AGOSTO 2025

viernes, 15 de agosto de 2025

DEL APLAUSO A LA HOGUERA: EL RIESGO DE INNOVAR

 


Por Guillermo Ceballos Serra

La innovación siempre es bienvenida… mientras no cambie nada

En un mundo de velas, traer una idea brillante puede ser motivo de celebración… o de ejecución pública. Pero la historia nos recuerda que quienes se atrevieron a encender la luz —aunque incomodara— fueron los que hicieron avanzar a todos. Innovar exige más que creatividad: exige valentía para sostener la chispa cuando todos quieren apagarla.

La resistencia al cambio no es enemiga de la innovación, es su prueba de fuego. Es el momento en que la idea deja de ser cómoda y empieza a ser transformadora. Ahí es donde el innovador debe decidir si se adapta para agradar o persiste para avanzar. Porque toda verdadera mejora rompe, de algún modo, la rutina que la precede. Y en ese cruce entre lo nuevo y lo conocido, se define si la luz será faro para el futuro o simple destello olvidado.

Existe una paradoja: muchas veces, quienes más se benefician de la innovación son los mismos que inicialmente la combaten. La incomodidad que genera el cambio suele ser proporcional al impacto positivo que traerá más adelante. Por eso, un innovador no solo lidia con la inercia del sistema, sino también con la mirada corta de quienes aún no pueden imaginar el valor que vendrá.

Al final, innovar no se trata solo de inventar algo distinto, sino de tener la fortaleza para sostenerlo cuando los demás aún no lo comprenden. La historia favorece a quienes fueron señalados como locos antes que a quienes se conformaron con seguir la sombra. Porque la luz incomoda… hasta que se vuelve indispensable.

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