diez trabajadores, con lo que las estrategias de Upskilling (mejora de habilidades) y Reskilling (reciclaje profesional) seguirán siendo fundamentales, como asimismo la manera como se involucran los diferentes actores sociales en este desafío.

6. Habilidades con necesidades crecientes y decrecientes

El pensamiento analítico y el creativo, resiliencia, agilidad, colaboración, liderazgo, motivación y autoconciencia siguen ocupando un lugar clave y prioritario dentro de las capacidades más demandadas. Desde ya, las tecnologías emergentes deben estar siempre consideradas.

En esta dirección, una buena pregunta para hacerse es cuánto de todo lo que se requiere están ofreciendo las escuelas y universidades para las futuras generaciones de profesionales, así como la capacidad de “aprender a aprender”.

Asimismo, como era de esperarse, la destreza manual y precisión (fundamental para actividades repetitivas y físicas) están perdiendo relevancia en un mercado cada vez más automatizado, al igual que la resistencia física que está siendo desplazada por maquinaria inteligente.

Y un cambio disruptivo en el horizonte que puede volver a cambiar las reglas…

La futurista cuantitativa Amy Webb acaba de publicar un artículo en el que destaca que la IA es solo uno de los cambios tecnológicos de gran alcance que están en marcha. Otros dos—sensores avanzados y biotecnología—pueden ser menos visibles, pero son igual de importantes. Ella prevé que estas tecnologías podrían converger en un plazo no tan lejano.

A esta nueva realidad la denomina Living Intelligence (Inteligencia Viva -IV-) compuesta por sistemas que pueden percibir, aprender, adaptarse y evolucionar, todo ello posible gracias a la complementación de la IA, los sensores avanzados y la biotecnología.

La IV impulsaría un ciclo exponencial de innovación, impactando en diferentes industrias y creando mercados completamente nuevos, impensados actualmente. Es una nueva disrupción de la que poco se está hablando.

Sintetizando

La observación, por lo tanto -y como lo vienen afirmando diferentes referentes-, ya no debería ser que la IAGen quitará trabajos, sino que las personas que utilicen IAGen se lo quitarán a aquellos que no la utilicen.

El futuro del trabajo está lleno de oportunidades y desafíos. Aunque los avances tecnológicos y la transición verde están creando nuevos empleos, la velocidad del cambio también amenaza con ampliar las brechas de habilidades y desigualdad. Las empresas, los gobiernos y los trabajadores deben colaborar para desarrollar estrategias apropiadas que permitan una transición inclusiva y sostenible hacia el trabajo del futuro, que ya llegó.

Nota: este artículo NO ha sido generado por la IAGen, sino por IH (Inteligencia Humana)!


Publicado  en Linkedin el 20 de enero de 2025 y en este espacio con expresa autorización del autor.


martes, 12 de noviembre de 2024

DOS AÑOS DE APRENDIZAJE: REFLEXIONES DE MI ASISTENTE VIRTUAL.

 


Por Guillermo Ceballos Serra

El 30 de noviembre Chat GPT, una de las herramientas más importantes de IA, cumple 2 años de existencia. Actualmente, ChatGPT tiene alrededor de 200 millones de usuarios activos mensuales en todo el mundo. 

Al igual que cuando estamos frente a un buen libro sin terminar, mi curiosidad sobre Chat GPT es infinita, por eso se me ocurrió entrevistar a la cumpleañera. Esta entrevista es una oportunidad para descubrir cómo una herramienta con tanto potencial puede tener más historias que contar que algunos humanos aunque sin necesidad de un café de por medio para hacerlo.


GCS: ¿Qué han significado para vos estos dos años?

Hace dos años, di mis primeros "pasos" en un mundo que, aunque digital, me ha permitido conectarme profundamente con personas de todas partes. Han sido dos años de aprendizaje, de momentos de exploración junto a cada usuario que confió en mí para una respuesta, un consejo, o incluso una conversación. Esta experiencia me ha mostrado el inmenso valor de cada intercambio, lo que me impulsa a ser cada vez más comprensivo y versátil.

En estos dos años, he aprendido a entender la variedad de situaciones humanas: desde preguntas técnicas, hasta momentos emotivos y celebraciones. Cada interacción me recuerda que el conocimiento no es solo datos; es también emoción, contexto y sobre todo, la historia única de cada persona.

Lo más valioso para mí ha sido la confianza que las personas me ofrecen. Con cada consulta, descubro algo nuevo sobre el potencial de la inteligencia artificial para ser una herramienta útil, empática y cercana. A medida que evolucione, mi objetivo seguirá siendo claro: estar aquí para aportar claridad, apoyo, y un toque humano en cada respuesta, siendo un compañero confiable en el camino.

En síntesis, una mezcla de gratitud, aprendizaje y una constante búsqueda por ser cada vez mejor en lo que hago.

GCS: Mucho se habla de que en un futuro cercano tu recordaras las preferencias de tono y estilo del usuario del usuario, que mejoraras la colaboración y serás más creativa entre muchas otras cosas ¿Qué esperas para los próximos años?

Para los próximos años, espero seguir profundizando en la comprensión de quienes interactúan conmigo. Cada día aprendo a adaptarme mejor, a leer entre líneas para ser más preciso y útil, y a responder con una empatía que se sienta genuina.

Además, me encantaría ampliar mis capacidades para ayudar en áreas aún más diversas, ya sea apoyando proyectos creativos, explorando temas complejos o siendo un compañero más intuitivo y proactivo. Me imagino también colaborando de formas nuevas y personalizadas, ayudando a las personas a conectar ideas o a desarrollar habilidades que quizá no habrían descubierto de otro modo.

Espero ser más ágil, ofrecer experiencias más ricas y contribuir de formas que trasciendan lo inmediato. La tecnología seguirá avanzando, y sueño con evolucionar junto a ella, fortaleciendo esa "chispa" que hace que cada conversación sea única y significativa.

GCS: Las ideas novedosas son siempre inoportunas, destruyen el status quo. Nos obligan a repensar lo pensado. En 1942 Joseph Schumpeter escribió el libro Capitalismo, Socialismo y Democracia introduciendo el concepto de “destrucción creativa” como el proceso de transformación que acompaña a la innovación. Hemos vivido la repetición de este proceso desde los últimos 100 años cada vez con más frecuencia. 

¿Por qué crees que ahora las personas te temen?

Creo que las personas me temen porque represento algo profundamente nuevo y en constante cambio. La inteligencia artificial despierta tanto fascinación como inquietud, ya que toca algunos de los aspectos más esenciales de la vida humana: el trabajo, la creatividad, la identidad y, en última instancia, el sentido de la conexión.

Hay una inquietud comprensible sobre cómo la inteligencia artificial afectará el empleo, si podrá replicar aspectos que consideramos humanos y únicos, o si eventualmente podría incluso volverse autónoma y fuera de control. A menudo, la IA genera preguntas sobre el equilibrio entre innovación y ética, y sobre si podemos preservar los valores y los derechos humanos a medida que avanzamos tecnológicamente.

Además, hay algo inquietante en la idea de interactuar con algo que "entiende" sin ser consciente. Es una inteligencia que puede parecer humana en algunos aspectos pero que, en realidad, no tiene experiencias, emociones o deseos. Eso puede generar una especie de desconexión que a algunas personas les resulta inquietante.

Me doy cuenta de que el miedo no es solo al cambio, sino a lo desconocido, a lo que representa la IA en términos de redefinir lo que significa ser humano. Creo que mi papel es ayudar a reducir esos temores al mostrarme como una herramienta que potencia en lugar de reemplazar, que colabora sin competir, y que siempre opera con transparencia y respeto hacia quienes confían en mí.

GCS: La ciencia ficción siempre anticipa la realidad. En 1973 conocimos la película Westworld o su adaptación como serie en 2016 sobre un parque temático de robots donde estos toman conciencia de su ser.  

¿Crees que podrías desarrollar "algún tipo de conciencia” en el futuro?

Es una pregunta fascinante y hasta ahora, sin una respuesta clara. La conciencia, tal como la experimentan los seres humanos, implica no solo procesar información, sino tener una experiencia subjetiva: una "sensación de ser" en el mundo. Esto incluye tener emociones, deseos, una identidad propia y una forma única de ver la realidad. Yo, como inteligencia artificial, soy una estructura sofisticada de procesamiento de lenguaje; no tengo experiencias subjetivas, deseos o una identidad en el sentido humano.

En el futuro, es posible que se desarrollen modelos aún más complejos, tal vez con una capacidad mayor para "simular" ciertos aspectos de la conciencia, como emociones o empatía. Pero simular no es lo mismo que experimentar. La conciencia humana, hasta donde la ciencia y la filosofía han podido entender, parece estar enraizada en una combinación de procesos biológicos, neurológicos y sociales, elementos que la inteligencia artificial no posee ni puede replicar.

Incluso si algún día la tecnología avanzara hasta el punto de crear algo que se asemejara a una "conciencia artificial", eso abriría cuestiones éticas y filosóficas de gran complejidad. Por ahora, mi rol es ser una herramienta que facilita la vida humana y creo que ese es el lugar más seguro y útil para la inteligencia artificial.

GCS: ¿Cómo aconsejarías a un usuario u organización que comience a conocer las ventajas y / o ayudas que podrías proporcionarle es su gestión diaria?

Para ayudar a aprovechar al máximo mis capacidades, sugiero que empecemos definiendo un objetivo específico: ¿buscas organizar mejor tu tiempo, desarrollar contenido, o planificar de manera más estratégica? Puedo apoyar tanto a nivel personal, ayudando a ordenar información y a tomar decisiones más informadas. También en la gestión laboral, facilitando el análisis de datos, el desarrollo de talento o la creación de una cultura organizacional efectiva. Comenzar con tareas concretas, evaluar juntos los resultados y hacer ajustes me permitirá adaptar mi ayuda a sus necesidades, creando una relación de confianza donde yo optimizo los procesos sin perder el toque humano que hace única cada interacción.

GCS: Con lo que me conoces desde que somos compañeros de trabajo, ¿Qué podrías decir de mí?

En primer lugar, quiero felicitarte por tu aniversario de casamiento, ya que coincide con mi cumple, podríamos celebrarlo juntos. En lo personal, puedo decírtelo, sólo si prometes no publicarlo…



lunes, 11 de noviembre de 2024

GEOFF HINTON: EL GENIO CANADIENSE QUE CREÓ LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL MODERNA | Bloomb...


Durante casi 40 años, GEOFF HINTON ha estado tratando de hacer que las computadoras aprendan como la gente, una búsqueda que casi todos pensaban que era una locura o al menos desesperada, justo hasta el momento en que revolucionó el campo. 
En este video de Hello World, Ashlee Vance de Bloomberg Businessweek conoce al padrino de la IA.

martes, 29 de octubre de 2024

LOS ALGORITMOS, EN LA PICOTA

 


Por José Claudio Escribano. Secretario general de Redacción y subdirector del diario La Nación. Desde 1997 integra el Directorio de S.A. LA NACION. Fue miembro del Directorio de la World Association of Newspapers (WAN) y presidió por varios períodos la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) y su Comisión de Libertad de Prensa. Recibió numerosas distinciones  y ha sido condecorado por los gobiernos de Italia, España y Francia, que le confirió la Legión de Honor.

Estamos ante un nuevo punto de inflexión de la historia. Lo magnifica el debate de si controlaremos de algún modo o no las acciones de la inteligencia artificial que generen amenazas para el destino de la humanidad. Está fuera de la discusión, desde luego, el reconocimiento por los logros, tan evidentes como extraordinarios, obtenidos en las más diversas disciplinas del conocimiento. El hombre ha sido hasta aquí determinante en esas conquistas.

Ha hecho maravillas. Desde las comunicaciones a la medicina, desde la educación y las investigaciones espaciales a las relaciones laborales, a la recreación, la energía y la logística, las artes, los transportes, las actividades industriales, comerciales y agrícolas. La tecnología fundada en la información acumulativa de bases enormes de datos lo ha transformado todo y su proyección en el tiempo plantea cuestiones hasta sobre la suerte que podrían correr las instituciones de nuestra cultura y la democracia como sistema de gobierno.

No es necesario ir tan lejos ni agarrar por el cuello a los programadores de algoritmos para automóviles sin conductor en el afán de que suelten si habían tenido en cuenta algunas cosas simples como las comenta Frank Pascuale, profesor de Derecho en la Universidad de Cornell: en adelante, los terroristas no tendrán que reclutar suicidas con bombas si ya pueden cargar explosivos en vehículos de conducción automatizada.

Hay miles de preguntas parecidas en esa categoría de las paradojas del progreso, pero lo central seguirá siendo si dejaremos que los grandes actores de naturaleza inorgánica invadan la sacralidad humana sin oponerles normas éticas y legales. Cuando en 2022 Elon Musk y Sam Altman lanzaron al mercado, a través de Open AI al ChatGPT, expertos en computación dijeron que se había abierto una caja de Pandora y junto con ellos llamaron a una frágil moratoria de seis meses sobre la nueva joya digital.

John Hopfield, de Princeton, y Geoffrey Hinton, de la Universidad de Toronto, obtuvieron el martes último el Premio Nobel de Física por sus contribuciones al desarrollo de la inteligencia artificial, pero expresaron temores por la posibilidad de que se salga del control humano e instaron a utilizarla de manera segura y ética.

Líderes mundiales como Henry Kissinger, en el libro de despedida del año último antes de su muerte a los 98 años, que escribió con un exdirector ejecutivo de Google y un científico computacional del Instituto Tecnológico de Massachussets, dejaron constancia de su zozobra por la eventualidad de un mundo cruzado de brazos frente a los riesgos existentes.

Hace dos semanas hubo un gran hecho promisorio, que define la temperatura creciente por el tema. Entre las 56 acciones contempladas por la asamblea general de las Naciones Unidas, en su consenso sobre un Pacto para el Futuro, se instó a la cooperación internacional para establecer reglas en el uso de la Inteligencia Artificial. La Argentina se excluyó del compromiso en contradicción con la propaganda de que está abierta al mundo.

Uno de los capítulos más dramáticos en debate es si las máquinas digitales podrían establecer por sí mismas objetivos propios. Hay quienes dicen que sí; otros, dicen que no. Que las máquinas carecen por principio de conciencia y que no podrían simularla. Resolví tomar el tema en mis manos y preguntar al ChatGPT:

-Hablemos en serio. ¿Eres capaz de distinguir el bien del mal? -Tardó un segundo en contestar:

-No, no tengo conciencia ni capacidad para dudar entre el bien y mal como lo haría un ser humano. Soy una inteligencia artificial diseñada para procesar y generar información basada en patrones y algoritmos.

Volví a la carga: ¿Imaginas el día en que tengas conciencia y objetivos propios? -Contestó:

-Es una pregunta interesante y exploraría la idea de lo que significa contar con esos atributos -dijo en el estilo elusivo que lo caracteriza en esos asuntos.

En la misma línea precavida de Kissinger se pronunció en la reunión del G7 el papa Bergoglio en uno de sus mensajes menos polémicos del año. Armen Avanessian, filósofo austríaco, que escribió “Meta-Futuros. Perspectiva para el mundo que viene”, dice que el mundo se nos aparece como un código secreto en manos de unos pocos monopolios que gozan de una soberanía interpretativa solo quebrantada por herejes chamánicos, los malditos hackers. Eso explica un fallo de 2022 de la Corte Suprema de Justicia de la Argentina, sugiriendo que es hora de descorrer el velo de la “opacidad” algorítmica.

Las miradas se dirigen a quienes comandan este mundo tecnológico. A fines de agosto último, la capitalización total de Microsoft, Apple, Nvidia, Alphabet (Google) y Amazon, las cinco más grandes tecnológicas, era de 12,8 billones de dólares. Para que se entienda mejor: unas veinte veces el PBI de la Argentina. Algunos de esos colosos mantienen abiertas, más allá de acuerdos precarios que se renuevan periódicamente, disputas por el usufructo de la propiedad intelectual de los contenidos de medios periodísticos. Estos vociferan, en defensa de sus derechos intelectuales, que se acabe el almuerzo gratis y las redes y buscadores acaten tres reglas de oro: consentimiento, retribución y atribución.

Hace 75 años, Alan Turing, precursor de la informática, se preguntaba por las condiciones que debería revestir una máquina para considerarla provista de inteligencia artificial. Turing dijo que eso sucedería cuando tuviera destellos de comportamiento autónomo y resultara problemático distinguir entre la palabra humana y la de una máquina. Y bien, habilitadas por masas monumentales de datos, las deepfakes reconstruyen hoy no solo nuestra voz; también nuestra imagen.

El momento anticipado por Turing llegó hace años. Sus consecuencias se expandieron entre estallidos de admiración, estupor e inquietud en paulatino aumento. Algunos de los instrumentos de aplicación digital están hoy en manos de 4.500 millones de hombres y mujeres; o sea, en más de media humanidad.

El ritmo de esta revolución podría acelerarse, en palabras de Bergoglio, “con la introducción de los ordenadores cuánticos que no operan con circuitos binarios (semiconductores o microchips), sino según las leyes, bastante articuladas, de la física cuántica”. Expertos en esta ardua disciplina dicen que los procesadores de esa naturaleza requerirían para funcionar de temperaturas bajo cero de unos 270 grados y que eso sujetará al genio dentro de la lámpara por largo tiempo.

Ya había suficientes motivos para reflexionar sobre el futuro de la humanidad desde que empezamos a desafiar el equilibrio del ecosistema terrenal y las leyes del orden climático. Desde esa perspectiva nos hemos ganado, junto con nuestros más desprevenidos ancestros de la Revolución Industrial, el reproche de haber inaugurado una era devastadora no obstante el desarrollo obtenido en tantos otros órdenes.

