FEBRERO 2024

sábado, 4 de octubre de 2014

TALENTISMO O EL SER HUMANO COMO EJE DE LA EMPRESA


Por Alejandro Melamed, Human Resources Vice President The Coca Cola Company

Hace algunos años se comenzó a revisar los fundamentos mismos del capitalismo y de la empresa privada con el fin de responder las necesidades y los desafíos actuales y futuros de nuestras sociedades.

El surgimiento del capitalismo ético -en el que la conciencia de que la producción y la circulación de bienes tiene un destino que va más allá de la pura transacción- se está instalando cada vez con más fuerza en el pensamiento contemporáneo y los adherentes al mismo -afortunadamente- crecen día a día.

Cabe señalar que el propio pensador y padre de la economía moderna, Adam Smith, ya sugería a mediados del siglo XVIII que "los mercados tienen un gran potencial, pero para que operen eficientemente y no se conviertan en peligros deben practicar valores éticos como prudencia, humildad, justicia, generosidad y espíritu público". Un adelantado.

Justamente, haciendo honor a dichos valores centrales, hace dos años emergió en el Foro de Davos una evolución y revolución del propio capitalismo, que posiciona a la gente en el centro de la escena: el talentismo. Klaus Schwab, su director ejecutivo, afirma que el éxito de cualquier modelo competitivo de negocio y de país estará basado menos en el capital y más en el talento.

El talento humano -que aparece cada vez más estratégico y, al mismo tiempo, escaso en el mundo- es el eje central que genera la creatividad, el emprededorismo y el desarrollo económico que impulsa la innovación y el progreso social.

LOS CAMBIOS EN EL MUNDO

El capital está perdiendo su estatus como el principal factor de producción en el sistema económico, y comienza a ser reemplazado por las capacidades y habilidades de las personas. Así como las máquinas relegaron a las operaciones manuales en la era de la industrialización, en la actualidad el talento humano sustituye al capital económico.

Es importante destacar que la administración del talento no es un fin u objetivo en sí mismo ni es simplemente una actividad puntual o esporádica en una organización. Menos, por lo tanto, se trata de una moda pasajera, como en muchos casos se la suele encarar en algunas empresas. Se trata de un proceso continuo, con una misión, estrategia, planes y prioridades claramente establecidos. La misma requiere excelencia en su concepción y una ética intachable en su aplicación cotidiana.

El auténtico éxito en el mundo de hoy es la amalgama perfecta de excelencia y valores, que debe sostenerse apasionadamente en el tiempo a partir de una gimnasia diaria.

El dinero se puede obtener rápidamente. El talento ideal, como muchas otras cosas en la vida, requiere de tiempo, paciencia, persistencia y perseverancia. Los resultados, a diferencia de otras áreas, son sustentables en el tiempo. Por eso suele destacarse que en la gente nunca se gasta, sino que siempre se invierte.

En síntesis, la auténtica ventaja competitiva y comparativa de una empresa, una sociedad, un país o una región está dada, principalmente, por la calidad de su gente y el contexto propicio para liberar su potencial. Vale recordar entonces que la mejor estrategia, sin el talento adecuado que la ejecute, no es más que una expresión de deseos. Bienvenida la era del talentismo, en la que todos tenemos mucho para aportar y más aún por ganar.

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