No recuerdo con precisión lo que estaba
haciendo hace 24 años atrás. Intrascendente. Para esa época tenía una meta
obsesiva, rendir las últimas materias de la Licenciatura en Administración de
Empresas y marcharme hacia Italia. Así comenzó mi Maratón 30 kilómetros atrás.
Inconsciente. El primer tramo los recorrí con desparpajo, casi como un rocker
adolescente, me sobraba oxígeno y una precaria planificación.
Ya entrado en el kilómetro 2, me preocupé.
Sabía dónde quería llegar, pero corría con miedo, preocupado y angustiado. Al
mismo tiempo desbordaba en energía y constancia. Estas cualidades prevalecieron
y en el kilómetro 3 ordené y le di forma a mi maratón. Muy rudimentario,
primero fue músculo y después cerebro.
¿Qué enseñanzas me dejaron los primeros 30 kilómetros? Recuerdo
más los festejos que las penurias. La actitud positiva más que mis miedos. La
red, fue mi mayor activo, es decir, gente maratonista que tan gentilmente me
ayudó y guio.
Hoy comencé el kilómetro 30, la gente runner lo
denomina: El Muro. Momento en donde comienza la entrega, el agotamiento, la
falta de energía. Lo construye nuestro propio organismo y la causa principal es
el sistema que se utiliza para obtener energía. Agotada la cantera de reservas
de glucógeno pasamos a las reservas de grasa de nuestro cuerpo. Ese cambio de
fuente de energía genera fatiga. Gran analogía.
El muro se puede derribar. Si hiciste una buena
preparación de resistencia muscular, te otorgará inmunidad natural. También
puedes disciplinar y engañar al cerebro: “Vas a llegar” “Lo vas a lograr”
“¿Quién me mandó a correr? ¡Vos mismo y lo estás logrando!” “Ahora te pido
llegar hasta el próximo kilómetro” (jamás decirle: faltan 12 k) “¿Viste que
pudiste?”.
Si venís mal preparado, te pido que no te
juntes con personas quejosas, son Zombies Part Time (laborales) que te quieren
contagiar para que abandones tu carrera. Ellos tienen un manual de increíbles y
fascinantes excusas. Si no lo experimentaste, créeme, se van a acercar a tu
carrera con más intensidad en el kilómetro 17 (40 años) y no van a claudicar
hasta el kilómetro 42,195 (tu retiro). Lo central es tu fortaleza mental y
rodearte con gente positiva, porque el Maratón Profesional está para
disfrutarse, aún en los fracasos puntuales.
Esta carrera es particular, se corre contra uno
mismo, con el objetivo de estar bien y hacer el bien, bienestar. Para mi
cerebro, no hay primeros o segundos. A veces me pasan las celebrities, es decir
los keniatas y etíopes de mi profesión, me confunden y hasta me generan
sentimientos de envidia, pero me ordeno rápido. ¿Vos queres esa carrera? ¿Tenes
esas habilidades? ¿Queres ser parte del mainstream? ¿Recordas como queres
llegar a la meta? Hay que tener a mano las preguntas que te ubican y te hacen
fuerte.
Corro para ayudar, para aprender, para
superarme y para divertirme. A veces vuelvo a ser el rocker adolescente, pero
ahora integrado a un plan. Las presiones sociales no me hacen mella (casi). A
veces se me acerca gente con buenas intenciones que me dice, ¿no sos muy
disruptivo? ¿no tenes miedo de perder trabajos? Ya sos senior (viejo). Es sólo
cambio de energía, hay que pasar el muro. ¿Quién me quita lo recorrido? ¿Por
qué no arriesgarme en estos últimos 12 kilómetros? Lo importante es darle
forma a tu marcha en cualquier momento, aún en un cambio de fuente energética.
Por mi parte, se dónde quiero ir, no sé con lo que me voy a encontrar.
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