FEBRERO 2024

martes, 30 de marzo de 2021

LA PROPUESTA DE VALOR. ¿ME ESTOY PONIENDO EN TUS ZAPATOS?












Por Guillermo Ceballos Serra

Las buenas ideas, son incompatibles con la exclusividad.  Si dos personas tienen una manzana cada una y una se apodera de la manzana de la otra, el resultado es que uno tendrá dos manzanas y el otro ninguna. Pero si dos personas, tienen una buena idea cada una y una o ambas personas se apoderan de la idea de la otra, el resultado es que ambas contarán de dos ideas cada uno. Las buenas ideas, son incompatibles con la exclusividad. 

Sería muy tonto no aprovechar una buena idea simplemente porque no es propia. Adicionalmente, no deberíamos ruborizarnos por hacerlo.

Siempre pensé desde nuestra función de gestores de talento (o RRHH si prefieren), debíamos tomar, incorporar o simplemente robar ideas de otras ciencias, en particular del marketing.

¿Qué es el marketing? «Marketing es la ciencia y el arte de explorar, crear y entregar valor para satisfacer las necesidades de un mercado objetivo con lucro. El Marketing identifica necesidades y deseos no realizados. Define, mide y cuantifica el tamaño del mercado identificado y el lucro potencial.» – Philip Kotler

El marketing busca la satisfacción de las necesidades del cliente.  Opera donde se libra la batalla por la preferencia del cliente.  

Incorporar ideas valiosas del marketing, no es novedoso. Desde que los marketineros inventaron el concepto de experiencia del cliente, al tiempo hemos desarrollado el concepto de experiencia del empleado y más aún; hemos lo hemos desarrollado, extendiéndolo al concepto de experiencia del candidato.

Luego de esta apropiación de ideas que nos ha dado tan buenos resultados, es tiempo de ir por otras. Ahora es el turno de la propuesta de valor.  Una propuesta de valor es una declaración que responde al “por qué” alguien debería hacer negocios con nosotros. Es una declaración que debe convencer a un cliente potencial de por qué nuestro servicio o producto será de más valor para ellos que ofertas similares de su competencia.

En nuestro modelo “apropiativo”, se trata de la propuesta de valor, en primer lugar, al candidato (ya lo incluimos desde un primer momento) y de la propuesta al empleado.

En el primer caso, se trata de “atraer” al candidato y el segundo, no se trata de retener al empleado, sino que la persona elija quedarse.

Atraer al candidato, no es sencillo, pero lo es más que lograr la elección diaria del empleado. Lo primero es simplemente un promesa, una expectativa que puede materializarse (o no) una vez ingresado a la organización.

La propuesta está integrada por varios ítems. Comenzando por la declaración misma, el proyecto y los objetivos a alcanzar.

A partir de allí, comienza la individualización de la propuesta. Se trata de cuál es la “misión” de la posición y de la razón de permanencia en la organización. En mi opinión, resulta uno de los factores esenciales de la elección recíproca de las partes.

Obviamente la posición debe contener ingredientes adicionales. El potencial desarrollo profesional, la propuesta económica, beneficios, el ambiente de trabajo y la cultura organizacional.  Esta última es justamente, el otro factor esencial, que constituye el ADN corporativo, que comprende el día a día, presente y futuro previsible de una organización.

La Propuesta de Valor para el Empleado (PVE) debe estar personalizada y segmentada por los diferentes roles y niveles. Una propuesta para los jóvenes profesionales estará enfocada en el desarrollo y crecimiento profesional, una cultura ágil, flexible, que permita experimentar y aprender del error, además de los beneficios de mayor impacto para este grupo.

Para profesionales más avanzados en sus trayectorias, podría incluir mayor estabilidad profesional, facilitar el reconocimiento más allá de los límites de la organización, un saludable equilibrio entre la vida familiar y la familiar.

Al definirse, deberá volcarse en una declaración de fácil comprensión por todos los colaboradores para que no duden en absoluto de que desean los colaboradores y que es lo que la compañía espera de ellos.

¿Cuál es el desafío para la organización?  Hacer para que nos sigan eligiendo una vez reunidos todos los ingredientes mencionados. El gran reto consiste en la capacidad de mantener esta propuesta de valor de modo continuo.  No al ingreso, sino durante todo el recorrido del empleado en la organización.

Obviamente no es fácil y quizás imposible mantenerla para todos los colaboradores. Pero no hay que olvidar que lo óptimo es enemigo de lo bueno. Tendremos que identificar a los más talentosos, los que tienen el potencial de hacer la diferencia y estar cerca de ellos. Cuidando los detalles, anticipando necesidades o expectativas, porque estas son dinámicas. El compromiso y la motivación pasan por distintos estadíos anímicos.

Como dice mi colega Miguel Premoli: “la motivación cambia de acuerdo al momento particular por el que atraviesa un individuo. En el caso de Juan la motivación podrá cambiar cuando se mude de la casa de sus padres, se case y tenga hijos que mantener, allí probablemente el sueldo y la estabilidad laboral tendrán un peso mucho mayor como factor de motivación. La teoría del polinomio nos da una visión de cómo interactúan y cambian los distintos factores de motivación de acuerdo a la persona que analizamos y del momento en que la analizamos”. [1]

Revisando el paper de McKinsey “The War for Talent” de 1998 decía: “Muchas empresas estadounidenses ya están sufriendo una escasez de talento ejecutivo. Tres cuartas partes de los funcionarios corporativos encuestados dijeron que sus empresas tenían “talento insuficiente a veces” o “carecían crónicamente de talento en el directorio”. No es sorprendente que los ingresos de las empresas de búsquedas de talento hayan crecido dos veces más rápido que el PIB en los últimos cinco años”.

La guerra o la competencia (si preferimos términos menos bélicos) por el talento, se ha incrementado exponencialmente desde entonces,  no solo por la escasez de los talentos más tradicionales, sino adicionalmente por los talentos aún más escasos de la nueva economía digital.  Entiendo que, a pesar de los avances, es tiempo que en las organizaciones nos preguntemos, con más profundidad e intensidad, ¿Qué esperamos de nuestros empleados? ¿Qué estamos dispuestos a ofrecer genuinamente? ¿Estamos dispuestos a mantener nuestro compromiso en toda circunstancia. 

¿Somos capaces de intentarlo?


[1] Miguel Prémoli. Motivación: La teoría del Polinomio. https://bit.ly/3deltB6


LO QUE LAS MUJERES EJECUTIVAS PUEDEN APRENDER DE UNA JOVEN CIENTÍFICA














Por Claudia Gioia, Managing Partner, Wenbrands Consulting (USA)

Siempre que tengo la oportunidad, durante mis largas horas de viaje a la oficina, disfruto escuchando WLRN (la radio de noticias pública en EEUU). Suelo hacerlo muy temprano o después de las 6 de la tarde. Sin embargo, en una ocasión tuve la grata sorpresa de encontrar un programa llamado Science Friday (Viernes de Ciencias).  En él, compartían una rica entrevista de una joven admirable, Amber Yang, quien fuera galardonada con el Premio al Joven Científico/a de la Fundación Intel. Me llamó la atención por muchas razones.  Primero, el proyecto que Amber presentó en la feria de ciencias con sus 17 añitos fue un programa para que los transbordadores espaciales evitaran ser estrellados por asteroides o desechos espaciales.

En palabras técnicas, "Seguimiento de nubes de desechos espaciales de múltiples órbitas utilizando el registro iterativo de puntos más cercanos con aprendizaje automático".  En segundo lugar, y muy cerca de mi corazón, es que Intel había sido un querido cliente mío durante varios años.  Sin embargo, lo que más me gustó de la entrevista fue que esta joven científica no sólo estaba impulsada por su amor por la ciencia, sino que también tenía una "causa" que la apasionaba.

Amber habló sobre lo duro que tuvo que luchar como niña en el mundo STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) para sacar a la luz sus ideas.  Sí, el mundo limpio y basado en evidencia de los futuros científicos de la generación Z era tan discriminatorio como la generación con la que Marie Curie tuvo que lidiar hace unos 100 años.

La causa de Amber es el empoderar a mujeres para que se unan al mundo STEM  y educar a la sociedad sobre cómo aún queda mucho por hacer sobre la inclusión de las mujeres, también entre los grupos “más inteligentes”.  No se trata sólo de los desafíos o los techos de cristal que enfrentaron las mujeres de generaciones anteriores, las nuevas generaciones también se enfrentan a esto.

Amber explicó que pudo atravesar este muro invisible de indiferencia con el apoyo de su madre, una ingeniera que también ha luchado con una resistencia similar.  Amber no solo tiene la suerte de tener una mente brillante y un corazón fuerte, sino también una madre sabia como mentora.
Me pregunto cuántas mujeres más habrían podido romper el techo de cristal si se hubieran beneficiado de una mentora inteligente y solidaria a su lado a lo largo de sus carreras.  No hace mucho tiempo en el trabajo, cuando se hablaba de programas de tutoría a nivel corporativo, la expectativa era tener un mentor que fuera mucho más experimentado que el aprendiz.  Luego, con la llegada de la revolución digital, el juego cambió y algunos valientes líderes de C-Level tuvieron que buscar a colegas más jóvenes como profesores. 

Al igual que en el mundo STEM, en el mundo empresarial de nivel ejecutivo, las mujeres son la minoría.  Según Forbes, el número de hombres en posiciones de liderazgo supera 17 veces a la cantidad de mujeres. Como grupo minoritario, las mujeres necesitan trabajar aún más para destacarse, para ser escuchadas y para asegurarse de que lo que dicen y hacen tenga un impacto.  Para aumentar su capacidad de persuadir, motivar e influir, las mujeres deben poder capitalizar sus atributos de personalidad y convertirlos en fortalezas y puntos de ventaja.

Las mujeres también pueden romper las barreras y la discriminación si toman la decisión consciente de ser más asertivas y francas.  Para las mujeres en la C-Suite, específicamente, las habilidades de comunicación pueden tener un impacto significativo en su efectividad, influencia y resultados comerciales.  Los estudios muestran qué, cuando se trata de habilidades de comunicación, las mujeres tienden a ser más emocionales, consideran muchas opiniones y, por lo tanto, tardan más en el proceso de toma de decisiones y, a menudo, tienen miedo de negociar o ser directas sobre lo que quieren.

Las mujeres tenemos una gran intuición, estamos naturalmente programadas para pensar, actuar e innovar.  Necesitamos aprovechar los entornos colaborativos donde se valoran más las habilidades de escucha y la empatía. Las mujeres también necesitamos tener más confianza y no pedir disculpas, no tener miedo de reconocer quiénes somos y qué aportamos.

Las que llegan a la cima - y permanecen allí - han trabajado extremadamente duro para superar muchas barreras, pero probablemente también se han nutrido y apoyado por muchas otras (y otros).

En las propias palabras de Marie Curie “La vida no es fácil para ninguno de nosotros¨.  Además de ser perseverantes y confiar en nosotras mismas, ser mentoras de otras mujeres y estar ahí la una para la otra completa a una mujer cómoda en su propia piel y en su rol de líder. Al igual que la madre de Amber estuvo ahí para ella.

miércoles, 24 de marzo de 2021

DECISIONES A CONTROL REMOTO













Por Luis Ruocco. Socio de Alioth Advisors, Profesor de Teoría de la Decisión (UBA). Master en Dirección de Empresas.

“Es un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad” – Neil Armstrong                      

Y un día, el hombre conquistó la distancia, el espacio.


Quiero invitar al lector a que me acompañe en un viaje desordenado, y por cierto sesgado, del último medio siglo.

El 20 de julio de 1969 el hombre puso un pie sobre la superficie lunar, este hito marcaría un importante logro en el desarrollo tecnológico, que tendría, en pocos años un impacto directo sobre nuestra vida, las comunicaciones, la informática y muchas de las máquinas que hacen más fácil nuestro día a día.

Durante mi infancia, en los años 70´, hubo una tecnología que tuvo una fuerte influencia en mi vida, la televisión. Recuerdo como mi madre me protestaba, la pantalla lograba un efecto hipnótico en mí. Si estaba frente al televisor, ya no había nada a mi alrededor, se podía caer el mundo y yo viendo “la tele”, sin enterarme.

Casi 50 años después todo cambió, hoy son otras pantallas las que generan ese efecto en mis hijos, y otra dinámica de contacto. En esta ocasión no me quiero detener en este cambio de pantallas, quedará para otro artículo. Esta vez, prefiero volver atrás, a esa TV blanco y negro, tan difícil de imaginar para mis hijos.

Eran tiempos de pocas opciones, sólo cuatro canales (con suerte cinco). En mi hogar y en el de mis amigos había un solo aparato y habitualmente estaba en la habitación de los padres.

Mis hermanos y yo esperábamos ansioso ese día de gripe en el que nos podíamos quedar toda la jornada acostados en la cama de nuestros padres viendo la tele.

Pero la experiencia era muy distinta, eran pocos canales, imágenes en blanco y negro, pocas horas al día y, para colmo, no teníamos control remoto. Todavía, el hombre no había logrado conquistar la distancia entre la cama y el televisor.

Todo esto hacía que tomáramos muy pocas decisiones, pocas alternativas, incomodidad para optar entre ellas y objetivos muy poco ambiciosos, queríamos ver la tele, los productores decidían por nosotros el contenido.

Así narrado, parecería que eran malas épocas para ver la tele, pero no lo eran. Vimos levantar la Copa del Mundo en el 78´, nos reíamos con el agente 86 y aparecieron los primeros programas infantiles.

Con los años, todo cambió. Hoy tenemos decenas de canales de televisión, múltiples plataformas de streaming y más de un televisor por hogar. Y podría seguir incorporando variables, más pantallas, más contenidos, más entretenimiento.

Nos enfrentamos a decisiones mucho más complejas, no más difíciles, pero si más complejas. A la misma hora queremos ver un partido de fútbol, retomar la serie que estábamos viendo y esa entrevista que promete ser muy interesante. Y para eso tenemos el control remoto y nos hemos vuelto expertos en zapping. Elegimos ver todo, pero vemos todo a medias. Ya no peleamos más por ver quien tiene que girar la perilla de ese viejo televisor blanco y negro, ahora todo queremos tener el mando, el mando a distancia (como dicen en casa de mi hermano en España).

La distancia ya no es un obstáculo para tomar decisiones, y a la complejidad la atacamos con recomendaciones cada vez que nos juntamos con amigos, “¡Tenés que ver Breaking Bad!”

Y que pasó en todos estos años con las decisiones en el mundo de las organizaciones. También nos tuvimos que acomodar a las circunstancias. En estos años hemos visto una enorme expansión de las comunicaciones y la administración de información.

El decisor tiene acceso a mayores volúmenes de datos, en menor tiempo. Puede acceder rápidamente a registros de decisiones del pasado y lo puede hacer por si mismo. Tenemos más y mejores herramientas para comunicar nuestras decisiones y para pedir opiniones. Podemos procesar cálculos más complejos y simular múltiples escenarios futuros. Hemos desarrollado y aprendido metodologías que nos allanan el camino.

¡Finalmente, el decisor ha alcanzado el tan anhelado Edén!

Y de repente, una pandemia. Meses encerrados. Ya no tenemos a nuestro equipo a metros de nuestro escritorio. Y descubrimos que estábamos lejos del paraíso.

¡Otra vez la distancia!

El año 2020 fue un año de aprendizaje en el que las compañías que lo lograron aceleraron sus procesos de digitalización. Le perdimos el miedo a “trabajar remoto” y descubrimos que podíamos estar cerca, estando lejos. Como especie, el ser humano incorporó nuevos hábitos, que seguramente lo acompañarán muchos años.

Pero no fue un camino fácil. En muchas organizaciones se paralizaron planes, se postergaron decisiones y se perdió talento. ¿Por qué?

Porque cambió el contexto, cambió de un modo que nadie esperaba, cambiaron las reglas de juego de un modo impensado, y enfrento al decisor a circunstancias nunca imaginadas.

El proceso decisorio es circunstancial, esto quiere decir que varía con nuestro contexto. También es un proceso de influencia, doble influencia. El decisor buscar cambiar su entorno a la vez que el contexto influye sobre él. Además, se trata de un proceso deliberado e intencional, el decisor debe ser capaz de interpretar la situación, tener claridad respecto de lo que quiere e imaginar cómo llevarlo adelante.

