Por Jorge Mosqueira
Propietario de Mosqueira y
Asociados
Profesor Titular de RRHH en la
Universidad de La Matanza
Profesor Titular de
Administración de Personal de la UBA
Columnista permanente del diario
La Nación
Los estudios e informes por
encargo pueden terminar diciendo más de lo que intentan describir.
Tal es el caso de Ricoh, que se
interesó por la utilización de la información digital en Europa, donde se
identifica que las pequeñas y medianas empresas están migrando con mayor
velocidad a los medios digitales que las empresas grandes. Dos tercios de las
pymes (el 64%) habrán de tener digitalizados todos su informes en los próximos
tres años. La cifra que incluye a las grandes compañías llega al 46%.
El estudio señala los pros y los
contras de esta tendencia, siempre ajustado a los resultados obtenidos. Lo
bueno del asunto es que se aspira a modelos productivos de mayor agilidad,
compartir conocimiento entre compañeros o equipos de trabajo y aumento de la
capacidad y velocidad de respuesta a sus clientes. Las contras están basadas en
los miedos. A mayor acceso a la información, todo aquello que siempre fue
considerado crítico o confidencial se encuentra en varias manos o, para decirlo
mejor, en varios dispositivos portátiles, por lo que el peligro de filtraciones
es mayor.
Si la tendencia, como es evidente
y ya contemporánea, persiste, ha nacido una nueva denominación para los
trabajadores: son los iWorkers, un neologismo proveniente de los equipos de
Apple, a partir de los iPod, iPad, etcétera. Textualmente, el informe habla de
"la presencia de los iWorkers en el futuro, trabajadores fiables y
cualificados que tienen acceso las 24 horas, los siete días, a toda la
información necesaria para satisfacer las necesidades de la compañía y sus
clientes."
Esta afirmación y pronóstico
cambia la dimensión de los efectos, y pasa de la estructura del negocio a la
estructuración del trabajo. Carece de novedad que en ciertas empresas o en
ciertos puestos se exige disponibilidad absoluta, cualquier día, a cualquier
hora. Hay casos justificados, en particular aquellos que atienden situaciones
críticas e imprevisibles, como médicos, bomberos, fuerzas de seguridad en
general, y todos que se encuentran legitimados por la función que cumplen. Otra
cuestión es incluir a todos los empleados o la mayoría de ellos en el perpetuo
online al servicio de la empresa o de los clientes.
Aclarado este punto, vale la pena
revisar los antecedentes y las consecuencias. Según Lewis Munford, el invento
crucial para inaugurar una nueva época fue el reloj. Al aparecer los segundos,
las horas y los minutos se dividió el tiempo en tajadas y fue posible
distribuirlo. Hasta entonces, los parámetros habituales eran los amaneceres y
atardeceres.
El instrumento creció en
importancia a partir de los procesos industriales, cuyo máximo exponente fue el
ingeniero Frederick Taylor, contabilizando los segundos que podía llevar cada
operación. Aun hoy el horario prevalece sobre los resultados en la mayoría de
los casos. Sirve tanto para el empleado como para el empleador, con pautas
establecidas por ley: tiempos mínimos de descanso, ausencia por fallecimiento,
vacaciones y otra buena cantidad de regulaciones que nacieron, precisamente,
para poner orden a la disponibilidad y responsabilidad de las tareas de cada
uno.
¿Dónde encajarán los iWorkers si
esta masa de empleados crece? Si es posible estar conectado con el trabajo todo
el tiempo, ¿cuál es el tiempo del no trabajo?
Es preciso detenerse y proponer nuevos
esquemas en la relación laboral, tan razonables como posibles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario