Por Jorge Mosqueira
Propietario de Mosqueira y Asociados
Profesor Titular de RRHH en la Universidad de La Matanza
Profesor Titular de Administración de Personal de la UBA
Columnista permanente del diario La Nación
El postulante espera en la sala de recepción y el selector lo va a buscar para realizar la entrevista en su oficina. Van juntos por un pasillo corto y el selector lo toma de la mano, como si fueran una pareja paseando por el parque.
Otro postulante se enfrenta a un hecho inesperado. Observa que, mientras se desarrolla la entrevista, el selector manifiesta síntomas de malestar y cuando éste intenta levantarse, cae al suelo, víctima de un ligero desmayo. ¿Qué hacer?
En otra oportunidad, en medio del diálogo convencional sobre condiciones de trabajo, expectativas, etcétera, suena una alarma. La secretaria ingresa a la oficina y anuncia que hay que desalojar el lugar y salir a la calle.
Sólo uno se incorporó inmediatamente al grupo de bomberos, y alentó a arrojarse mediante gritos al suicida que titubeaba sobre el borde de la terraza de un edificio de cuatro pisos.
Todas estas situaciones descriptas hasta aquí fueron preparadas y grabadas para cubrir la pasantía en el área de Eventos y Patrocinios de la empresa Heineken, auspiciantes de la UEFA Champion League, entre otros deportes. Quedaron tres finalistas y se resolvió la elección del postulante mediante el voto del equipo interno de marketing, sobre la base de las filmaciones realizadas.
Cuando en materia de selección de personal parecería haberse inventado todo, aparece esta novedad: crear un incidente absolutamente inesperado y observar la conducta del postulante.
El intento es válido si tenemos en cuenta que las entrevistas fueron tomando un formato convencional, donde las preguntas son casi siempre las mismas y, por lo tanto, las respuestas se ajustan a lo esperado.
Hay cientos o miles de consejos sobre cómo vestirse, estrechar la mano, qué contestar u omitir, estar atentos con la expresión corporal y todos los pequeños detalles que deberían rodear a una entrevista de trabajo para ser exitosa. Es decir, dejar una buena impresión para ser convocado. Quienes han padecido múltiples entrevistas de empleo han adquirido una experiencia tan vasta que llegan a aburrirse. Es algo así como ver la misma escena con distintos actores infinidad de veces, pero con la diferencia de que se trata de un guión que está muy lejos de parecerse a un texto de Shakespeare. Y algo similar, a veces, le sucede al selector.
La selección de personal puede ser un arte o una caricatura. Depende, claro está, de los medios de que se disponga. No es sencillo preparar un simulacro de suicidio, pero siempre puede estar al alcance de la mano la imaginación y la creatividad -mucho más económicas- fuera de los cánones convencionales o las técnicas de moda. El novedoso procedimiento no es una receta, sino una invitación.
Quien fue elegido para ocupar el puesto fue aquel que espontáneamente se unió al grupo de bomberos. La acción definió con claridad qué se buscaba. Su ingreso a la empresa le fue comunicado a través de los carteles del estadio, en la presentación inicial de un partido de fútbol entre la Juventus y el Chelsea.
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