Por Gabriela Olivan , Corporate Communication & Sustainability Executive, Magister en Comunicación Corporativa - Pan American Energy.
La responsabilidad
social es parte integral de la gestión corporativa. Sin embargo, muchas
empresas la usan como una herramienta promocional o para atraer nuevos clientes.
Claves para identificar cuando una empresa es verdaderamente responsable o está
tratando de vendernos algo.
La
responsabilidad social es una forma de gestionar que nace junto a la actividad
empresarial. Los primeros casos se remontan al siglo XIX, cuando empresarios
industriales de Europa y EE.UU. comenzaron a preocuparse por la vivienda y
calidad de vida de sus empleados.
Con
el tiempo, este interés se extendió puertas afuera de la organización y las
empresas, empezaron a involucrarse activamente en problemáticas sociales.
La
responsabilidad social se convirtió entonces, en una forma de gestionar que no
era exclusiva de una gerencia específica sino que era transversal a todas las
áreas de la compañía. La consigna era que las decisiones empresarias se den en
un marco de equilibrio con el bienestar social y ambiental.
Como
consecuencia, se genera un círculo virtuoso que no sólo impacta positivamente
sobre el negocio y que además, permite capturar y retener talentos, construir capital
social y desarrollar nuevos y mejores negocios.
Sin
embargo, algunas empresas eligen el marketing social. Una práctica nacida en
los ‘70 con el objetivo de aumentar las ventas o atraer nuevos clientes a
través del involucramiento del público objetivo en causas sociales.
El
marketing social se caracteriza entonces, por campañas de comunicación acotadas
en el tiempo y dirigidas a un objetivo de comercialización donde la rentabilidad
juega un papel fundamental. Un ejemplo, son las campañas en las que se ofrece
donar un porcentaje de la facturación a instituciones sociales.
El
tema es que, más allá de las buenas causas, al final de cuentas el marketing
social es una estrategia de comercialización y como tal, se rige por la lógica
del mercado y no por la búsqueda del bien común.
Por
eso, como ciudadanos debemos saber identificar cuando una empresa es
genuinamente responsable o no y así, haciendo uso de nuestra propia
responsabilidad, apoyarla con la compra de un producto o la contratación de un
servicio.
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