Por Leandro A. Viltard - Titular de LV Business Consultant.
Ex Ejecutivo de IBM, PepsiCo y Silicon Graphics. Profesor de Grado y MBA´s , de universidades locales e internacionales. Autor de libros y publicaciones de negocios y RSE.
En más de 35 años de profesión aprendí que la implementación de un proceso resulta fundamental a los efectos de conseguir resultados; sin proceso, el resultado se torna azaroso y eventual. El manejo del talento no debería escapar a este precepto.
El otro día, tomaba un café y me
preguntaba al respecto de algunos aspectos que hacen a este proceso y que
merecen algunas consideraciones.
¿Se toma al mejor?
Ciertamente, no lo creo y esto es
debido –entre otras razones- a que el tope del talento que se pretende
incorporar está dado –en gran medida- por el talento del jefe que toma y sus
perspectivas de futuro. Ampliemos un poco este tema:
a) Estamos en un momento histórico en el que no se
observan grandes crecimientos en la economía mundial; digamos, un período
amesetado. Como resultado, muchas empresas logran equilibrarse -por tiempos
breves- gracias al despido de personal, no existiendo –asimismo- gran movilidad
de posiciones ni dentro ni fuera de ellas. Por ende, si tu jefe no cuenta con
perspectivas de movimiento –lo que es muy probable- ¿por qué tomaría a un high
flyer que -en breve plazo- le pedirá más responsabilidades y desafíos…y hasta
quizá su propia posición? ¿a dónde iría él en este último caso? ¿No te dijeron
alguna vez que eras “número puesto” y que todo iba bien en la búsqueda que
participabas, hasta que te entrevistaste con tu futuro jefe.
b) Lo anterior deriva en variadas alternativas que ya habrás escuchado infinidad de veces al participar en búsquedas: “Excedes la posición ofertada”. Claro que no habrás entendido y –peor aún- si la posición y la empresa te gustaban y estabas seguro que podías hacer un buen trabajo; “La vacante será cubierta con un recurso interno”. Aquí surgen preguntas tales como: ¿se ha realizado la búsqueda porque se debía cumplir con procedimientos internos que imponían verificar que -en el mercado- no existieran mejores talentos que dentro de la empresa? o ¿el recurso interno es más “manejable” que lo entrevistado externamente? “Se ha decidido por otro candidato”. En este
caso me pregunto si ¿en todos los casos ese candidato era el mejor? o ¿era un
“amigo” que había sido incluido en la famosa terna a efectos de justificarla,
aunque todo estaba decidido a priori? No es la primera vez que escucho que una
consultora -en confianza con un candidato- le dice: “han tomado al más
flojito”.
¿Por qué se realiza una terna de
selección de candidatos?
En mis años de experiencia desarrollando negocios, he aprendido que un
producto debe resolver un problema del cliente y que –por lo general- existe un
solo producto que pueda satisfacer este requisito. Con el fin de que esto
ocurra, resulta menester ahondar en las necesidades del cliente y en el dolor
que tiene al no resolverlo. Asimismo, los consultores no suelen contar con
experiencia de línea y no conocen todos los planes futuros de las
organizaciones a las que les brindan asesoramiento (¿los conocerán sus
ejecutivos?), por lo que me pregunto si
están en condiciones de evaluar las características del puesto y discutirlas
con los ejecutivos de las empresas. Bajo este entendimiento, ¿tiene sentido
confeccionar ternas que se asemejan a recetas de cocina que parecen decir:
necesitamos incluir más de este ingrediente y sacarle más de otro? Los casos
que he escuchado y vivido me indican que estas ternas sugieren una falta de
claridad en lo que se busca y pretende.
A este punto se plantean las
siguientes preguntas: ¿Los ejecutivos de la empresa saben cuál es su dolor y
cómo mitigarlo? ¿A los consultores de RH se les han dado los elementos
necesarios como para comprender el problema y cuentan con las herramientas como
para entenderlo en profundidad? ¿Tanto los ejecutivos como los consultores
conocen al respecto del devenir futuro de la organización y de la industria a
efectos de adelantarse a los requerimientos con la búsqueda actual?
¿Cómo y quiénes evalúan las
características blandas del candidato?
En la medida en que se asciende
en la escala de una firma, cada vez más son requeridas características blandas
o soft skills (por ejemplo: personalidad, relaciones interpersonales,
comunicación, trabajo en equipo y liderazgo) por sobre las duras o hard skills
(referidas –principalmente- a conocimientos técnicos). A esto se agrega que
muchos temas técnicos están siendo resueltos –en modo progresivo- por sistemas
informáticos (algunos con cierta inteligencia) que deben ser interpretados y,
luego, tomadas las decisiones correspondientes por parte de seres humanos.
Las preguntas que me inquietan: ¿Quiénes son las personas –dentro o fuera
de la organización-que están en condiciones de evaluar este tipo de
características? ¿Son los test de personalidad de siempre la vía adecuada
para concluir sobre este tema? ¿Quiénes son los que los interpretan y toman las
decisiones finales al respecto de los candidatos y en base a qué medios las
toman? ¿Estamos todos en condiciones de
evaluar estas características o nos posicionamos en el asunto por un matching
entre nuestra personalidad con la del otro? (o sea, cuanto más parecido a mí
sea el candidato, mejor porque es sabido que el trato con “iguales” es mucho
más fácil).
¿Se buscan realmente innovadores?
Las empresas recitan que
necesitan innovadores y los buscan en el mercado, pero ¿cómo los buscan y con
qué proceso los selecciona? Hacer siempre lo mismo, no debería llevarnos a
pretender obtener distintos resultados.
A este punto, los procesos de
búsqueda y selección son siempre muy parecidos: envíe su CV, entrevista
estándar con la consultora y con la empresa (qué hizo, cómo lo hizo, por qué se
fue, por qué volvió, sus fortalezas, sus debilidades…) y –por qué no- algún
test de personalidad. Nada cambia, nada distinto. Todo muy predecible.
Resumiendo:
- Las empresas y las consultoras deberían comenzar a replantearse los elementos fundamentales de los procesos de búsqueda y selección a efectos que los mejores sean incorporados. Las prácticas del pasado ya no dan garantías para lo que se está requiriendo.
- Buscar el talento en los lugares tradicionales resulta una pérdida de tiempo. Lo distinto e innovativo solo se lo encuentra en los lugares insospechados e inesperados.
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