Por Sergio del
Casale, BUPY Cluster Director ( Bolivia, Paraguay and Uruguay) and Uruguay
Country Manager - DHL
Cuando
pensamos en qué cosas nos motivan en nuestro camino dentro de las
organizaciones, creo que ya no basta con tener a Maslow como marco de
referencia. El mundo está cada vez más complejo y más diverso, y hoy nos
encontramos conviviendo en las organizaciones con 3 y hasta 4 generaciones,
donde los componentes de su estructura motivacional, varia casi tanto como
varia la brecha tecnológica que tengo hoy con mis hijos.(Cuando creo que acorté
la brecha, ellos ya están con algo nuevo…)
Entonces,
si decimos que valoramos la diversidad en las organizaciones, ¿podemos pensar
en una única manera de hacer que nuestra gente tenga todos los días el mejor
día en su trabajo?
Yo creo
que no y es por eso que el tema de la diversidad es algo que me apasiona y a su
vez ocupa una parte importante de mi agenda del día a día.
Hace
unos meses tuve la fortuna de estar en la fiesta de despedida de Oscar, que
luego de casi 35 años de trabajo en la empresa (su primer trabajo formal) y
poco más de 60 años de edad, festejaba que se jubilaba.
Muy
interesante el panorama, ya que en la misma fiesta teníamos gente que había
ingresado a la compañía en los 80’, en los 90, en el 2000 y en esta década.
Casi cuatro generaciones reunidas para festejar.
Ahora,
¿podemos pensar que todos querían la misma fiesta? ¿La misma Música? ¿La misma
comida y hasta la misma bebida? Claro que no! Entonces, ¿porque pensar que en
su trabajo diario los moverían los mismos intereses, si eso no pasa en la
simple organización de una despedida?
En la
reunión, me acerqué a Oscar, que estaba con su grupo de amigos, y le pregunté
qué es lo que lo motivaba cuando ingreso a la compañía, allá cuando empezaba la
década del 80; y qué hizo que haya
decidido estar toda su vida con nosotros. Su respuesta fue muy simple y concreta,
el buscaba un trabajo para toda su vida, quería un sueldo que el considerara
justo por su labor, y considerarse un “recurso” útil para la compañía. Sus
expectativas de la compañía no iban mucho más allá de eso. Su motivación se
canalizaba por el lado de la seguridad en el trabajo.
¿Podemos
imaginar cómo se sentía Oscar cada vez que me escuchaba hablar de la necesidad
de un cambio constante para adaptarnos a las nuevas reglas del mercado?
Seguí
caminando por el parque donde habíamos organizado el festejo, y me encontré con
el grupo de mi generación, los que habíamos ingresado en la década del 90.
No
podían creer que la única experiencia laboral de Oscar había sido en nuestra
compañía, y si bien valoraban el compromiso que siempre había demostrado con su
tarea, veían que todo el grupo de Oscar nunca se había involucrado como ellos
en otros aspectos del trabajo, valorando ese grupo más la contribución
individual que la interrelación con otras actividades u otras áreas de la
compañía.
Interesado
por sus comentarios, no pude resistirme de preguntarles qué valoraban cuando
entraron a trabajar con nosotros.
Lo
primero que me dijeron fue que para ellos era fundamental el involucramiento y
que si no se sentían a gusto con lo que estaban haciendo, buscaban otro rumbo
laboral, y que la razón por la cual seguían en la Compañía era por sentirse
involucrados, y no por un tema de seguridad laboral. Para ellos el tema de la
compatibilidad de los valores personales con los valores de la compañía es un
“Must”, y que a diferencia del grupo anterior, donde estaba Oscar, para ellos
es fundamental poder discutir ideas con los líderes, y poder desafiarlos para
conseguir un resultado mejor. A esto le agregaron, y no me sorprende, que
valoran mucho el entrenamiento y la posibilidades de desarrollo que les dé la
compañía, y que claramente esa es una responsabilidad de la empresa.
No me
sorprendió mucho su respuesta, ya que venimos trabajando mucho con esta
generación, que al final de cuentas es la que hoy está manejando la compañía, pero
es interesante ver como en menos de 10 metros de distancia , teníamos dos
grupos bien definidos, con motivaciones bien diferentes.
Cuando
me estaba alejando de este grupo, obviamente se dieron vuelta y me dijeron que
iban a cambiar la música, ya que no se sentían identificados con lo que estaba
sonando…
Seguí
caminando y me acerque al grupo de los más ruidosos, los que entraron en los
últimos años.
Por más
que están muy contentos trabajando aquí, y así lo expresan a diario, ven muy
lejana, y casi imposible la posibilidad de jubilarse en este trabajo. Ellos
tienen un espíritu emprendedor, y varios están encarando proyectos personales
paralelos. Ven como fundamental un equilibrio entre sus actividades personales
y profesionales y su trabajo, y marcan bien la diferencia entre ambos,
exigiendo respeto por su tiempo personal. Casi la única razón por la cual se
quedan en el trabajo es por su conexión emocional, tanto con la compañía como
con el grupo. No conciben el trabajo si no es en red, y el networking pasa a
ser parte fundamental de su diaria.
Necesitan entender y procesar las razones
de porque hacen algo, antes de comprometerse y por eso exigen una comunicación
abierta y clara, y de las más diversas formas. Por último, y tampoco fue
sorpresa, tienen claro que el desarrollo profesional es responsabilidad de
ellos, y no le asignan esa responsabilidad a la compañía, pero si requieren apoyo institucional. Por eso
valoran y buscan el cambio, y por eso no entienden como Oscar pasó tanto tiempo
en su trabajo valorando más la seguridad de trabajar para una gran Compañía,
que la acción y el cambio continuo… (Quizás Oscar les hace acordar un poco a
sus padres).
Cuando
me iba de la fiesta, después de un abrazo interminable con Oscar, pensaba en lo
importante del entendimiento de la diversidad, si queremos seguir siendo una de
las mejores compañías para trabajar, como lo venimos siendo desde hace más de
10 años.
Y sigo
pensando lo mismo que siempre. Al final de cuentas, todo es un back to the basics.
No hay una sola formula, no hay un solo modelo. No todos se motivan con un
stretch as signment, ni con una promoción. No todos buscamos lo mismo, y por
eso lo primero que debemos hacer es escuchar. Todos los que manejamos las
compañías debemos entender esta diversidad con la que convivimos, y no
olvidarnos de ningún grupo, si realmente sentimos que todos son importantes (y
digo sentimos, porque decirlo es lo más fácil, pero eso solo no alcanza).
El arte del management de la diversidad se basa en
la escucha activa, la empatía,
la confianza que se genera a través de éstas, y la posibilidad de ejecución
de diversas acciones que no solo apuntan a un grupo, sino a los diferentes
grupos y generaciones que atraviesan nuestra compañía, y conviven en base al
respeto de que no a todos nos motivan las mismas cosas.
En
nuestro negocio, la diversidad es un asset que debemos cuidar para llevar
adelante nuestro lema de respeto y resultados. Cada negocio es un mundo y cada
compañía sabe si la diversidad es un tema de atención y cuidado como es en
nuestro caso.
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