Por Guillermo Ceballos Serra
Todas las personas tienen derecho a crear en el
ámbito privado, sociedades, asociaciones, clubes o grupos de interés que
compartan sus valores y creencias sin que nadie tenga derecho a cuestionarlas
en tanto no afecten a terceros.
Es posible que estos grupos puedan tener un
leve crecimiento y subsistir, aunque sean rígidos en sus valores e intereses.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la rigidez excesiva en los
valores y la falta de apertura a nuevas ideas y perspectivas pueden limitar el
crecimiento y la sostenibilidad de estos grupos a largo plazo.
Si una asociación de personas que militan un
feminismo radical se limita a aceptar solo a personas que compartan exactamente
las mismas creencias y valores, es posible que no puedan atraer a otras
personas, también feministas, que tengan diferentes experiencias y
perspectivas, imaginemos feministas contrarias al aborto o que busquen una
relación armónica con los hombres. Del mismo modo, un club de fumadores de
cigarrillos podría ser visto como excluyente y poco saludable para aquellos que
fuman habanos o en pipa ya que no tragan el humo.
Es importante que estos grupos, encuentren un
equilibrio entre mantener sus valores y atraer a nuevos miembros que puedan
enriquecer el grupo con sus ideas y experiencias. La apertura a nuevas
perspectivas y la capacidad de adaptarse a los cambios pueden ser clave para el
crecimiento y la sostenibilidad de estos grupos.
Desafíos de la diversidad e inclusión
La diversidad e inclusión son temas cada vez
más importantes en la sociedad y por supuesto, en las organizaciones. La
diversidad se refiere a la variedad de características que poseen los
individuos que forman parte de una organización, como su género, edad, origen
étnico, orientación sexual, religión, discapacidad, entre otros. Por su parte,
la inclusión se relaciona con la creación de un ambiente donde se valora y
respeta la diversidad y se garantiza la igualdad de oportunidades para todos
los miembros de la organización.
En la actualidad, muchas empresas reconocen la
importancia de la diversidad e inclusión y han implementado políticas y
programas para fomentarlos. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados,
existen limitaciones y desafíos al intentar llevarlas a la práctica.
Desafío I: ¿Hasta dónde llega la diversidad e
inclusión? ¿Hay un límite? ¿Debería haber un límite? ¿Cuál es el
límite? ¿Qué características son relevantes y cuáles no?
Estas preguntas pueden resultar difíciles de responder, ya que la diversidad es amplísima y la inclusión puede tener diferentes interpretaciones y el límite varía según la organización y la cultura en la que se encuentra.
Reconocer la diversidad, no es sinónimo de
tolerancia hacia cualquier tipo de comportamiento o actitud. Si bien es importante valorar y
respetar las diferentes creencias religiosas, no se debe tolerar
comportamientos extremistas o violentos en nombre de la religión. Del mismo
modo, aunque es importante valorar y respetar la diversidad de opiniones
políticas, no se debe tolerar la violencia o el acoso en nombre de una
determinada ideología política.
La diversidad no se limita a las
características visibles de las personas. La diversidad de pensamiento es
crucial y es fuente de innovación y creatividad para la organización. Sin
embargo, la diversidad de pensamiento es más difícil de identificar y valorar
que la diversidad de género o de origen étnico. Por lo tanto, las organizaciones
deben considerar todas las formas de diversidad y no se limiten únicamente a
las características visibles.
Desafío II: El equilibrio entre Diversidad
& Eficiencia
Aunque el objetivo final de la diversidad e
inclusión es lograr un ambiente laboral equitativo y justo para todos, algunas
veces puede haber conflictos entre la diversidad y otros objetivos
empresariales. Una empresa puede tener dificultades para encontrar un
equilibrio entre la contratación de personas de diversos orígenes y habilidades
y la necesidad de contratar a las personas más calificadas para determinados
puestos. En algunos casos, esto puede significar que se sacrifique la
diversidad en beneficio de la eficiencia.
Las cuotas pueden ser útiles para facilitar que
una organización tenga una diversidad adecuada, pero no son una solución a
largo plazo.
Las organizaciones deben adoptar un enfoque balanceado
en cuanto a la contratación, promoción y retención de talentos, bajo el
paraguas de la inclusión.
Desafío III: ¿Qué características de diversidad
priorizamos?
Las organizaciones enfrentan la necesidad de
priorizar ciertas características por encima de otras a la hora de seleccionar.