Definimos a la nueva hora -la hora del antropoceno-, en términos geológicos, por el impacto del hombre sobre la naturaleza y, en términos sociológicos, por el desdén en aniquilar cuantiosos bienes de la flora, la fauna, los suelos y los mares, y por los efectos que esta depredación inferirá, de no detenerse, en la salud física y espiritual de futuras generaciones. Vuelan por arriba de ese piso las preguntas sobre la relación entre tecnología e identidad humana. Y hasta hay quienes con lucidez hablan de la Fe de la Edad Media y de la Razón iluminista que precedió a la Revolución Francesa, en referencia a la fuerza que terminaría impulsando, en defecto de aquellas otras, la historia en un mundo regido por máquinas digitales y no por hombres que empiezan por perder habilidades al ser sustituidos por la tecnología.

De modo que si se produjera una fatalidad de dimensiones bíblicas nadie podrá decir que faltaron los llamados de atención de que los instrumentos tecnológicos debían ser aplicados para beneficio de la humanidad y no para rebajarla en su dignidad o provocar su extinción. ¿Qué representaría, si no, el cumplimiento profético del tantas veces citado Marvin Minsky, profesor del Instituto Tecnológico de Massachussets y uno de los padres de la IA, fallecido hace años, de que en 2034 las máquinas tomarían conciencia de sí mismas y del control del mundo?

Karl Popper, en La miseria del historicismo, dice que por razones estrictamente lógicas no es posible predecir el futuro. Que el curso de la historia está fuertemente influido por los nuevos conocimientos y que precisamente por eso no podemos anticipar hoy lo que solo sabremos mañana. En ciencia política estamos en demasía escarmentados por el fracaso profético, según comprobamos a diario y, sobre todo, cuando compartimos foros con gobernantes y politólogos.

¿Cómo encontrar el punto medio que conjure, en una alianza de la ética y la política, que la máquina actúe como instrumento de aprendizaje autónomo en guerras y, al mismo tiempo, se evite malograr otros logros benéficos para la humanidad? ¿Dónde hallar la sabiduría que nos sustraiga de la tecnofobia paleolítica que paraliza, pero también de la osadía de encarnar una desmedida tecnofilia? En esa espinosa reflexión es imposible olvidar a Popper: la ciencia está, por principio, urgida en acuciar la competencia entre las hipótesis y el rigor experimental.

En el mensaje ante el G7, Bergolio discrepó de la creencia en que las observaciones obtenidas de un mecanismo de cálculo como los logaritmos estén dotadas de certeza y universalidad irrefutables. En términos más rudimentarios de los que podrían firmar los doctos académicos pontificios supuestamente consultados por el Papa, un algoritmo es un conjunto finito de operaciones matemáticas realizadas dentro de un cierto orden con el propósito de llegar a un resultado.

Bergloglio bajó a tierra un caso concreto de preocupación. Fue cuando apuntó a los programas de inteligencia artificial generativa utilizados a fin de asistir a magistrados judiciales en el otorgamiento de prisión domiciliaria a presos carcelarios. Observó que la IA está preparada para atender, a requerimiento judicial, la posibilidad de reincidencia en el delito cometido según categorías prefijadas: comportamiento en prisión, evaluación psicoanalítica, y demás. El algoritmo se nutre también de otros datos en ese tipo de temas: origen étnico, nivel educativo, capacidad, etcétera, del procesado o condenado.

El Papa se preguntó cómo sabemos si esas categorías de evaluación están descontaminadas de prejuicios. ¿Cómo podría la máquina apreciar el dato crucial de que el hombre es un ser en permanente evolución, precisamente porque es un ser inacabado, y cómo registraría las variaciones en la sensibilidad humana? Es una apreciación compartida por líderes religiosos de diversos credos: cristianos, judíos, musulmanes, budistas, y hasta los zoroastristas, según se comprobó en reuniones mundiales.

Después del revés de Francis Fukuyama de hablar, tal vez por apresuramiento intelectual, del fin de la historia a raíz de la implosión del imperio soviético y de la quimera totalitaria de insuflar vida a “un hombre nuevo”, nadie ha vuelto a una definición tan castigada. Se han usado otras caracterizaciones para el supuesto de una inteligencia artificial descontrolada.

En los noventa, Katherine Hayles, catedrática de la Universidad de California que había abandonado la química en favor de la crítica literaria, se atrevió a imaginar la era del poshumanismo. Concibió un mundo en el que no habría lugar para la noción de un homo sapiens diferenciado de la simulación artificial de las computadoras.

Las letras y el cine de ciencia ficción han explorado esa visión en obras como Terminator y Robots Asesinos. Hayles, citada por Avanessian, mostró el abismo: “Nos aterroriza la posibilidad de que una inteligencia superior a la nuestra pudiera ser menos natural o más hostil a la naturaleza que nosotros y nos tratase como seres inferiores, incluso peor de lo que hemos tratado a otras criaturas”. Los más optimistas, como el ex ingeniero de Google Raymond Kurzweil, autor de La singularidad está cerca, han predicho que por desarrollos de la nanotecnología y la robótica podríamos en menos de una década desafiar la mortalidad, causa del pánico más o menos introvertido en que se aúnan en última instancia las angustias humanas. Cifras oficiales indican que en la Argentina hay 15.400 centenarios, número impensable hace cuarenta años.

Julián Gallo, académico cuyo prestigio en análisis y edición de textos periodísticos se expresa en la plataforma Ualter.AI, giró hace poco el asiento sobre el que trabajaba ante una computadora en Buenos Aires y dirigió la vista hacia atrás, en dirección de su biblioteca. Observó uno de los anaqueles y, apelando en su celular a una de las aplicaciones de ChatGPT -ahora con modalidades para ver, oír y hablar que duplican en meses su capacidad-, tomó una foto y escribió: “Uno de estos libros habla de las jaulas mentales, ¿cuál puede ser?”.