En el 2020, líderes de muchas organizaciones descubrieron que habían pasado a remoto y además habían perdido el control de la situación. El control remoto dejó de funcionar, se quedó sin pilas.

Debieron reaprender, como nunca, hubo que revisar el lado oscuro de la luna (de la decisión). Los datos en seguida se recuperaron, el método era conocido, las herramientas estuvieron ahí, pero no alcanzó. Esta nueva realidad expuso nuestras vulnerabilidades y el decisor descubrió, mejor dicho, redescubrió que hay algo más a la hora de tomar decisiones. Debemos reconocer y regular nuestras emociones, a la vez que interpretamos el impacto de estas en otros. La pandemia nos enfrentó a la peor de las distancias, la indiferencia.

¡Y no existe control remoto para la indiferencia!

Estoy convencido que en estos nuevos tiempos veremos triunfar a líderes que toman decisiones CON otros y no PARA otros. ¡Procesos decisorios impulsados por los valores!

En este proceso de cambio acelerado, muchas compañías han dado el primer paso, han transformado sus procesos y tecnología. Pero no alcanza.

Para superar los desafíos de los próximos años, la organización deberá abrazar una profunda transformación cultural, para finalmente recortar las distancias.

Se vienen tiempos de PROTAGONISTAS, líderes vulnerables pero conscientes de la trascendencia de su rol.

LOS 5 NIVELES DE AUTONOMÍA PARA ENTENDER EN QUÉ GRADO DE TRABAJO REMOTO ESTÁ SU EMPRESA

 













Por Guillermo Occhipinti. Conferencista y consultor. Profesor de maestrías y programas ejecutivos en UADE, San Andrés, Universidad 21.

Producto de la pandemia, 2020 provocó una verdadera revolución en la manera de prestar servicios. Para muchos puestos ya no fue necesario ir a lugar físico y, por causa de la cuarentena, obligadamente se forzó a un home office de gran alcance. Podríamos decir que en el laboratorio se experimentó una vacuna a las apuradas y con distintos grados de efectividad: quiénes pueden y quiénes no pueden pasar del trabajo sincrónico al asincrónico. Siempre que el negocio lo permita, ¿por qué vale la pena y qué niveles de maduración deben tener las empresas para lograrlo?

Matt Mullenweg, creador de Atomattic y del sistema de gestión de contenidos WordPress.com, lo explica en “los cinco niveles de autonomía”. Cabe aclarar que en 2017 logró demostrar que no era necesario poseer oficinas físicas, bajando las cortinas de su sede en San Francisco.

Nivel 0

Es el trabajo que no se puede hacer a menos que uno esté físicamente allí. Muchos asumieron que tenían muchos más de estos de los que realmente tenían. Negación.

Nivel 1

Allí se encontraban la mayoría de las empresas que no estaban preparadas para la crisis y que no hacían un esfuerzo deliberado para hacer que las cosas fueran compatibles con el trabajo remoto. La idea era posponer hasta que se regrese al “templo”, porque el trabajo ocurre en el equipo, en el espacio y en el horario de la empresa.

En el Nivel 1 de autonomía se encuentran la mayoría de las empresas que no estaban preparadas para la crisis y que no hacían un esfuerzo deliberado para hacer que las cosas fueran compatibles con el trabajo remoto

Nivel 2

Es donde muchas empresas se han encontrado en marzo de 2020. Aceptando que el trabajo va a suceder en casa durante un tiempo, recrean lo que estaban haciendo en la oficina en un entorno “remoto”. Todo sincrónico, mucha reunionitis. Ansiedad y temor en torno a si, en verdad, estamos trabajando.

Las empresas más desconfiadas, instalando un software de seguridad y buscando a través de un comité excusas varias, por ejemplo: “No queremos que te roben la información”. ¿Cómo impactó ello en el clima y el humor de la empresa? ¿Cuáles fueron los resultados de la reunionitis? ¿Aumentó la productividad? No, más bien generó burn out.

Nivel 3

Es un estadio superador: se invierte en equipos, en iluminación, sonido, entre otros. A su vez, los procesos asincrónicos empiezan a reemplazar las reuniones improductivas (casi todas); toma una especial atención la comunicación escrita, las videoconferencias vienen con deberes previos y revisión en tiempo real.

Las empresas que llegan a este nivel generan reuniones para compartir experiencias y conocerse cara a cara uno o dos veces al año.

En el nivel impera lo asincrónico: se evalúa el trabajo de las personas sobre lo que producen, no cómo o cuándo lo producen.

Nivel 4

Impera lo asincrónico (¿La revancha de los introvertidos?), se evalúa el trabajo de las personas sobre lo que producen, no cómo o cuándo lo producen. Se desarrolla en un grado muy significativo la confianza, aunque quizás se ralentiza un poco la toma de decisiones, pero alcanza mayores niveles de empoderamiento.

Se invierte en capacitación, coaching y las oficinas caseras son premium. Físicamente, vivís donde elegís vivir, obteniendo mayor bienestar. Con todos estos atributos, mejora la fidelización.

Nivel 5

No es totalmente alcanzable. Mullenweg lo denomina nirvana. Se genera cuando las personas aportan lo mejor de sí mismas y los niveles más altos de creatividad para hacer el mejor trabajo de sus carreras y simplemente divertirse, logrando bienestar y salud mental.

