NOVIEMBRE 2024

miércoles, 29 de enero de 2014

iWORKERS


Por Jorge Mosqueira
Propietario de Mosqueira y Asociados
Profesor Titular de RRHH en la Universidad de La Matanza
Profesor Titular de Administración de Personal de la UBA
Columnista permanente del diario La Nación

Los estudios e informes por encargo pueden terminar diciendo más de lo que intentan describir.
Tal es el caso de Ricoh, que se interesó por la utilización de la información digital en Europa, donde se identifica que las pequeñas y medianas empresas están migrando con mayor velocidad a los medios digitales que las empresas grandes. Dos tercios de las pymes (el 64%) habrán de tener digitalizados todos su informes en los próximos tres años. La cifra que incluye a las grandes compañías llega al 46%.

El estudio señala los pros y los contras de esta tendencia, siempre ajustado a los resultados obtenidos. Lo bueno del asunto es que se aspira a modelos productivos de mayor agilidad, compartir conocimiento entre compañeros o equipos de trabajo y aumento de la capacidad y velocidad de respuesta a sus clientes. Las contras están basadas en los miedos. A mayor acceso a la información, todo aquello que siempre fue considerado crítico o confidencial se encuentra en varias manos o, para decirlo mejor, en varios dispositivos portátiles, por lo que el peligro de filtraciones es mayor.

Si la tendencia, como es evidente y ya contemporánea, persiste, ha nacido una nueva denominación para los trabajadores: son los iWorkers, un neologismo proveniente de los equipos de Apple, a partir de los iPod, iPad, etcétera. Textualmente, el informe habla de "la presencia de los iWorkers en el futuro, trabajadores fiables y cualificados que tienen acceso las 24 horas, los siete días, a toda la información necesaria para satisfacer las necesidades de la compañía y sus clientes."
Esta afirmación y pronóstico cambia la dimensión de los efectos, y pasa de la estructura del negocio a la estructuración del trabajo. Carece de novedad que en ciertas empresas o en ciertos puestos se exige disponibilidad absoluta, cualquier día, a cualquier hora. Hay casos justificados, en particular aquellos que atienden situaciones críticas e imprevisibles, como médicos, bomberos, fuerzas de seguridad en general, y todos que se encuentran legitimados por la función que cumplen. Otra cuestión es incluir a todos los empleados o la mayoría de ellos en el perpetuo online al servicio de la empresa o de los clientes.
Aclarado este punto, vale la pena revisar los antecedentes y las consecuencias. Según Lewis Munford, el invento crucial para inaugurar una nueva época fue el reloj. Al aparecer los segundos, las horas y los minutos se dividió el tiempo en tajadas y fue posible distribuirlo. Hasta entonces, los parámetros habituales eran los amaneceres y atardeceres.

El instrumento creció en importancia a partir de los procesos industriales, cuyo máximo exponente fue el ingeniero Frederick Taylor, contabilizando los segundos que podía llevar cada operación. Aun hoy el horario prevalece sobre los resultados en la mayoría de los casos. Sirve tanto para el empleado como para el empleador, con pautas establecidas por ley: tiempos mínimos de descanso, ausencia por fallecimiento, vacaciones y otra buena cantidad de regulaciones que nacieron, precisamente, para poner orden a la disponibilidad y responsabilidad de las tareas de cada uno.

¿Dónde encajarán los iWorkers si esta masa de empleados crece? Si es posible estar conectado con el trabajo todo el tiempo, ¿cuál es el tiempo del no trabajo?

Es preciso detenerse y proponer nuevos esquemas en la relación laboral, tan razonables como posibles.

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