Por Enrique Dans, Profesor de Sistemas de Información en IE Business School, Lic en Ciencias Biológicas por la Universidad de
Santiago de Compostela, MBA en IE Business School, Ph.D. en Sistemas de Información en UCLA, es investigador y consultor.
Es uno de los temas que más llaman la
atención cuando hablamos del uso de nuevas tecnologías sociales, y
particularmente cuando planteamos diferencias generacionales: la aparición de toda una generación de
usuarios con una vocación absoluta por la transparencia, por la ausencia de
privacidad, por el “aquí estoy y estoy haciendo esto”, por el “estos son mis
datos”.
En este momento, se plantea ya casi en forma de lucha: mientras un
sector de la población se resiste con fiereza a los excesos de control
planteados por gobiernos y empresas en base a la seguridad o a la explotación
comercial más o menos intrusiva, otro sector, con usos y costumbres radicalmente
diferentes, se mete en redes sociales y herramientas de diverso tipos y lo
revelan todo de sí mismos sin el menor pudor ni consideración hacia la
privacidad, llegando a extremos que a muchos harían sentir completamente
incómodos, al borde del sonrojo.
Personas a las que no sólo no les preocupa que haya mucha información
suya disponible en la red, sino que además quieren que así sea. Quinceañeras
que suben a la red series enteras de fotos hechas por sí mismas en el espejo
del baño, completamente sobreexpuestas con el reflejo del flash y sobre una
pared de azulejo sin el menor miedo a ser consideradas ególatras o
exhibicionistas, usuarios de móvil que no dudan en instalarse aplicaciones que
comparten su posición en cada momento, pensamientos personales de todo tipo
dentro de lo que muchos considerarían la más estricta intimidad, que aparecen
expresados en la identidad del messenger o en el estatus del
Tuenti, a la vista de todo el que pase por allí. Ausencia total de
preocupaciones sobre muchos de los temas de seguridad, intimidad y privacidad
que sus mayores consideran fundamentales. Si no estás, si no compartes, si no
lo cuentas, no existes, te conviertes en un paria social.
Vivimos un cambio de tendencia. No sé si son inconscientes, si no se lo
han planteado, si pasan del tema o si simplemente les gusta así. Pero son
diferentes. Su nivel de apertura y de transparencia en su información excede
con mucho lo que una persona de la generación anterior se podría llegar a
plantear, y si lo hiciese, sería visto como completamente extravagante.
Son diferentes, y esas diferencias no forman parte de una casualidad, ni
de un hecho puntual: representan una tendencia en toda regla. Y sus consecuencias,
en un entorno como el que vivimos, van a llegar a muchos sitios.
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