El deseo de ser autodirigido, un gran antídoto para no convertirse en un zombie part-time. Es decir, ese espacio de tu vida que le dedicas a tu profesión y que te genera vida, lo disfrutas y no te la pasas pensando en tus vacaciones, fines de semana y feriados. Es el nivel en el que te cuesta diferenciar, ahora estoy trabajando, ahora estoy viviendo. Todo es vida, el alma te pertenece las 24 horas del día.

¿Qué nos espera en 2021?

En mi investigación, el 68% de los entrevistados prefiere un blend (home & office). El estudio cualitativo demostró que ese porcentaje es alto porque muchos se quedaron en nivel 2, es decir terminaron trabajando más tiempo que en la oficina y no experimentaron la evolución.

Hay que hacer todo lo posible para que más empresas pasen de nivel 2 a nivel 3 y 4. El 16% añora volver al nivel 1, su amado espacio. Por último, otro 16% prefiere trabajar mayoritariamente desde el lugar que desee la persona.

¿Qué se está considerando hasta ahora? Muchas compañías ven el modelo blend como una oportunidad (los departamentos de capital humano con más empatía presentaron números con considerables ahorros y mayor atracción de talentos). El punto más fuerte para establecer un blend como metodología es que no se puede lograr la conexión emocional de un equipo solo trabajando a distancia. Compartir. En definitiva, 2021 será la búsqueda de la eficiencia en la distribución del trabajo.

Por último, les paso algunas innovaciones laborales que me han comentado al realizar esta investigación. Una persona negoció con su jefa para que pueda trabajar de noche porque consideraba que rendía más. Otra comparte el trabajo con su pareja, aunque esta última no está en nómina. Un emprendedor tercerizó su trabajo, es decir le paga el 70% de sus ingresos a otra persona y en ese tiempo disponible se está dedicando a un proyecto personal, obvio que la empresa no sabe nada. Y, por último, más de una persona está buscando trabajo fuera del país, tentadas por atractivos ingresos depositados en otros paraísos.

Las personas son liebres, las empresas (equipo, grupo o banda de personas) de todo, menos liebre. Para pensar. Lo vería como una oportunidad.

FLASH LABORAL ARGENTINA - Marzo 2021

Síntesis mensual de novedades laborales de Argentina. Para ampliar, cliquear en los 3 puntos y expandir.

HOMBRES, MUJERES. SIMPLEMENTE HUMANOS

 












Por Guillermo Ceballos Serra

“El ser humano es un fin en sí mismo” Immanuel Kant

Cuando me invitaron (1) a escribir sobre la situación de las mujeres a días del 8 de marzo, sentí que me habían puesto frente a un interesante desafío porque es un tema en algunos sentidos paradojal. Estamos frente a la problemática de como integrar plenamente a las mujeres en sociedad en plena igualdad; objetivo que, en mi opinión, intelectualmente comparte la gran mayoría de las personas en occidente (aunque culturalmente no termine de consolidarse), pero que, aun siendo compartido, genera acciones y reacciones que dividen en vez de integrar, inclusive entre mujeres.

No tengo una maestría en el tema que permita hablar con alguna autoridad académica. Puedo en cambio, compartir mi vivencia personal sobre el tema que, por cierto, nunca percibí de modo conflictivo. La sociedad está integrada por hombres y mujeres, naturalmente complementarios. Con los años tomé conciencia sobre una minoría de personas que no se percibe dentro de esas categorías.  También deben tener por derecho su lugar en igualdad.

Nací en una familia donde los de mi generación, formábamos una mayoría masculina casi absoluta. Como corresponde, la madre naturaleza lo compensó en la generación siguiente; en mi caso, la vida nos regaló dos hijas y pasé a aprender cada día de ellas y sus vivencias. En el primer embarazo. decidimos no conocer anticipadamente el sexo del bebé, pero si decidimos, que fuera cual fuera el sexo, lo/la educaríamos exactamente igual, sin distinción alguna.

Cuando mi hija mayor medía menos de un metro empezó a escuchar una frase continuamente, que luego fue repetida a su hermana menor: “No hay nada que no puedas hacer por ser mujer”. “No hay nada que no puedas hacer por ser mujer”.

Pocos años después, comenzó a escuchar la segunda idea, no una frase sino un concepto, aludiendo a que, estudiando y trabajando tendría independencia económica y podría tomar sus propias decisiones por eso, aunque tuviera hijos, tenía que seguir trabajando.

Hicimos que aprendieran un segundo idioma, porque el mundo se estaba achicando, las enviamos a un colegio mixto para que familiarizarlas a la convivencia y laico (no antirreligioso), para evitar esencialmente la noción de la culpa. No fue por cierto el modelo educativo que tuvimos, efectivo para nuestra época, pero no para la década del noventa que se iniciaba.

Ciertamente, no representaba un ideario “revolucionario”, pero para poner las cosas en contexto, cuando pensábamos y hablábamos de estas cosas, recién empezaba internet en los hogares, apenas había unos pocos celulares gigantes y por cierto no había aplicaciones para nada.

Mi esposa y yo, definimos estos temas sin haberlo analizado en términos de igualdad de género, sino intuitivamente, simplemente como padres que buscan que sus hijas puedan aprovechar o crear oportunidades para su desarrollo personal y profesional.  Sin tenerlo específicamente presente, intentábamos acortar para nuestras hijas, las brechas que aún persisten entre hombres y mujeres.

