NOVIEMBRE 2024

domingo, 29 de abril de 2012

MUJERES EN EL AMBITO LABORAL

Por Fabiana Gadow - Human Resouces Director, Latin American Countries - Deloitte

La inserción de la mujer en el ámbito laboral es una de las dimensiones más relevantes de la diversidad de los últimos años. Implica un cambio cultural que naturalmente impacta en la agenda de la gestión del talento y en la mirada de la realidad laboral tanto de hombres como de mujeres.

Numerosas investigaciones demuestran que la participación cada vez mayor y protagónica de la mujer en la economía mundial; como un segmento en crecimiento del mercado laboral y del consumo, como portadora de capacidades hoy muy necesarias, como decisoras de compras, contribuye con el fortalecimiento de la performance de los talentos y de las empresas.

Nuevas habilidades para un nuevo escenario laboral

Las mujeres representan una oportunidad no sólo por su participación creciente, sino también por poseer atributos y destrezas complementarias a las tradicionalmente denominadas habilidades masculinas. Hasta los años ´60 los hombres y las mujeres recibieron distintas señales de lo que se esperaba de cada uno. De las mujeres, que fueran esposas, madres, voluntarias en la comunidad, maestras y enfermeras, emocionales, afectivas y vulnerables. Sus habilidades se centraban en cooperar, apoyar, ofrecer respaldo, comprender y brindar servicio a los demás, mientras que de los varones se esperaba que fueran competitivos, fuertes, decisores y que mantuvieran el control. Estas expectativas, que operaron fuertemente en la construcción de modelos predominantes y en la socialización, explican alguna de las diferencias que todavía hoy podemos encontrar.

¿Existen motivaciones femeninas distintas de las masculinas en el ambiente de trabajo?

Las clásicas teorías sobre la motivación no hacen diferencia alguna por género. Claramente el ser humano tiene características únicas en general, y en relación a los motivadores en particular. Sin embargo, se puede decir que hay algunos elementos que atañen a las mujeres particularmente, producto de su historia y experiencias. Según Jane Cunningham & Philippa Roberts algunos de ellos son:

• creación de ambientes seguros,

• esfuerzo continuo por mejorar el estado de las cosas y de su entorno,

• intuición y agudeza de percepción sensorial,

• deseo de conectarse, solidarizar y empatizar,

• profundidad y cuidado del detalle y

• compromiso de generar mayor valor y oportunidades.


¿Sólo las mujeres enfrentan complejos desafíos?
A pesar de la masiva incorporación al mercado laboral de la mujer y según el grado de desarrollo de cada sociedad particular, todavía enfrenta obstáculos y barreras a la hora de compatibilizar su carrera con otras obligaciones, lo que le exige mayor energía y esfuerzo en el ámbito del trabajo.

Pero también a los hombres se les presenta el desafío de cómo comportarse, qué decir y qué no, de ajustar su estilo de conducción en un entorno cada vez con mayor presencia femenina, y de desarrollar un estilo con el que las profesionales y ellos mismos se sientan cómodos. No es propio de un solo género identificar una cualidad de liderazgo personal. Todo talento que espere tener una carrera exitosa debe conocerse y valorarse, entender el entorno en el que se desenvuelve.

Pareciera que ante esto la clave no está en buscar un estilo de liderazgo propio o complementario, sino en ser auténtico, pero al mismo tiempo muy respetuoso, flexible y abierto a las diferencias.


El modelo femenino de carrera
Pareciera no existir un patrón femenino lineal o único de carrera, sino que los, giros, transiciones, cambios y compromisos hacen difícil encuadrarla en un modelo estándar. Es interesante comprender que el concepto de carrera para una mujer procede de la visualización más general de su mundo, incluye la familia, los amigos y la comunidad. A menudo, las mujeres sacrifican sus propias necesidades para hacer ajustes en su carrera que les permitan incluir las variables mencionadas.