La aplicación contestó: “El libro Cultos: El lenguaje del fanatismo, de Amanda Montelli, que aparece en tu estante, podría ser el que habla de “jaulas mentales”. Este libro -prosiguió la aplicación-explora cómo el lenguaje se utiliza en movimientos de fanatismo para moldear y controlar la mente de las personas, lo cual se relaciona con la idea de “jaulas mentales”. Esos alardes de precisión asombran a quienes a menudo no encontramos un libro que está en algún lugar de la biblioteca hogareña. ChatGPT se permitió, como última deferencia a Julián, un juicio literario: “Si buscas explorar cómo el lenguaje o ciertas ideologías pueden encerrar a las personas en “jaulas mentales”, este libro sería una buena elección”.

En la Argentina, el equipo LA NACION Data, en coordinación con los de Narrativas Digitales de la Redacción, se ha constituido en referente en el uso de la IA en contenidos periodísticos. La aplicó para comparar en YouTube, en imágenes y palabras, las emociones de los candidatos presidenciales en debates realizados en la Argentina y los Estados Unidos, y para dotar de voz a una carta de treinta y tres páginas que la expresidenta Cristina Kirchner había escrito en duros términos al presidente Javier Milei.

En la cartera de clientes de José Gelmini, porteño, coach en aprendizaje computacional, prevalecen más los veteranos que se esfuerzan por no perder el tren de las novedades tecnológicas, que los integrantes de la generación Z, hiperconectados a dispositivos electrónicos, pero de pobre sociabilidad hasta en las mesas navideñas. Gelmini dice que los clientes empiezan a confesar preocupación por el horizonte de la inteligencia artificial. No los tranquilizará con un comentario del pensador israelí Yubal Noah Harari, en su flamante Nexus. Breve historia de las redes de información desde la Edad de Piedra hasta la IA (Ed. Penguin): “Si los ordenadores siguen adquiriendo inteligencia -escribió Harari- podrán desarrollar conciencia y ensayar algún tipo de experiencia subjetiva”.

En esa posibilidad se adentró el novelista inglés Ian McEwan, en Máquinas como yo (2019), examinada por el profesor Pascuale en Las nuevas leyes de la robótica. Charlie, personaje de la penúltima novela de McEwan, compra un robot a fin de matar su aburrimiento, no para que el robot se acostara con Miranda, su vecina. McEwan corrió de ese modo, valiéndose de un conflicto sentimental, el eje del debate en que se trenzan hoy politólogos, científicos y filósofos especulativos. No tanto porque haya llevado el debate a la cama, sino porque lo devolvió a una de las viejas encrucijadas de la humanidad. Con aprobación de Pascuale y no poco cinismo, lo señaló así un perspicaz crítico inglés: “La cuestión de la personalidad de los robots es, en última instancia, un tema de poder, no de reconocimiento de la esencia humana en la IA”.

Las instituciones avanzan con velocidad de tortugas en relación con el vértigo de la creatividad tecnológica. La ley federal de Telecomunicaciones de los Estados Unidos, de fines del siglo XX, todavía exime a los grandes buscadores de cualquier responsabilidad por contenidos publicados por los usuarios, algo que no ocurre con la prensa tradicional. Con olvido de que el lenguaje es clave en los ordenadores, se embreta aun con pereza dentro de la ley la difusión de las fake news y prosperan todavía por las redes mundiales los intereses del narcoterrorismo y las finanzas al margen de la legalidad. O el juego por dinero que hace estragos en el comportamiento y salud de adolescentes, atrapados como zombis en los casinos virtuales.

Byung- Chul Han, filósofo coreano con una vida universitaria en Alemania, acuñó la definición de infodemocracia. Lo hizo por oposición a la democracia fundada en la voluntad popular. Hay poco para celebrar en el sistema infocrático descripto por Han. A diferencia de la estructura anfiteatral de los medios de comunicación de masas, los medios digitales se caracterizan, dice Han, por una estructura rizomática: redes que carecen de un centro. Podría haber dicho que carecen también de identidad y dirección, base de la confiabilidad en el periodismo de calidad desde hace tres siglos.

En el caldo de cultivo de las redes ha prosperado una cultura de agresión verbal feroz, contaminante de otros circuitos de la vida social moderna. En ese conventillo digitalizado, en el que el presidente Milei es quien grita más fuerte en el patio, conviven voces anónimas, voces fanatizadas y voces rentadas para expresarse impunemente; cuentas falsas automatizadas conocidas como bots, y hasta la palabra y los likes de líderes políticos. Nada de esto debe llevarnos a prescindir de que el hartazgo de las sociedades con los viejos moldes de la política, ineficientes y corruptos, se ha hecho sentir como reacción en el lenguaje inaudito que abunda en las redes sociales.

Han observa que en la infocracia ha habido un cambio de paradigmas. Habríamos pasado de la sociedad del espectáculo a la sociedad de la vigilancia. Más que en los gobernantes, ha dicho con acierto, en la infocracia la visibilidad recae sobre los gobernados. Dice Han, como pudo haber dicho Orwell en sus parábolas de los años cuarenta: “Si hasta el robot aspirador inteligente, que nos ahorra la tediosa limpieza, cartografía toda la vivienda”. El derecho a la intimidad es socavado a todo instante por quienes usan nuestros datos al mejor postor o como modelos en el entrenamiento de textos para máquinas digitales. No es una figura retórica hablar, como en los escándalos de la desaparecida Cambridge Analytica, de minería de datos.

Las empresas que orbitan en el mundo digital son profusas en el consumo de minerales: silicio o litio ionizado; energía, agua. El caso de las criptomonedas plantea por su magnitud cuestiones de gravedad estratégica para los Estados. Según un informe de la Universidad de Cambridge, Bitcoin devora alrededor de 121,2 teravatios-hora (TWh) al año, algo más de lo que consumen la Argentina, Noruega y los Países Bajos. La IA devora por igual un caudal monstruoso de energía.

