NOVIEMBRE 2024

domingo, 29 de abril de 2012

EL SINDICATO COMO ALIADO


Por Ariel Cocorullo - Socio del Estudio Benegas Lynch - Cocorullo

Ante el actual escenario en que se encuentra la negociación del sindicato con la empresa, caracterizada por la crispación y las crisis de representación, se advierte la necesidad de un cambio estructural en el modelo tradicional de relación. Será, entonces, una herramienta para agregar bienestar a los trabajadores, garantizando la productividad y la competitividad de la empresa.

El modelo tradicional -que denominamos transaccional- se identifica por la tensión constante a través de acuerdos logrados después de conflictos, con innegables perjuicios para las empresas. Se trata de una lógica de acción y reacción que se caracteriza por la desconfianza que invade a sus actores. Los acompaña, más allá de la coyuntura, y se cristaliza en una relación recíprocamente autista a las necesidades e intereses del otro. Este es el punto débil del modelo y el escollo a superar para lograr un salto cualitativo.

Se propone sustituir el esquema transaccional por un modelo superador y más participativo, que se podría llamar cooperativo. En él, la empresa debe colocarse en una posición más proactiva y protagonista que reactiva, para lograr la interacción con el sindicato. Este modelo tiene lugar dentro un proceso de comunicación abierta, en un contexto de decisiones donde la estrategia de negocios a mediano plazo es explicada y conocida por todos, y se comparte a partir de intereses propios y valores comunes.

Aquí surge el rol estratégico del responsable de relaciones laborales ya que, instalada la idea de cooperación como modelo de relación, la posición adquiere una nueva dimensión.

En primer lugar será quien haga las veces de nexo entre las expectativas de productividad de la empresa y las reivindicaciones del sindicato. Seguidamente tendrá que trasladar la información entre las partes con cuidado, para mantener el mensaje. Finalmente deberá establecer los cimientos de una relación de confianza que permita lograr avances para ambas partes en materia de empleo y de productividad, categorías que son caras de una misma moneda.

Es indudable que este cambio no se logrará inmediatamente, sino que será necesario sortear adversidades para alcanzar una relación de confianza. Sin embargo, los resultados son altamente beneficiosos para la empresa. En primer lugar, tendrá conocimiento de los intereses del sindicato y sus trabajadores, algo que le permitirá evaluar la viabilidad de sus decisiones. En segundo término podrá anticipar el conflicto a efectos de mitigar su impacto. Además, podrá negociar convenios de colaboración que pueden manifestarse en la política disciplinaria, programas de eficiencia, control de ausentismo, entre otros, en los que el sindicato se comprometa a perseguir objetivos comunes. Se ve entonces a la relación con el sindicato como una herramienta competitiva.

Este camino no cuenta con fórmulas preestablecidas ni con variables que puedan arrojar parámetros. Se trata de una construcción caracterizada por el honesto interés por escuchar la contraparte de la negociación y lograr un diálogo fluido que permita edificar una relación de cooperación y confianza a largo plazo.


Publicado en La Nación y en este blog con expresa autorización del autor.

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