Avances científicos y estudios de comportamiento dan cuenta de que la mujer y el hombre operan con diferentes lógicas y perspectivas a la hora de comprender y moverse en el sinuoso camino del crecimiento profesional. Los roles históricamente asignados a cada género han reforzado esta diferencia. Mientras que las mujeres entienden el mundo a partir de las relaciones, conexiones, vínculos y ayuda que brindan, los hombres operan en forma más independiente y autónoma. Mientras que el desarrollo masculino comienza con el reconocimiento de la individualidad y de ahí se mueve hacia la conexión con los demás, la secuencia en la mujer es al revés: comienza con la necesidad de vincularse, y gradualmente se va dirigiendo hacia la singularidad.

A partir de los estudios mencionados, sumados a los roles históricamente asignados, y más allá de todas las diferencias y similitudes que pudieran existir entre ambos géneros, surgen las siguientes conclusiones a la hora de pensar la carrera de la mujer.

Biológicamente la mujer enfrenta mayores opciones, lo que le da un espectro más amplio a la hora de decidir por su carrera y manejarla.
La necesidad de conectarse, relacionarse, comunicarse y cuidar a los demás delinean su forma de entender y procesar su mundo: es muy probable que a la hora de tomar decisiones, estas consideraciones sean muy importantes. En general, colocan las consideraciones familiares antes que sus planes profesionales, a veces hasta el punto de postergar su crecimiento para acomodarse a las necesidades de quienes están relacionados con ella. Incluso para las que no tienen hijos ni pareja y han forjado una carrera en el mundo corporativo, el compromiso con sus seres queridos ocupa un lugar importante. Las decisiones acerca de su carrera y su ambición por el éxito también gravitan alrededor del sentido de relación con sus familiares, amigos y actividades personales..

De todos modos, no se pueden hacer suposiciones acerca de lo que las mujeres y los hombres quieren o esperan de sus trabajos, sino sólo hacer estimaciones a través de investigaciones científicas y estadísticas, pero sin olvidar que cada ser humano es único.

Nuevamente un reflejo de la diversidad

La diversidad –incluyendo las mujeres- llegó para quedarse, la única manera de desarrollarse y crecer personal y profesionalmente es aceptarla y enriquecerse. Las nuevas generaciones nacieron en un mundo donde la presencia de la mujer en el trabajo ya era un hecho y en el que la diversidad constituye un valor intrínseco. Esto las ubica en un escalón superior en el camino hacia el diálogo y la aceptación mutua.

Implica un cambio cultural hacia un paradigma inclusivo, colaborativo y de respeto mutuo. Una cultura en la que las personas se sientan cómodas porque se incentivan las diferencias, no porque unos sean mejores que otros, sino porque pueden complementarse y potenciarse, favorece la productividad y un entorno de compromiso.

Un aporte para todos

A medida que las organizaciones enfrentan cambios constantes, más incertidumbres y mayores complejidades, se comienzan a necesitar habilidades adicionales a las tradicionales más vinculadas con la cultura corporativa masculina. Cualidades imperiosas tienden a ser la flexibilidad, el manejo de la ambigüedad, la construcción de variables y tareas simultáneamente, la solidaridad, entre otras. En este contexto, el estilo femenino, caracterizado por brindar perspectivas integradoras, empatía, construcción de confianza y habilidad de establecer y preservar relaciones, pasa a ser especialmente apto y necesario para enfrentar los desafíos actuales de los negocios.

Si bien las mujeres pueden aportar con nuevos atributos resultados de su historia y aprendizaje, muchos de los obstáculos y problemáticas no son exclusivos de ellas. Su incursión en el mercado laboral también enriquece a los hombres.

La disyuntiva no es solo para las mujeres, sino también para los hombres que enfrentan cambios demográficos, sociales y familiares, y las organizaciones que más que nunca deben enfrentar los desafíos de la diversidad.

Pareciera que la convivencia de perspectivas diferentes, representan un desafío propio del mundo actual más que de algún género, generación o grupo cultural, social o demográfico.

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