Por Guillermo Ceballos Serra
El 1° de mayo nació en un contexto de lucha y
reivindicación. Fue, en su origen, una jornada marcada por la confrontación y
la necesidad de hacer visibles derechos negados.
Hoy, sin olvidar esa historia, propongo resignificar
esta fecha como una oportunidad para celebrar el valor del trabajo en todas sus
formas y reconocer el encuentro que lo hace posible.
Porque detrás de cada logro hay una historia
compartida: la del que, apuesta, arriesga y genera oportunidades y la del que
se compromete con pasión, talento y esfuerzo.
El trabajo nos une, nos transforma y nos eleva. ¿Y si
en este Día del Trabajo, honramos esa alianza silenciosa que mueve al mundo?
Una alianza que no enfrenta, sino que complementa. Que no divide, sino que
construye.
Celebremos una visión más humana, colaborativa y
sostenible del trabajo, en la que trabajadores y empleadores caminan juntos,
enfrentando desafíos, compartiendo logros y construyendo futuro.
Prefiero soñar.
¡Feliz Día!
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