La igualdad de género es un derecho humano, significa que no hay roles específicos, ni una “descripción de puestos” para hombres y mujeres en la sociedad, (no hay nada que no puedas hacer por ser mujer), sino que hombres y mujeres tienen el derecho a acceder a las mismas oportunidades de desarrollo personal, educación e independencia financiera, sin otra limitante que su propia capacidad y esfuerzo invertido.

¿Cómo está la situación en el mundo?

El World Economic Forum emitió el Global Gender Gap Report 2020 (Informe mundial sobre la brecha de género), con datos del 2019, donde entre sus principales conclusiones sostiene: “A nivel mundial, la distancia media (ponderada por población) completada hasta la paridad es del 68,6%, que es una mejora desde la última edición. Hasta la fecha, todavía hay un 31,4% de brecha de género promedio que aún no se ha cerrado a nivel mundial. El aumento positivo de la media global la puntuación se traduce en varios países que avanzan hacia la paridad de género (aunque a menudo a un ritmo lento): 101 de los 149 países cubiertos tanto este año como el pasado año han aumentado sus puntuaciones”.

El World Economic Forum ha desarrollado el Global Gender Gap Index [1] (Índice Global de Brecha de Género) que fue introducido por primera vez por en 2006 como marco para capturar la magnitud de las disparidades de género y el seguimiento de sus progreso en el tiempo. 

El Index compara las brechas nacionales de género en base a: Oportunidades y Participación Económica, Logros educativos, Salud y Supervivencia y Empoderamiento Político. Cada uno de estos ítems requiere decisiones y acciones concretas en base a datos e información concreta y circunstanciada.

Hasta la fecha, ningún país ha logrado la plena paridad de género. Los cinco países principales han cerrado al menos el 80% de sus brechas y el de mejor desempeño (Islandia) ha cerrado el 87,7% de sus brecha hasta ahora.  El top ten mundial incluye cuatro países nórdicos (Islandia 1º, 2º Noruega, 3º Finlandia y 4º Suecia). Argentina ocupa la posición # 30 con 74,6% de cierre de brecha. El índice evalúa 153 países.

Al proyectar las tendencias actuales hacia el futuro, la brecha de género global general se cerrará en 99,5 años, en promedio, en los 107 países cubiertos de forma continua desde la primera edición del informe. La falta de progreso en el cierre de la brecha de Participación Económica y Oportunidades lleva a una extensión del tiempo que será necesario para cerrar esta brecha.

Pensar en alcanzar la igualdad de género a 100 años vista es sencillamente deprimente. Pero es una proyección aritmética de velocidad de la situación actual, cuando en realidad, vivimos en un mundo de cambio exponencial, por lo que creo que estos tiempos se acortarán sensiblemente.

También debemos considerar que los cambios culturales son sensiblemente más lentos que el resto, por lo que el dialogo y la persuasión, son mucho más efectivos que la confrontación constante. Cualquier persona agredida en una marcha por alguna idea determinada, jamás se cuestionará las propias si es agredido sin motivo por quienes quieren abrirse camino con las nuevas ideas.

Las personas, somos, como diría Ortega, con nuestras circunstancias. Vemos la realidad a través de los anteojos que usamos y desarrollamos desde nuestro nacimiento. El primer paso es entender que no hay un único par de anteojos y que hay espacio para todas las preferencias individuales que respeten las de los otros.

Me imagino un mundo más pleno y más justo donde la colaboración e inclusión sea la regla y no la confrontación. Ningún individuo de la especie humana debe ser excluido de cualquier bien y de ningún derecho a causa de su sexo. Veo si, que los hombres tienen mucha más tarea por delante para eliminar sesgos culturales ancestrales. Veo también, que las manifestaciones de feminismo radical, que desprecian la figura masculina, lograrían mejores resultados moderando sus postulados extremos.

Asimismo, bregar por la igualdad y la integración desde el lado femenino, no implica para ellas, la aceptación de una doctrina monolítica, que, de no aceptarse integralmente, las coloque en herejía. Elegir un modelo de vida tradicional, oponerse al aborto o cualquier otra idea del “dogma” que no se comparta, no significa no que persigan el ideal de igualdad intensamente. Integrar es respetar integralmente las ideas y las decisiones de las personas, con más razón, cuando se trata del ejercicio del respeto de las diferencias por parte de quienes lo demandan.

Cerrar la brecha de género reparará injusticias, enriquecerá a las sociedades en conjunto e individualmente.  Ninguna sociedad puede desarrollarse plenamente si el 50% de sus integrantes no puede participar al 100 % de sus posibilidades.

Volviendo a donde empecé.  Nos sentimos orgullos y felices por lo que han logrado y los proyectos que emprenden nuestras hijas. Las formamos como nos pareció que era el mejor modo para prepararlas para el mundo, intuitivamente, sin conocer esta problemática hoy tan candente.

Quizás correspondería que ellas escriban un próximo articulo diciendo que piensan. ¿Me sorprenderé mucho?


(1)Este articulo fue solicitado para publicar en la revista RP News (Responsabilidad Profesional)

domingo, 7 de marzo de 2021

Steve Jobs: un joven que habla acerca de como contratar, administrar y liderar


Acerca de como Steve Jobs manejaba, lideraba y daba a la gente una visión común, como contrataba gente excepcional y como evita a los "profesionales".

CÓMO MOTIVAR A UN EQUIPO DE TRABAJO DURANTE UNA CRISIS PROLONGADA

 












Por Alejandro Melamed, Director General de Humanize Consulting

El trabajo remoto llegó para quedarse, pero para muchos significó una “montaña rusa” de emociones. Cómo cuidar el bienestar de los miembros de la organización en tiempos de COVID-19.

