Por Oscar Canorio, Contador Público, Licenciado en Administración, MBA, experto en Auditoria Interna y Control de Gestión. Presidente del Grupo OLA (Oportunidades Laborales Argentina).
Ser despedido es un evento que amenaza nuestra
estabilidad. No es fácil aceptar que se ha perdido aquello que nos
brindaba seguridad económica y que nos daba un status dentro de la sociedad.
Cuando quedamos desempleados nuestro mundo se pone de cabeza.
Podemos hablar del concepto de “Duelo”, término asociado a “dolor” en este
tema. El duelo es el proceso de adaptación emocional a una perdida, y se puede
aplicar a cualquier área de nuestra vida. Sí tenemos en cuenta
que un ser humano pasa más tiempo trabajando que haciendo otro tipo de
actividad, perder el empleo es un asunto serio.
Hay personas que superan más rápidamente el duelo al despido, otras se demoran más, depende de las circunstancias, del tiempo del contrato, del apego a lo que se hace, de la relación que se construyó con sus compañeros de trabajo, dela identificación personal a la labor, del nivel de comunicación y de la personalidad de cada cual.
Usualmente la pérdida del empleo viene enmarcada con algunos antecedentes como son los problemas con el equipo de trabajo, la mala relación con el jefe, la crisis financiera en la empresa, los sentimientos de inconformidad con la situación laboral, la ansiedad, entre otras circunstancias. Cuando por fin viene el despido, la persona quedan en un estado de shock, una enorme ola de miedo, rabia, inseguridad, dolor y culpa invade su ser.
Evidentemente muchos de los despidos,aunque temidos, no son realmente esperados por la persona, pues siempre seguarda la esperanza de que las cosas puedan mejorar, o que, en su defecto, un empleo mejor, para renunciar y pasar a otra empresa.
Los eventos pasan en cámara lenta el día en que se anuncia el despido. Las personas pueden reaccionar de distinta forma, pueden paralizarse, o ponerse muy emotivas, lo que es cierto, es que la incomodidad los invade retroalimentada por la respuesta de los otros empleados. Los que fueran los compañeros de trabajo pueden reaccionar con solidaridad, o con satisfacción ante la medida, puede existir distintos bandos entre aliados y refractarios que generan un ambiente tenso, no sólo por las relaciones laborales que se construyeron sino por el miedo general de ¿seré yo el próximo?
Pero, ¿qué se siente ser despedido?
No podría numerar la totalidad de sentimientos al respecto, pero sí puedo identificar algunos de los sentimientos que pueden causar perder el empleo.
El miedo es uno de los sentires que más domina la mente dado que el despido conlleva a la pérdida de la estabilidad económica. Cuando hay cuentas por cobrar, seres queridos que dependen económicamente de uno, deudas adquiridas, costos y gastos cotidianos para comer y vivir, lo menos que se desea es no tener dinero mensualmente. Todo eso establece una urgencia “tengo que encontrar trabajo pronto”, lo cual es una incubación de ansiedad o, en otras palabras, un caldo de cultivo para sentirse cada vez más nervioso y preocupado por el tema.
Pero el miedo y la ansiedad hacia el futuro no están solos, también se encuentran con otros sentimientos como la culpa. Sentirse responsables por el despido,generar una lista mental de errores de lo que hicimos mal, de lo que se pudimos hacer mejor, de aquellas falencias que nos llevaron a que nos señalaran para quitarnos el empleo, puede en cierta forma volverse algo incontrolable.
La culpa se retroalimenta en nuestra mente de manera casi obsesiva, no es necesario que otros te señalen como responsable, usualmente es la misma persona la que se encarga de ajusticiarse, señalarse y maltratarse.
La culpa va de la mano con la depresión y la desesperanza. Sentirse tristes y responsables por perder el empleo puede convertirse en una situación que nos puede llevar a caer en conductas dañinas como el consumo de sustancias psicoactivas, las autolesiones, conflictos con la pareja, con la familia, deseos de muerte y aislamiento.
Estas se van incrementando, cuando luego del despido, es difícil volverse a ubicar laboralmente. Las líneas de ayuda contra el suicidio reciben muchas llamadas asociadas a la depresión causadas por el desempleo.
La rabia y el malestar frente a la institución, los ex compañeros de trabajo, y sobretodo hacia el jefe puede aparecer de manera recurrente. La furia se incrementa más cuando las situaciones por las cuales se dio el despido están asociadas a una mala relación personal con el jefe, o con algún colaborador.
Cuando el despido está relacionado al maltrato laboral, al conflicto entre dos o más personas, a historias de deslealtad e injusticias, es “muy común” que la persona despedida genere un real odio y aversión hacia el jefe y sus compañeros de trabajo.
Este odio se incrementa más sí la persona luego del despido no consigue trabajo rápido. Los días de desempleo se pueden convertir en una lista continua de recuerdos llenos de aversión, disgusto, repulsión y enemistad.
Y lo peor de odiar a otra persona, o no superar el dolor causado, es que ese sentimiento negativo nos perjudica personalmente y nos hace más infelices. Una parte de superar el despido y el desempleo, es comenzar a sanear los disgustos del pasado. No es fácil pero tampoco imposible.
Algo que es importante también señalar en este fenómeno, es que algunas personas pierden momentáneamente el camino. No saben qué pasará con sus vidas y se sienten estancadas. Les es difícil conseguir un empleo a gusto y sí lo consiguen se sienten inseguros recordando los problemas que tuvieron en el trabajo anterior. Algunos despidos pueden lograr que la persona pierda la seguridad laboral que manifestaba, no se sientan capaces de trabajar, o pierdan la confianza en sus conocimientos. Eso se refleja desafortunadamente en una entrevista laboral, y es el motivo por lo que algunos no consiguen trabajo fácilmente.
El proceso de superar un despido puede durar varios meses. Deben estar tranquilos, es un proceso que se supera, pero hay que darle tiempo. Lo importante es situarse mentalmente en donde se quiere estar y comenzar a luchar por una meta. Sin embargo, seamos conscientes que es normal que se sienta uno inseguro, triste y confundido, pero como en todo, se debe luchar por superar la dificultad y salir adelante.
El duelo por ser despedido no se soluciona consiguiendo un nuevo empleo, se soluciona cuando se piensa en ello y no se siente dolor, ira, tristeza o lástima. El fantasma de un empleo pasado nos puede perseguir y perjudicarnos laboral mente hoy, se debe pensar en unos mismo, recuperar la autoestima perdida y construir un proyecto de vida personal que ayude a tener claro que es lo que se quiere, y como conseguirlo.