NOVIEMBRE 2024

sábado, 29 de junio de 2013

VIVIR LA RSE


Por Sergio Tarallo, CFO, Gas Natural Fenosa, Argentina.

Mucho se habla de la Responsabilidad Corporativa o Responsabilidad Social Empresaria, pero lamentablemente mucho se habla situándose en posiciones extremas. Están los que dicen que la única responsabilidad de una empresa es cumplir adecuadamente con su objeto social, que haciéndolo muy bien y pagando los impuestos ya se cumple con la sociedad. Luego están otros, que asumen que la empresa tiene que ser responsable de solucionar todos los problemas que existen alrededor de la misma, asumiéndola como una institución casi de caridad. Como en todo, siempre debe primar el equilibrio, dado que los extremos suelen no ser buenos. Y este tema no escapa a esa regla.

Claramente no se puede ser una empresa responsable si ni siquiera realiza correctamente su objeto social y paga sus impuestos. Más bien, esa es la base, el fundamento sobre el cual tiene que construir una influencia positiva con todas las partes interesadas con las que interactúa (
stakeholders).Y nuevamente el equilibrio entre todas las partes interesadas debe primar, porque si sólo se intentara beneficiar a una de ellas, la empresa dejaría de ser sustentable.

Todos los
stakeholders deben resultar beneficiados por la acción de la empresa de forma incremental y progresiva, pero equilibrada; en una integración armónica de todos los intereses. Mal se puede beneficiar en exclusiva a uno de ellos, en perjuicio de los otros. Podrá ser efectivo para una de las partes interesadas en el corto plazo, pero inviable para todos en el mediano o largo. En ese crecimiento armónico la empresa tiene que atraer a clientes que le quieran comprar, a proveedores que compitan por suministrarle, a empleados que quieran ser contratados y permanecer en ella, a accionistas que deseen invertir en su expansión y crecimiento, a una sociedad que quiera contar con esa empresa y que lamente eventualmente perderla, y a un Estado que terminará beneficiándose a través de los beneficios, valga la redundancia, de todos los nombrados anteriormente.

La Responsabilidad Corporativa claramente no puede ser una moda o un comportamiento manada, sino que tiene que ser una convicción. No tiene que ser un mero enunciado de ideales o de temas que terminen encuadernados en un librito que quede bien lucirlo en una biblioteca, sino que tienen que ser vividos por cada uno de los integrantes de la organización que dice tener Responsabilidad Corporativa.

Esta vivencia de la Responsabilidad Corporativa es un proceso continuo, no nace de un día para el otro, sino que es un proceso que se va desarrollando a lo largo del tiempo. En ese proceso continuo, seguramente surgirán contradicciones entre los ideales y la realidad, que podrán verse como una negación de la característica de una empresa responsable. Esas contradicciones existen porque las empresas no son organizaciones perfectas, porque están formadas por seres humanos que tampoco gozan de tal cualidad. Exigirle a la empresa una perfección que no se posee como persona, es como mínimo utópico.

Lo que si debe haber es una voluntad de no incurrir en dichas contradicciones. Pero una vez incurridas, corregirlas; que se vea que el rumbo o la meta es cumplir con esos valores, aunque en el camino existan baches. Cuando uno está dentro de su organización conoce sus debilidades, y a veces ese conocimiento de detalle impide ver el bosque. Claramente es preferible trabajar en una empresa que tenga ese objetivo, aunque no sea perfecta, que en otra que ni siquiera se lo plantee.

Volviendo al concepto de vivir la responsabilidad con convicción: más genuina, convincente y perdurable será la responsabilidad corporativa, cuanto más armónicamente integrada esté con el negocio. Cuando hablamos de integración con el negocio, no nos referimos a que sea una herramienta para conseguir más beneficios, sino que sirva para hacer que el negocio sea sustentable, a través del desarrollo de la comunidad en la que se desempeña, en un auténtico ganar-ganar (win-win).

Esa comunión entre negocio y responsabilidad, hace mucho más genuino el ejercicio de la Responsabilidad Corporativa, y también hace que la inserción en la comunidad y la responsabilidad social sean un genuino valor vivenciado. Adicionalmente, un aspecto no menor es que permite asegurar su perdurabilidad, minimizando el riesgo de que desaparezca en la primera reducción de costos, y/o que sea una moda pasajera, un producto de la buena voluntad del ejecutivo de turno.

Para finalizar, vuelvo al concepto de equilibrio. Mal puede una empresa desarrollar su responsabilidad corporativa si no se desarrolla en un clima propicio para sus negocios y si no es rentable. Si como país generamos un clima de negocio que atraiga cada vez a más inversores, más acciones de responsabilidad tendremos. Generemos entonces como país esas condiciones, de lo contrario nos quedaremos sin el pan y sin la torta.

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