Una investigación desarrollada recientemente entre la Maestría de Recursos Humanos de la Universidad de San Andrés y Microsoft, demostró que el COVID-19 significó un cambio de paradigma en relación con la incorporación del trabajo remoto como la forma habitual de trabajar. Del mismo modo, destaca que logró cambiar la mentalidad de las personas que no creía que esto fuera posible, que era poco efectivo o que lo percibía solo como un beneficio.

Concluye que el trabajo remoto llegó para quedarse y que se rompe el mito de que las personas trabajan menos o que hay trabajos que no podían hacerse virtualmente; por el contrario, lo difícil es parar de trabajar. En ese sentido, un 75% de las personas sienten que trabajan más que antes y aproximadamente la mitad percibe que es más productiva. En la misma dirección, identifican que trabajar es más complejo que antes: el 43% entiende que coordinar tareas es más difícil y para el 41% resolver problemas de manera virtual resulta más complejo. Una de las principales oportunidades emerge en la falta de vínculos y contacto personal: el 62% siente mayor desconexión con sus colegas y el 46% con la organización.

Por otro lado, un estudio de Harvard Business Review que encuestó a 20.000 trabajadores de todo el mundo que se desempeñan en 50 empresas diferentes encontró que, en general, trabajar de forma remota era menos motivador para las personas. Identificaron tres de los factores que impactan negativamente en la motivación: la presión emocional, la presión económica y la inercia. Destacan que se ven significativamente afectados debido a la disminución sustancial de la conexión personal con todas sus implicancias en cuanto al capital social: las conversaciones informales, el almuerzo conjunto, el tomar un café, el caminar, el pasillo, el ascensor.

Evidentemente, más allá de la productividad final, hay un aspecto que preocupa y mucho a los líderes de las diferentes organizaciones, en todos los niveles, independientemente del tamaño u origen de la empresa: la motivación de los colaboradores, al estar en presencia de un fenómeno nunca ocurrido previamente, una crisis sanitaria que llevó a otra económica, laboral y social que ya lleva varios meses y hay pocas certezas respecto a cuándo y cómo podría terminar. Y si bien todos los trabajadores están impactados en mayor o menor medida, los diferentes estudios señalan que las poblaciones más impactadas son: jóvenes que viven solos, mujeres con hijos en edad escolar, adultos mayores (y quienes los cuidan) y personal de salud.

¿Cuáles son algunas de las estrategias que se pueden implementar para incrementar la motivación del talento? ¿Qué es lo que pueden hacer las empresas y sus líderes en esta dirección?

Es importante comprender que todos estamos transitando una “montaña rusa emocional”, en la que durante cada día vamos recorriendo diferentes emociones, con lo cual es clave que estemos atentos a cada una de las situaciones que atravesamos y comprendamos que nuestro humor puede ir variando repentinamente, de un día a otro y varias veces durante la misma jornada.

Y si hay una palabra que aparece como fundamental en este escenario es cuidado: los hijos esperan que los padres los cuiden, los adultos mayores esperan que sus hijos los cuiden, todos ellos quieren que los especialistas en salud los cuiden, y, simultáneamente, todos esperamos que las autoridades nos cuiden. Y es aquí donde aparece un factor clave: los colaboradores esperan que las empresas y sus jefes los cuiden. ¿Qué significa hoy cuidar a los empleados?

Entre muchas acciones, estar atentos a las necesidades, tolerancia, paciencia, darles espacio, escucharlos, comprenderlos, facilitarles diferentes elementos de infraestructura, brindarles protección, referencia en temas de salud y protección para ellos mismos y sus familias.

Como señala el experto en identidad y marcas Andy Stalman, las cinco palabras más importantes en este momento son: ¿En qué te puedo ayudar? Es esa disposición a estar, más que nunca, al servicio del otro y a actuar en consecuencia. No desde las propias necesidades de la empresa o de los líderes, sino la de cada colaborador, cada día, en cada momento.

Veamos, en esta dirección, algunas alternativas para motivar a los equipos en tiempos de COVID-19. Todas ellas tienen un condimento clave: su costo es muy bajo o nulo, pero su valor es altísimo. La inversión no es económica, sino emocional, energética, mental y temporal. En general, son las que mejores retornos generan, sobre todo desde lo humano.

-Realizar un “check-in”, regular, varias veces al día. No con la intención de controlar si la persona está trabajando o no, sino para conectar y ofrecer ayuda, generar cercanía

-Tener conversaciones -aún en la virtualidad-, cara a cara, de a uno. Permitir el espacio de diálogo personal y escuchar activamente al colaborador. Estar bien dispuesto e impulsar el diálogo a partir de preguntas. Atención plena en cada contacto

-Proporcionar pequeños gestos de sensibilidad, humanidad y compasión. A veces se pueden manifestar con un llamado sorpresivo, otras con un mensaje alentador, en algunos casos a partir de un gesto afectuoso

-Ofrecer más y mejores oportunidades de flexibilidad en el más amplio sentido. Las necesidades de cada persona son muy variadas, y, fundamentalmente los tiempos y los momentos requeridos son muy diferentes en función de las múltiples situaciones individuales y familiares que estamos atravesando

-Generar experiencias memorables. Lo que queda en nuestra memoria a través del tiempo es aquello que impacta en nuestra mente, pero- fundamentalmente- en nuestro corazón. Es un momento ideal para que los líderes diseñen esas vivencias que quedarán grabadas para siempre. Puede ser desde una celebración hasta un espacio para compartir las habilidades artísticas. Lo que realmente importa es que sea diseñada con afecto y generosidad

