FEBRERO 2024

miércoles, 24 de marzo de 2021

DECISIONES A CONTROL REMOTO













Por Luis Ruocco. Socio de Alioth Advisors, Profesor de Teoría de la Decisión (UBA). Master en Dirección de Empresas.

“Es un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad” – Neil Armstrong                      

Y un día, el hombre conquistó la distancia, el espacio.


Quiero invitar al lector a que me acompañe en un viaje desordenado, y por cierto sesgado, del último medio siglo.

El 20 de julio de 1969 el hombre puso un pie sobre la superficie lunar, este hito marcaría un importante logro en el desarrollo tecnológico, que tendría, en pocos años un impacto directo sobre nuestra vida, las comunicaciones, la informática y muchas de las máquinas que hacen más fácil nuestro día a día.

Durante mi infancia, en los años 70´, hubo una tecnología que tuvo una fuerte influencia en mi vida, la televisión. Recuerdo como mi madre me protestaba, la pantalla lograba un efecto hipnótico en mí. Si estaba frente al televisor, ya no había nada a mi alrededor, se podía caer el mundo y yo viendo “la tele”, sin enterarme.

Casi 50 años después todo cambió, hoy son otras pantallas las que generan ese efecto en mis hijos, y otra dinámica de contacto. En esta ocasión no me quiero detener en este cambio de pantallas, quedará para otro artículo. Esta vez, prefiero volver atrás, a esa TV blanco y negro, tan difícil de imaginar para mis hijos.

Eran tiempos de pocas opciones, sólo cuatro canales (con suerte cinco). En mi hogar y en el de mis amigos había un solo aparato y habitualmente estaba en la habitación de los padres.

Mis hermanos y yo esperábamos ansioso ese día de gripe en el que nos podíamos quedar toda la jornada acostados en la cama de nuestros padres viendo la tele.

Pero la experiencia era muy distinta, eran pocos canales, imágenes en blanco y negro, pocas horas al día y, para colmo, no teníamos control remoto. Todavía, el hombre no había logrado conquistar la distancia entre la cama y el televisor.

Todo esto hacía que tomáramos muy pocas decisiones, pocas alternativas, incomodidad para optar entre ellas y objetivos muy poco ambiciosos, queríamos ver la tele, los productores decidían por nosotros el contenido.

Así narrado, parecería que eran malas épocas para ver la tele, pero no lo eran. Vimos levantar la Copa del Mundo en el 78´, nos reíamos con el agente 86 y aparecieron los primeros programas infantiles.

Con los años, todo cambió. Hoy tenemos decenas de canales de televisión, múltiples plataformas de streaming y más de un televisor por hogar. Y podría seguir incorporando variables, más pantallas, más contenidos, más entretenimiento.

Nos enfrentamos a decisiones mucho más complejas, no más difíciles, pero si más complejas. A la misma hora queremos ver un partido de fútbol, retomar la serie que estábamos viendo y esa entrevista que promete ser muy interesante. Y para eso tenemos el control remoto y nos hemos vuelto expertos en zapping. Elegimos ver todo, pero vemos todo a medias. Ya no peleamos más por ver quien tiene que girar la perilla de ese viejo televisor blanco y negro, ahora todo queremos tener el mando, el mando a distancia (como dicen en casa de mi hermano en España).

La distancia ya no es un obstáculo para tomar decisiones, y a la complejidad la atacamos con recomendaciones cada vez que nos juntamos con amigos, “¡Tenés que ver Breaking Bad!”

Y que pasó en todos estos años con las decisiones en el mundo de las organizaciones. También nos tuvimos que acomodar a las circunstancias. En estos años hemos visto una enorme expansión de las comunicaciones y la administración de información.

El decisor tiene acceso a mayores volúmenes de datos, en menor tiempo. Puede acceder rápidamente a registros de decisiones del pasado y lo puede hacer por si mismo. Tenemos más y mejores herramientas para comunicar nuestras decisiones y para pedir opiniones. Podemos procesar cálculos más complejos y simular múltiples escenarios futuros. Hemos desarrollado y aprendido metodologías que nos allanan el camino.

¡Finalmente, el decisor ha alcanzado el tan anhelado Edén!

Y de repente, una pandemia. Meses encerrados. Ya no tenemos a nuestro equipo a metros de nuestro escritorio. Y descubrimos que estábamos lejos del paraíso.

¡Otra vez la distancia!

El año 2020 fue un año de aprendizaje en el que las compañías que lo lograron aceleraron sus procesos de digitalización. Le perdimos el miedo a “trabajar remoto” y descubrimos que podíamos estar cerca, estando lejos. Como especie, el ser humano incorporó nuevos hábitos, que seguramente lo acompañarán muchos años.

Pero no fue un camino fácil. En muchas organizaciones se paralizaron planes, se postergaron decisiones y se perdió talento. ¿Por qué?

Porque cambió el contexto, cambió de un modo que nadie esperaba, cambiaron las reglas de juego de un modo impensado, y enfrento al decisor a circunstancias nunca imaginadas.

El proceso decisorio es circunstancial, esto quiere decir que varía con nuestro contexto. También es un proceso de influencia, doble influencia. El decisor buscar cambiar su entorno a la vez que el contexto influye sobre él. Además, se trata de un proceso deliberado e intencional, el decisor debe ser capaz de interpretar la situación, tener claridad respecto de lo que quiere e imaginar cómo llevarlo adelante.

En el 2020, líderes de muchas organizaciones descubrieron que habían pasado a remoto y además habían perdido el control de la situación. El control remoto dejó de funcionar, se quedó sin pilas.

Debieron reaprender, como nunca, hubo que revisar el lado oscuro de la luna (de la decisión). Los datos en seguida se recuperaron, el método era conocido, las herramientas estuvieron ahí, pero no alcanzó. Esta nueva realidad expuso nuestras vulnerabilidades y el decisor descubrió, mejor dicho, redescubrió que hay algo más a la hora de tomar decisiones. Debemos reconocer y regular nuestras emociones, a la vez que interpretamos el impacto de estas en otros. La pandemia nos enfrentó a la peor de las distancias, la indiferencia.

¡Y no existe control remoto para la indiferencia!

Estoy convencido que en estos nuevos tiempos veremos triunfar a líderes que toman decisiones CON otros y no PARA otros. ¡Procesos decisorios impulsados por los valores!

En este proceso de cambio acelerado, muchas compañías han dado el primer paso, han transformado sus procesos y tecnología. Pero no alcanza.

Para superar los desafíos de los próximos años, la organización deberá abrazar una profunda transformación cultural, para finalmente recortar las distancias.

Se vienen tiempos de PROTAGONISTAS, líderes vulnerables pero conscientes de la trascendencia de su rol.

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