Por Guillermo Ceballos Serra
En la reciente entrega de los premios Oscar correspondientes a 2014, la actriz Patricia Arquette, al momento de recibir el premio a “Best Supporting Actrees” por la película Boyhood, aprovechó la oportunidad, destinada al agradecimiento, para recordar que las mujeres han luchado históricamente por los derechos de todos los demás colectivos, pero que ha llegado el momento de luchar por los suyos propios. Y que la igualdad, aunque muchos lo nieguen, existe solo sobre el papel. "A todas las mujeres que han dado a luz, que pagan sus impuestos y que son ciudadanas de esta nación, hemos luchado por los derechos de todos los demás. Ya es hora de que tengamos de una vez por todas el mismo salario (que los hombres) y los mismos derechos para las mujeres en Estados Unidos de América".
Más allá de algunas críticas
posteriores que recibió la actriz, su éxito personal, no invalida, ni la inhibe
de plantear un reclamo en nombre de otras mujeres menos afortunadas, aunque
quizás ella no haya sufrido nunca estas discriminaciones en carne propia.
Es lamentable que en 2015, haya
necesidad de plantear todavía, la necesidad de la igualdad de oportunidades,
igualdad jurídica y económica de las
mujeres.
Sobre todo resulta llamativo, que
más de 2300 atrás, ya se hablaba de la necesidad de igualdad de las mujeres.
En su obra "La
República", (Politeia) Libro V, escrita por Platón entre los años 390 y 370 antes
de Cristo, el autor estaba a la búsqueda
de la construcción de una sociedad perfecta. El filósofo griego reconocía una misma naturaleza para el hombre y la
mujer, postura absolutamente fuera de las ideas de la época, por tanto, sostenía, a esta idéntica naturaleza,
correspondía lógicamente que las mujeres tuvieran las mismas oportunidades a través
de una educación común a los hombres.
En muy buena medida tenemos que
pensar que un primer factor influyente en el tema, ha sido, el tema de la
fortaleza física a la hora de diseñar los roles de hombres y mujeres. Por miles
de años, el trabajo fue esencialmente
físico, por tanto el hombre era más apto en general, para la casa y la agricultura y la mujer en el rol de
madre y transmisora de valores y cultura familiar.
Las religiones en general, contribuido a formar el modelo cultural. Han sido profundamente patriarcales a pesar de que con paso de los siglos han matizado sus posturas con declaraciones referentes a la igualdad de la mujer y su derecho a la inclusión plena en la vida social. Pero a la postre han fortalecido a lo largo de la historia este rol de la mujer confinada al hogar, subordinada al hombre y básicamente encargada crianza de los niños y a la formación en los valores religiosos.
Sobran los textos que lo ilustran
y todos conocemos los que promovieron las religiones que sostenemos con mayor o menor compromiso personal.
Como sabemos la educación se
brindaba en los monasterios y hacia fines de la edad media, casi imperceptiblemente, la mujer fue ganando pequeñísimo
lugar en la educación. Me refiero a mujeres de familias aristocráticas
apoyadas por sus familias o sus maridos y en muchos casos accedieron a la educación
disfrazadas de hombres.
La invención de la maquina a
vapor en 1789 y los procesos industriales, diluyó el primero de los obstáculos.
Ya no hacía falta ser fuerte para poder
trabajar. Comenzó así el aporte
de la mujer a la economía de las sociedades y de sus familias, pero cobrando
salarios significativamente menores. No quiero
referirme a las pésimas condiciones de esos trabajos, porque estas eran
similares para hombres, mujeres y niños. Tampoco entraré en el tema de las migraciones
del campo a las ciudades y su efecto pernicioso en la vida familiar y en las
poblaciones que dejaban.
Estas condiciones afectaron severamente
la vida familiar, las interminables jornadas laborales, la carencia de
licencias por enfermedad o vacaciones impactan negativamente. Muchas mujeres ni
siquiera podían mantener sus magros ingresos ya que se veían obligadas a abandonar
sus trabajos al contraer matrimonio o al dar a luz.
El segundo obstáculo a vencer
claramente fueron las barreras de acceso a la educación, a medida que la mujer fue
accediendo a la escuela y posteriormente
desde fines del siglo XIX a la educación universitaria, la mujer se encuentra
en condiciones de reclamar con iguales posibilidades de éxito lugares en todos
los ámbitos de la sociedad.
Las dos guerras mundiales del siglo
XX tuvieron al menos un lado positivo, el acceso por necesidad de la mujer a
todos los puestos de trabajo, excepto posiciones
de combate y altos cargos en fuerzas armadas y en posiciones de relevancia en
las jerarquías religiosas.
La tecnología y las comunicaciones, en definitiva la sociedad
del conocimiento, posibilita el trabajo en el lugar o desde el hogar y el
acceso a la educación a distancia, han
removido todos los obstáculos objetivos que impedían el acceso de la mujer a la igualdad de oportunidades.
Sin duda, existen barreras
culturales remanentes, permanecen sólo en las mentes de algunas personas que serán inevitablemente sobrepasadas por la
realidad misma, por la perseverancia de las mujeres en pos del quiebre de estos
viejos paradigmas y esencialmente por el valor de los aportes de la mujer a la
sociedad en todos los campos actuación.
Mi homenaje a todas las mujeres
en su día, en particular, a todas las
que me han enriquecido a lo largo de mi vida desde sus distintos roles.
2 comentarios:
Guille: Por lo general hago el intento de abastraerme de la cuestión económica para hablar de discriminación de la mujer. Siempre me ha costado mirar a la humanidad desde un punto de vista tan "material". Ojo que no estoy haciendo cuestionamiento alguno sino aclarando mi enfoque para no generar controversias. Desde mi punto de vista, la mujer siempre ha sido superior al hombre. El hecho de poder llevar vida en su vientre la coloca en un estadio superior. No puedo ni imaginar el proceso interior del ser humano capaz de engendrar una vida en su interior.
Ale, no puedo estar mas de acuerdo. Yo tengo tres en casa.
Un abrazo
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