-Impulsar a aprender algo nuevo: se puede hacer desde cualquiera de las plataformas gratuitas que ofrecen infinidad de programas en los múltiples campos. Dar el espacio para que se realice dentro del horario laboral

-Participar de proyectos de innovación: es un momento ideal para intentar generar proyectos disruptivos y permitir la inclusión en los mismos es una forma de desarrollo de alto impacto

-Reconocer a aquellos que permiten la continuidad del negocio en momentos complejos. Es un mecanismo de mostrar ejemplos positivos y sensibilidad por las personas que hicieron un esfuerzo especial y significativo

-Fomentar acciones de voluntariado y conexión con la comunidad. Está demostrado que hacer el bien hace bien, y las organizaciones pueden ser un canal en el que se concentren fuerzas que pueden estar dispersas. Permite tomar perspectiva y generar sentido de trascendencia, tan importantes en períodos como el actual

-Generar nuevos canales de comunicación que brinden transparencia absoluta de las actividades y de las oportunidades. En tiempos de tanta información falsa y borrosa, el ofrecer claridad en la información es un activo cada vez más importante

-Impulsar el sentido de pertenencia a partir de compartir la estrategia, cambios organizacionales, las novedades del negocio o cualquier otro aspecto significativo. Desarrollar vías de comunicación constantes y permanentes, formales e informales con los principales actores de la organización

Sintetizando, en tiempos de alta incertidumbre y extrema volatilidad que se extienden en el tiempo, la mejor manera de motivar a los equipos es brindar espacios de cuidado, conexión y contención, ejercer y vivir un liderazgo de servicio. Porque un líder que no está al servicio de los otros cuando más lo necesitan, no sirve como líder.

 

EL LIDER AUTO DISRUPTIVO EN TIEMPOS DISRUPTIVOS

 














Por Fabiana Gadow, CEO Korn Ferry Argentina

“No es la más fuerte de las especies la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor responde al cambio”. Esta frase de Charles Darwin grafica uno de los ejes fundamentales de la gestión del líder en épocas disruptivas: la capacidad de responder proactivamente a las circunstancias que se imponen.

El mundo en el que las organizaciones existen y en el que operarán, se encuentra en cambio permanente profundizado hoy por el COVID: en las relaciones entre los países, instituciones, empresas y organizaciones, en los valores dominantes y en las normas que gobiernan a las sociedades, en la naturaleza y la cultura de los negocios, en la forma en que se realiza el trabajo, en las prioridades y en el sentido que se le otorga al tiempo y a la vida en general.

La primera sensación es de caos. La reacción natural es la parálisis. Las empresas, a través de sus líderes, deben intervenir para movilizar a sus equipos hacia nuevas prioridades y horizontes.

Así las cosas, un asunto clave para los ejecutivos es cómo mantener la estabilidad en sus organizaciones y a la vez brindar respuestas de adaptación a estas fuerzas externas, necesitan habilidades y formas de comprensión que no eran tan habituales años atrás.

Un estudio reciente de Korn Ferry da a luz las competencias requeridas por los líderes ante este contexto a nivel global: deben ser Líderes Auto-Disruptivos.

Parte de la opinión de más de 800 inversores sobre su perspectiva hacia los líderes. El 67% cree que los que se encuentran hoy en su pipeline no es acorde con el futuro del negocio. Pero al mismo tiempo el 78% dice que los líderes son un factor decisorio al invertir; y el 83% que un Líder excepcional es clave en tiempos disruptivos.

la investigación de Korn Ferry analizó el perfil considerado clave por los inversores, con los datos de los más de 150,000 participantes de las evaluaciones de ejecutivos que realiza la firma. Se encontró una alta correlación con 5 dimensiones que llevan que el líder disruptivo se “ADAPT”a:

1-       Anticipar: contar con agilidad analítica y proporcionar una visión clara

2-       Direccionar: energizar a las personas y generar sentido de contribución y propósito

3-    Acelerar: gestionar el flujo de conocimiento y procesos ágiles; usar abordajes “prototípicos” e interactivos

4-       Partner: conectar stakeholders y navegar organizaciones sin estructuras ni fronteras

5-       Trust (Confianza): integrar y potenciar lo diverso y focalizarse en individuos y relaciones

En síntesis, en un contexto de cambio y crisis, se requieren líderes auto-disruptivos que combinen:

  • fortalezas enfocadas en el futuro (permitiéndoles conducir con un propósito y anticipar realidades cambiantes);
  • las fortalezas "tradicionales“ (permitiéndoles acelerar su estrategia);
  • y habilidades colaborativas (poder asociarse con otros para construir fuertes relaciones simbióticas, construir confianza, y ayudarlos a contribuir desde lo que les brinda un sentido de propósito).

Líderes que se transformen a sí mismos, que ayuden a sus equipos y organizaciones a transformarse, y que cuestionen y cambien la mentalidad propia y ajena.

Su éxito residirá en su forma de ser en lugar de su habilidad para hacer. ¿Están preparados a desaprender y modificar mindsets, re-evaluando creencias y suposiciones? Según el estudio mencionado solo el 15% de los líderes globalmente son auto-disruptivos. El gran desafío será entonces para el 85% que urgentemente necesitará desarrollar las competencias del futuro.


FLASH LABORAL ARGENTINA - Febrero 2021

Síntesis mensual de novedades laborales de Argentina. Monthly summary of argentinean labor relations news