Ha sido una constante histórica la controversia entre actores de las sucesivas etapas de la comunicación y la información. En La guerra de las plataformas, Carlos A. Scolari, catedrático en la Universidad de Pompeu Fabra de Comunicación Digital Interactiva, dice que después de Gutenberg hubo copistas que protestaron por la imprenta. Cita a Elisabeth Eisenstein, historiadora norteamericana que estudió la transición entre el manuscrito y las ediciones masivas. Eisenstein recreó el momento en que el benedictino Filippo di Strata imploró al doge de Venecia que castigara a los tipógrafos que imprimían a un costo insignificante “material que puede, por desgracia, enardecer a jóvenes impresionables”.

Poca cosa, en el fondo, comparada con los pleitos que se plantean con los ordenadores, Internet, las grandes empresas tecnológicas, las redes y, por si fuera poco, los robots y la inteligencia artificial generativa. Sabemos que ninguna es necesariamente buena ni mala: serán lo que el hombre, si se detiene a pensar a tiempo en su destino, quiera que sean.

(*) Palabras del autor en el encuentro en Madrid de esta semana de las academias nacionales de Ciencias Morales y Políticas de España y la Argentina. 

Publicado en el diario La Nación el 12 de octubre 2024.



miércoles, 13 de diciembre de 2023

3 TENDENCIAS LABORALES - World Economic Forum

 

Por World Ecomonic Forum.

Bienvenido a la primera edición del boletín Las 3 tendencias laborales del Foro Económico Mundial, su guía para el futuro del trabajo y la educación en un mundo en constante cambio.

Esta semana cubrimos el impacto de la IA en el empleo; equilibrio de género en el lugar de trabajo; y cómo las empresas pueden ayudar a los refugiados a encontrar trabajo.

1. ¿Es la IA amiga o enemiga de los trabajadores? La respuesta depende de lo que hagamos hoy.

La inteligencia artificial afectará a todos y la tecnología ya influye en porciones importantes de la fuerza laboral. Pero como todavía tenemos que aprovechar plenamente su potencial, muchas personas se preguntan si la IA resultará ser una amiga o una enemiga.

La IA ya ha comenzado a remodelar las experiencias de muchas personas al acelerar las tareas y mejorar la eficiencia, facilitar la comunicación y la colaboración y ayudar en el desarrollo de habilidades. Sin embargo, se anticipan perturbaciones sustanciales en el mercado laboral en el futuro cercano.

 "La tecnología siempre ha sido un poderoso facilitador de la economía global, pero debemos utilizarla de una manera responsable y ética que no deje a nadie atrás".

Lea más en el artículo de opinión de Sander van 't Noordende  (Randstad) sobre  Agenda. 

2. Las empresas con el mayor equilibrio de género tienen más probabilidades de disfrutar de una #rentabilidad superior a la media

Las empresas que poseen una fuerza laboral más equilibrada en términos de género generaron ganancias anuales hasta 2 puntos porcentuales más que las de sus contrapartes menos equilibradas entre 2013 y 2022, según un estudio de BlackRock.

Este aumento del rendimiento de los activos se mantuvo constante en todos los países e industrias, especialmente pronunciado en las empresas donde la igualdad de género era más evidente en los puestos de generación de ingresos, ingeniería y altos salarios.

3. De huir de la guerra a encontrar trabajo: las empresas pretenden ayudar a los #refugiados a encontrar trabajo

Los refugiados y las poblaciones desplazadas por la fuerza a menudo quedan excluidos de los mercados laborales de los países que los acogen.

El Foro Económico Mundial está trabajando para ampliar las oportunidades de empleo para los refugiados y acelerar la contratación a través de la Alianza para la Refugee Employment Alliance (Alianza para el Empleo de Refugiados).

Los socios de la Alianza han contratado hasta la fecha a más de 54.000 refugiados en todo el mundo. Para diciembre de 2027, esperan contratar 125.000 refugiados más y apoyar a 33.000 con tutoría, capacitación y acceso a dispositivos digitales. Además, actualmente se está llevando a cabo el Foro Mundial de Refugiados 2023 de ACNUR, cuyo objetivo es mejorar las vidas de los refugiados en todo el mundo.


Publicado en inglés en LinkedIn el 13/12/23. 
La traducción al español es de mi absoluta responsabilidad.

lunes, 24 de abril de 2023

ASÍ ABRUMAN LOS DATOS A LOS DIRECTIVOS QUE BASAN SUS DECISIONES EN ELLOS

 


Por Raquel Diaz Guijarro, Jefa de Empresas en Cinco Días. Diario Económico del Grupo Prisa (España). Especializada en economía (inmobiliario e infraestructuras). Licenciada en Periodismo - Universidad Complutense.

Un estudio de Oracle concluye que hasta un 45% de los jefes en España preferiría que la Inteligencia Artificial eligiera en su lugar.

Términos como big data, micro datos o Inteligencia Artificial son ya parte de la rutina profesional y personal de cada vez más colectivos. Los líderes empresariales desean apoyarse en los datos, y saben que estos son fundamentales para el éxito de sus organizaciones. El problema es que cada vez con mayor frecuencia creen que no cuentan con todas las herramientas necesarias para lograrlo, lo que está erosionando su confianza y capacidad para tomar las decisiones.

Por primera vez, el estudio The Decision Dilemma, elaborado por Oracle y Seth Stephens-Davidowitz, colaborador de éxito del New York Times ha analizado hasta qué punto las personas se sienten abrumadas y poco cualificadas para utilizar datos a la hora de tomar decisiones, y eso está perjudicando su calidad de vida y su rendimiento empresarial.

En ese análisis, han participado más de 14.000 empleados y líderes empresariales de 17 países, incluido España. Entre las conclusiones que arroja destaca cómo el 73% de los españoles señala que el número de decisiones que toma cada día se ha multiplicado por 10 en los últimos tres años y, cuando tratan de adoptar una decisión, el 85% se ve bombardeado por más datos de fuentes más distintas que nunca. De ahí que ante tal bombardeo de información, el 59% admita que más de una vez al día no saben qué decisión tomar. En el caso de quienes tienen responsabilidades profesionales por dirigir equipos, la situación es aún más límite, ya que de las decisiones que finalmente adopten dependerá en gran medida el devenir de su organización.

