Por Claudia Gioia, Managing Partner, Wenbrands Consulting (USA)
Siempre que tengo la oportunidad, durante mis largas horas de viaje a la
oficina, disfruto escuchando WLRN (la radio de noticias pública en EEUU). Suelo
hacerlo muy temprano o después de las 6 de la tarde. Sin embargo, en una
ocasión tuve la grata sorpresa de encontrar un programa llamado Science Friday
(Viernes de Ciencias). En él, compartían una rica entrevista de una joven
admirable, Amber
Yang, quien fuera galardonada con el Premio al Joven Científico/a de la
Fundación Intel. Me llamó la atención por muchas razones. Primero, el
proyecto que Amber presentó en la feria de ciencias con sus 17 añitos fue un
programa para que los transbordadores espaciales evitaran ser estrellados por
asteroides o desechos espaciales.
En palabras técnicas, "Seguimiento de nubes de desechos espaciales de
múltiples órbitas utilizando el registro iterativo de puntos más cercanos con
aprendizaje automático". En segundo lugar, y muy cerca de mi
corazón, es que Intel había sido un querido cliente mío durante varios años.
Sin embargo, lo que más me gustó de la entrevista fue que esta joven científica
no sólo estaba impulsada por su amor por la ciencia, sino que también tenía una
"causa" que la apasionaba.
Amber habló sobre lo duro que tuvo que luchar como niña en el mundo STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) para sacar a la luz sus ideas. Sí, el mundo limpio y basado en evidencia de los futuros científicos de la generación Z era tan discriminatorio como la generación con la que Marie Curie tuvo que lidiar hace unos 100 años.
La causa de Amber es el empoderar a mujeres para que se unan al mundo STEM y educar a la sociedad sobre cómo aún
queda mucho por hacer sobre la inclusión de las mujeres, también entre los
grupos “más inteligentes”. No se trata sólo de los desafíos o los techos
de cristal que enfrentaron las mujeres de generaciones anteriores, las nuevas
generaciones también se enfrentan a esto.
Amber explicó que pudo atravesar este muro invisible de indiferencia con el
apoyo de su madre, una ingeniera que también ha luchado con una resistencia
similar. Amber no solo tiene la suerte de tener una mente brillante y un
corazón fuerte, sino también una madre sabia como mentora.
Me pregunto cuántas mujeres más habrían podido romper el techo de cristal si se
hubieran beneficiado de una mentora inteligente y solidaria a su lado a lo
largo de sus carreras. No hace mucho tiempo en el trabajo, cuando se
hablaba de programas de tutoría a nivel corporativo, la expectativa era tener
un mentor que fuera mucho más experimentado que el aprendiz. Luego, con
la llegada de la revolución digital, el juego cambió y algunos valientes
líderes de C-Level tuvieron que buscar a colegas más jóvenes como
profesores.
Al igual que en el mundo STEM, en el mundo empresarial de nivel ejecutivo,
las mujeres son la minoría. Según Forbes, el número de hombres en
posiciones de liderazgo supera 17 veces a la cantidad de mujeres. Como grupo
minoritario, las mujeres necesitan trabajar aún más para destacarse, para ser
escuchadas y para asegurarse de que lo que dicen y hacen tenga un
impacto. Para aumentar su capacidad de persuadir, motivar e influir, las
mujeres deben poder capitalizar sus atributos de personalidad y convertirlos en
fortalezas y puntos de ventaja.
Las mujeres también pueden romper las barreras y la discriminación si toman
la decisión consciente de ser más asertivas y francas. Para las mujeres
en la C-Suite, específicamente, las habilidades de comunicación pueden tener un
impacto significativo en su efectividad, influencia y resultados
comerciales. Los estudios muestran qué, cuando se trata de habilidades de
comunicación, las mujeres tienden a ser más emocionales, consideran muchas
opiniones y, por lo tanto, tardan más en el proceso de toma de decisiones y, a
menudo, tienen miedo de negociar o ser directas sobre lo que quieren.
Las mujeres tenemos una gran intuición, estamos naturalmente programadas
para pensar, actuar e innovar. Necesitamos aprovechar los entornos
colaborativos donde se valoran más las habilidades de escucha y la empatía. Las
mujeres también necesitamos tener más confianza y no pedir disculpas, no tener
miedo de reconocer quiénes somos y qué aportamos.
Las que llegan a la cima - y permanecen allí - han trabajado extremadamente
duro para superar muchas barreras, pero probablemente también se han nutrido y
apoyado por muchas otras (y otros).
En las propias palabras de Marie Curie “La vida no es fácil para ninguno de nosotros¨. Además de ser perseverantes y confiar en nosotras mismas, ser mentoras de otras mujeres y estar ahí la una para la otra completa a una mujer cómoda en su propia piel y en su rol de líder. Al igual que la madre de Amber estuvo ahí para ella.
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