El considerar y eventualmente aceptar un cambio de trabajo es una de las etapas normales del desarrollo profesional. Permite un aprovechamiento de talento para quien contrata y si bien resulta una pérdida de alguna magnitud para la empresa que deja, es una oportunidad para identificar alternativas a quien se retiró.
Hasta aquí no hay una situación por considerar, salvo el genérico de la retención de talentos para la organización. Pero, ¿qué sucede si la alternativa que se presenta es para ir a un competidor directo? En este punto aparecen otros interrogantes
La primera cuestión es una sensación de lo que podríamos denominar cambio de camiseta. Si jugué para un determinado equipo, ¿cómo me voy a sentir trabajando para el equipo contrario? ¿Qué van a decir mis colegas de la organización a la cual pertenecía? ¿Soy un desertor? ¿Soy un traidor? En general son planteos emocionales basados en la sobrevaloración de la propia función y la creencia en lo imprescindible que muchos funcionarios, particularmente los de la alta gerencia, tienen en relación a la latitud de la función desempeñada
Considerar la posibilidad de aceptar una posición gerencial en una organización que compite con aquella en la que la persona se desempeña debería considerarse como siempre se hace en este tipo de circunstancia: evaluar la propuesta en función de los méritos de la misma. El proceso previo de entrevistas debe realizarse con algunas limitaciones obvias, entendiendo todos los involucrados que existen ciertos límites que no es apropiado cruzar.
De todas maneras se debe señalar una cierta licencia que tienen muchas personas al referirse a su desempeño profesional: hablan más de la empresa en general y bastante menos en relación a su propio trabajo, refiriéndose muchas veces en tercera persona, lo que debería hacerse en primera.
En el proceso de cierre de una negociación en la cual está involucrado un pase a un competidor directo hay que aceptar que en el mismo momento que la persona informa a quien corresponde dentro de la matriz organizacional que se retira para asumir una responsabilidad en un competidor, esa conversación implica el conocimiento que son los últimos minutos que dentro del ámbito geográfico del empleador actual tendrá la persona renunciante.
La experiencia indica que más allá del impacto inicial que la decisión puede tener en el ánimo de las personas cercanas a quien deja una posición, no debería ser el fin del mundo para nadie.
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