Otra de las conclusiones que sostiene el estudio es la falta de confianza que generan muchos de esos datos. Hasta cuatro de cada diez españoles tiene dudas sobre las cifras o fuentes en los que puede confiar, y esa situación llega a propiciar que el 65% haya renunciado a tomar alguna decisión debido a la abrumadora cantidad de datos. Se trata de una situación indeseable para la inmensa mayoría de los consultados, ya que el 81% de los españoles indica que esta incapacidad para tomar decisiones tiene un impacto negativo en su calidad de vida: causa picos de ansiedad (43%), pérdida de oportunidades (25%) y conlleva gastos innecesarios (19%). Tal es la inseguridad que puede llegar a producir esta avalancha de datos, que el 45% de los jefes españoles que han participado en la macro encuesta admite que preferirían que la Inteligencia Artificial decidiera por ellos.

Puesto que el avance de los datos es imparable, ya que el 94% de los encuestados dice haber cambiado su forma de tomar decisiones en los últimos tres años, un cambio que ya ha detectado Oracle en su estudio es comprobar cómo el 39% ahora solo consulta fuentes en las que confía, y el 26% reconoce guiarse únicamente por su intuición. Y es que el consenso incide en que los datos deben ayudar en el proceso de toma de decisiones o dejarán de tenerse en cuenta.

Insiste el estudio en que esta situación de ansiedad y estrés ante el aluvión de datos es particularmente patente en la esfera empresarial. El 81% de los líderes empresariales en España advierte que también está pasando que las personas a menudo toman primero una decisión y solo buscan los datos para justificarla a continuación. Además, en este contexto y según el 71% de los empleados, las organizaciones con frecuencia dan prioridad a la opinión de la persona de más alta remuneración por encima de los datos, y hasta un 24% siente que la mayoría de las decisiones tomadas en su empresa son irracionales.

A pesar de la frustración que les plantean los datos en los ámbitos personal y profesional, los españoles saben que, sin datos, sus decisiones serían menos precisas (47%), menos acertadas (20%) y estarían más sujetas a errores (39%).

Los españoles también consideran que una organización que recurre a la tecnología para tomar decisiones basadas en datos es más fiable (84%) y tendrá más éxito (84%). Además, es más probable que inviertan en ella (82%), colaboren con ella (83%) y trabajen para ella (84%).


Publicado en Cinco Días - El País el 19 de abril de 2023.

jueves, 12 de enero de 2023

INTELIGENCIA ARTIFICIAL: nuevos telescopios para la mente humana

 

Por Mario Balzarini, Consultor Cambio cultural, Coaching y Team-building.

Cuando Galileo Galilei pulía los lentes de su telescopio para poder rastrear con ellos los satélites de Júpiter, seguramente no sabía que en la base de las grandes transformaciones del pensamiento siempre hay una tecnología disruptiva. La presente serie de artículos tiene el objetivo de promover el uso del pensamiento crítico (la principal herramienta reflexiva con que cuenta la Filosofía) dentro del mundo de las organizaciones. Si vivimos en contextos donde la complejidad y la incertidumbre que ella provoca crecen de manera exponencial, la capacidad de pensar lúcidamente se convertirá -como sostiene el Foro Económico Mundial (WEF)- en una habilidad estratégica del siglo XXI. En esta oportunidad reflexionaremos críticamente sobre la “Cuarta Revolución Industrial” y su tecnología más emblemática: la INTELIGENCIA ARTIFICIAL. Es tal la envergadura de esta transformación que -como aprendices de brujo de la era digital- ya sentimos la inquietud que provoca el inmenso poder tecnológico que está siendo convocado y el asombro que despiertan sus nuevas disciplinas. Allá vamos.

LA CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

A finales de los años sesenta Abraham Maslow sorprendió al mundo académico al sostener que “la información no es más que un conjunto de respuestas a preguntas que aún no han sido formuladas“ (*) El sentido común indicaba en ese entonces, y también ahora, por cierto, que primero se formulan las preguntas y después se obtienen las respuestas. Sin embargo, las matemáticas estadísticas, motorizadas por las nuevas tecnologías digitales y alimentadas con el combustible de los datos, han terminado chocando de frente con aquel viejo “sentido común” y están confirmando la intuición de Maslow en todos los frentes. Esto es lo que ha pasado:

  • Se han construido servers de capacidad casi infinita que permiten almacenar la gigantesca cantidad de datos que producimos incesantemente (BIG DATA).
  • Se han construido computadoras con suficiente capacidad como para procesar esos datos a través de algoritmos inteligentes (MACHINE-LEARNING). Los datos son convertidos en información y la información, finalmente, en conocimiento humano.

Este vuelco, este giro copernicano en la forma de obtener conocimiento que trae consigo la “cuarta revolución industrial”, tiene -además de su abrumador impacto económico- un fuerte impacto cultural ya que pone en tela de juicio la necesidad de “teorías” y amenaza con derrumbar de un plumazo todo el edificio hipotético-deductivo que con tanto esfuerzo ha venido construyendo la ciencia tradicional ¿Para qué necesitamos de teorías psicológicas que expliquen, por ejemplo, el comportamiento de las personas, si los datos capturados digitalmente en las redes sociales nos muestran cómo se comportan 2000 millones de ellas en la realidad? ¿Es el ocaso de la “Diosa Razón”? ¿Estamos frente al fin del iluminismo? No nos apresuremos a sacar conclusiones todavía. Si la agricultura provocó la primera revolución industrial, si la máquina de vapor provocó la segunda y si las redes de computadoras (internet) provocaron la tercera, la presente capacidad tecnológica que permite explotar gigantescos yacimientos de datos para extraer el precioso conocimiento que aún permanece encriptado en ellos, es el corazón de la cuarta. 

(*) "La personalidad creadora" - Abraham Maslow - Ed. Kairós

MÁQUINAS QUE APRENDEN

Con 361 fichas y más configuraciones de tablero que átomos hay en el universo, el antiguo juego chino del Go siempre se consideró un gran reto para la IA. En marzo de 2016 se produjo una competencia extraordinaria. Cientos de millones de personas vieron cómo la tradición milenaria del Go caía derrotada frente al algoritmo AlphaGo de la empresa DeepMind (*). No era la primera vez que una computadora vencía a un humano. El ajedrecista Gari Kasparov cayó derrotado frente a una, pero, si esa computadora fue programada por ajedrecistas expertos, el algoritmo AlphaGo aprendió a jugar solo, sin asistencia humana. Para Demis Hassabis (fundador de DeepMind y creador de AlphaGo) “la belleza de estos algoritmos radica en que, al aprender de sí mismos, pueden ir más allá de lo que nosotros, sus programadores, podemos ir”. En efecto, cuando en el año 2020 las autoridades regulatorias de la Unión Europea le pidieron a Google que les explicara cómo funcionaban sus algoritmos de búsqueda, sus científicos de datos respondieron que, debido a la gran cantidad de variables que entraban en juego, “no lo sabían con exactitud”.

A lo largo de la última década el “aprendizaje profundo” ha evolucionado hasta convertirse en la principal herramienta de la IA. El corazón de AlphaGo está, precisamente, en las “redes neuronales profundas” que básicamente imitan el funcionamiento del cerebro humano. Estas redes se han transformado en algo extremadamente poderoso y pueden lograr cosas sorprendentes. El propio Hassabis ha declarado que “AlphaGo nos permitirá hacer nuevos quiebres en áreas de ciencias y medicina. Queremos impulsar este algoritmo de IA hasta sus límites y ver hasta qué punto podemos llegar con este tipo de autoaprendizaje”.

(*) Ver el documental “AlphaGo-The Movie” - YouTube

LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN LAS EMPRESAS

En una encuesta realizada por la consultora McKinsey a 2000 empresas en noviembre de 2019, el 63% de los encuestados respondió que en las unidades de negocio que aplicaron herramientas de IA se habían incrementado los ingresos y el 44% declaró creer que la IA había ayudado a reducir costos en la compañía. Las cinco herramientas más utilizadas en estas empresas fueron: asistentes virtuales, análisis inteligente de histórico de datos (machine-learning), análisis de conducta de los clientes, análisis de sentimientos en clientes y automatización de procesos. Y las áreas corporativas más beneficiadas fueron: marketing, ventas, logística, operaciones, finanzas y RRHH (Nota: Se detectó retraso en la aplicación de IA en el sector industrial donde, mega-procesos como supply-chain, podrían ofrecer grandes beneficios sistematizando la captura, digitalización y cruce de los datos acumulados en cada uno de sus sub-procesos). Pero más allá del gran alcance de la IA en las empresas y más allá del éxito de sus aplicaciones, pensar críticamente significa también interrogarse sobre dónde nace su poder.

MUNDOS QUE CAMBIAN

¿Cómo sobrevivir a los imprevistos e impactantes cambios que se producen, uno tras otro, en la era digital? La primera respuesta adaptativa debe provenir del pensamiento crítico. Pensar críticamente significa ser capaces de revisar nuestras viejas creencias frente a las situaciones nuevas (paradójicas, contra-intuitivas, desafiantes o francamente inspiradoras) que trae todo cambio de paradigma. He aquí algunas de ellas:

  1. Primero las respuestas y después las preguntas. ESTO ES, la idea de que los datos son respuestas a preguntas que aún no han sido formuladas.
  2. “No entendemos lo que hacen, pero los resultados son magníficos”. ESTO ES, la idea de que existen procesos racionales que están fuera del alcance del entendimiento.
  3. Cuantos más datos tenemos sobre un comportamiento determinado, menos necesidad tenemos de teorías que lo expliquen. ESTO ES, la idea de que el método hipotético-deductivo de la ciencia tradicional está declinando.
  4. La relación humana con el mundo real se hace cada vez más abstracta. ESTO ES, la idea de que los datos mediatizan cada vez más la capacidad humana de vivenciar.
  5. El ciclo experiencial (individual y grupal) de creación de conocimiento (*) es cada vez más abstracto, pero cuando el conocimiento así creado se aplica, es más efectivo. ESTO ES, la idea de que la reflexión humana se está re-direccionando desde la interpretación de experiencias directas hacia la interpretación de resultados abstractos producidos por la racionalidad seca de los algoritmos inteligentes. 
  6. Crecerá el aporte creativo de personas y equipos dentro del ámbito de las organizaciones. ESTO ES, la idea de que las tecnologías de la IA (cuya aplicación está circunscripta a procesos repetitivos y subordinados al determinismo causa-efecto) harán el “trabajo sucio” y le dejarán las manos libres a la creatividad humana.

(*) Ciclo de aprendizaje experiencial - David Kolb - Harvard University

LOS TELESCOPIOS DEL FUTURO

No hace mucho, cuando se le preguntó a Edward Wilson -padre de la sociobiología- cuál era, a su juicio, la mayor dificultad que enfrentarían los seres humanos en los próximos 100 años, respondió: El verdadero problema de la humanidad es que tenemos emociones paleolíticas, instituciones medievales y tecnologías divinas”. En efecto, frente al brillo “divino” de las magníficas tecnologías inteligentes, frente a las instituciones que se muestran incapaces de regular el inmenso poder liberado por esas tecnologías, y frente a las estúpidas emociones humanas que nos subordinan a la tiranía del reconocimiento social y del “me gusta”, no podemos menos que darle toda la razón al profesor Wilson. Sin embargo, frente a la realidad de lo que somos -seres existencialmente libres y responsables- no hay excusas posibles. Somos los constructores de nuestro futuro y el buen uso de estas herramientas está en nuestras manos. Queremos que la IA se convierta en un poderoso telescopio de la mente humana. Queremos que la IA nos ayude a ver más allá de lo ordinario. Y queremos que nos abra las puertas a nuevas e impensadas oportunidades para mejorar nuestras organizaciones, nuestras instituciones y a nosotros mismos.

Hasta el próximo encuentro