Una organización podría priorizar la diversidad de género en sus contrataciones
y descuidar otras características como la diversidad de pensamiento o la
diversidad de origen étnico. Esto podría llevar a una falta de diversidad real
y limitar las oportunidades para las personas que no cumplen con los criterios
prioritarios.
La diversidad y la inclusión no deben ser
tratadas como una tarea más que se debe cumplir en la organización.
Esencialmente, no se trata de cupos ni cuotas, se trata de personas que
deben ser tratadas como tales en toda circunstancia. D&I son valores
fundamentales que se deben integrar en todos los procesos y decisiones para
garantizar que todas las personas, independientemente de cualquier
característica, tengan las mismas oportunidades de crecimiento y desarrollo
dentro de la organización.
La inclusión, contribuye también a mejorar el
clima laboral y a reducir la discriminación y el acoso en el lugar de trabajo
en todas sus formas. Una cultura inclusiva promueve el respeto y la
colaboración entre los miembros de la organización, lo que facilita la
productividad y el rendimiento.
Desafío IV: Valores subyacentes
Por mucho que se valore la diversidad, las
organizaciones no pueden desatender su cultura y sus valores subyacentes,
son su ADN, su esencia, lo que quisieron construir sus fundadores y lo que
pretenden sostener sus accionistas. Nos encontramos entonces con que es posible
que algunas características de la diversidad no sean compatibles con la cultura
y los valores de la organización.
Una organización que promueve la igualdad de
género obviamente enfrentaría dificultades para admitir a alguien que tiene
creencias o actitudes misóginas.
Para garantizar la diversidad de pensamiento
sin perder la cultura y los valores subyacentes, se pueden seguir algunas
estrategias:
- Comunicar
claramente los valores y la cultura de la organización: es importante que todos los
miembros de la organización comprendan los valores y la cultura que se
quieren mantener y que se comuniquen con pasión, elocuencia y
frecuencia.
- Promover
la inclusión y la diversidad: se deben establecer políticas y prácticas que promuevan la
inclusión y la diversidad de opiniones, experiencias y perspectivas en la
organización.
- Fomentar
el diálogo y el respeto: fomentando espacios de diálogo y discusión donde se pueda
debatir de manera respetuosa y constructiva.
- Ser
flexibles y abiertos al cambio: Significa estar dispuestos a
adaptarse y cambiar en función de las necesidades y circunstancias
cambiantes de la organización y del entorno en el que se desenvuelve.
Desafío V: Valores y conductas
Las organizaciones deben asegurarse
que las políticas, conductas y prácticas de la organización reflejen los
valores y objetivos establecidos. Deben ser transparentes, coherentes y
asegurarse de que todos los empleados se adhieran a estos estándares.
Para encarnar sus valores en la práctica
diaria, es decir, en comportamientos específicos, las organizaciones pueden
tomar en cuenta algunos pasos prácticos como:
- Definir
claramente los valores fundamentales: de manera simple y sencilla de
entender por todos los colaboradores.
- Identificar
comportamientos específicos que reflejen estos valores: Si el valor es la
integridad, los comportamientos podrían ser: respetar la confidencialidad,
ser honesto, cumplir las promesas y compromisos, predicar con el ejemplo,
etc.
- Comunicar
los comportamientos a los empleados: Los empleados deben saber
exactamente lo que se espera de ellos. Esto puede hacerse a través de
reuniones, capacitación y comunicados por todos los medios corporativos
disponibles.
- Mensurar
el desempeño:
Estas medidas pueden incluir evaluaciones de desempeño, retroalimentación
de los clientes, encuestas de satisfacción de los empleados.
- Premiar
los comportamientos positivos: Estas recompensas pueden incluir
incentivos económicos, reconocimientos públicos, oportunidades de
desarrollo.
- Enfrentar
los comportamientos negativos: Esto puede implicar medidas
disciplinarias, capacitación adicional, incluso la terminación del empleo
en casos extremos.
Podemos crear organizaciones a nuestra imagen y semejanza, donde todos sus miembros compartan nuestros gustos y caprichos, pero difícilmente crezcan. Si nuestro mencionado club de fumadores de cigarrillos se convierte simplemente en un club de fumadores o irónicamente de “contaminadores del medio ambiente por consumo de tabaco”, seguramente dará cabida a muchos más, conservando el “fit cultural” de amor por el tabaco y evitando encerrarse en la “pureza ideológica o valorativa”.
Las organizaciones no pueden escapar al
mandato de crecer y
ello implica tanto conservar lo que son, su esencia, pero con suficiente
apertura a considerar nuevas ideas y realidades.
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