FEBRERO 2024

domingo, 19 de octubre de 2008

RRHH SUBPRIME - Recursos Humanos de alto riesgo


Por Guillermo Ceballos Serra
Resulta difícil hasta en este simple artículo sustraerse, aunque sea por un momento, de la crisis económico financiera que estamos enfrentando a nivel global. Así es que no lo intentaré, trataré de tomar el toro por las astas del problema que nos afecta o nos afectará en mayor o menor medida tarde o temprano.

Cuando pienso en este tema me vienen a la mente autores que no son economistas ni pensadores del campo del management, muy por el contrario, uno viene del campo de la literatura – ficción y el otro del campo de la psicología – dura realidad.

El primero es Gabriel García Márquez y su excepcional obra “Cien años de soledad” que leí hace aproximadamente 30 años. Del genio colombiano aprendí que después de las lluvias que se extienden por cuatro años, once meses y dos días, hasta en Macondo dejó de llover.

El segundo autor es Víktor Frankle, médico y siquiatra, autor de otra obra maestra “El hombre en búsqueda de sentido” que escribió después de sobrevivir tres años en los campos de Auschwitz y Dachau. Según el mismo relata en su obra se propuso tres objetivos durante su cautiverio: sobrevivir, ayudar a otros y tratar de aprender algo.

Estoy relacionando estos autores porque en medio de esta crisis quisiera contribuir con una cuota de mesura. Probablemente esta crisis sea peor que la del 30, por la difusión de los efectos que posibilita la globalización. Pero la humanidad, ha sobrevivido toda clase de cataclismos, la caída de imperios y regímenes buenos y malos que pensaban durar 1000 años. Se sobrevivió a la peste negra y a la ignorancia del medioevo y aquí estamos y aquí estaremos para enfrentar las próximas crisis del siglo XXI y las que vengan en los siglos venideros.

Esta es una lección que ya debiéramos haber aprendido y transitarla con la convicción de que al final se solucionará, con mayor o menor costo, pero se solucionará. Dependerá del temple, la grandeza y la generosidad con que la enfrentemos el problema desde el lugar que nos toque.

Por lo que sabiendo que terminará, sabemos también que vendrán nuevas etapas de bonanza. No es un ingenuo optimismo lo que me lleva a decir esto, es la historia del ser humano en la tierra. Es la historia que nos dice que según el modo como transitemos esta etapa, así será el modo como arrancaremos la nueva. Si cortamos las raíces tardaremos mucho más en recuperarnos en el futuro.

En general somos de memoria frágil y sufrimos de cortoplacismo. Carecemos de la perspectiva adecuada para ver los bosques, por la angustia del momento. Sin embargo, en ocasiones hay hechos que quedan registrados en nuestra memoria con nitidez imborrable, que hicimos el día que mataron a J. F. Kennedy, el día que el hombre llegó a la luna o el día que cayeron las torres gemelas. Otras veces, relatos, rostros o personas quedan estancos en el tiempo sin advertir que el tiempo también transcurre para ellos que envejecen o continúan sus propias historias.

Lo mismo sucede con los relatos infantiles, los cuentos e historias inevitablemente concluyen en finales felices para todos los buenos personajes. Es así que quisiera compartir con ustedes la continuación de un cuento conocido por todos nosotros “La Cenicienta” y que esta segunda parte se llama “El Gato de la Cenicienta” que desde luego no me pertenece, pero que aprovecharé para tratar de aprender algo en medio de este contexto dificultoso.

“Los años han pasado y la Cenicienta ha enviudado, ha visto pasar sus mejores años, su patrimonio ha disminuido, su palacio se ha deteriorado, los jardines y flores marchitado, ha debido vender sus alhajas para subsistir y en medio del tedio y la monotonía la Cenicienta pasa sus días con la sola compañía de un gato.
De repente, la Cenicienta advierte el destello de una luz brillante que altera su modorra.
Ante su sorpresa y después de tantos años, Cenicienta se da cuenta que el destello se debe a s vieja amiga el Hada Madrina que ha vuelto a visitarla.

- “Hola Cenicienta, ¿como estás? ¿Qué puedo hacer por ayudarte?”
- “Y aquí me ves.” Dice la Cenicienta. “Con el castillo en mal estado, los jardines deteriorados, sin dinero para repararlo”
- “Eso tiene solución querida amiga” Y es así que la bondadosa Hada Madrina con un pase de su varita mágica, hace que el castillo recupere su antiguo esplendor, los jardines el color del césped y las flores.
- ¿“Estas contenta ahora”? Pregunta el Hada.
- “Si, pero estoy muy sola”
- “Bueno”, dice el Hada “Eso tiene arreglo, pero necesito al gato.”

Y con otro pase mágico convierte al gato en un joven y apuesto caballero con los que conoció en sus mejores días. Terminada su tarea el Hada se despide dejando a Cenicienta con su nueva compañía.
Cenicienta feliz mira al joven con lujuria y cuando se acerca para abrazarlo, este le susurra al oído:
- “Cuanto lamentarás el haberme castrado”


Esta historia risueña refleja con exactitud lo que quiero transmitir. Hemos pasado los últimos tiempos pontificando por la “guerra por el talento”, la escasez de talento, la importancia del capital humano, el mayor de los activos de las organizaciones, etc., etc…
¿Qué pasará cuando la tormenta pase? ¿Estaremos en condiciones de mirarnos al espejo? ¿Estaremos en condiciones de pedir compromiso, “engagement”? ¿Seguiremos filosofando sobre como tratar a la generación Y? ¿Habremos continuado con nuestros planes de Responsabilidad Social Empresaria? o ¿Los habremos tirado a todos por la borda ante los primeros vientos de la tempestad? ¿Descubriremos que súbitamente que todo el talento del que nos jactábamos tener era subprime?

Digo esto, porque he visto desde dentro las organizaciones durante las crisis argentinas del 80, del 82 del 89, del 91 y del 2002 y no faltarán quienes jueguen a ver quien gana el juego por el trofeo de ser el mas duro, los campeones del achique, cuando a veces simplemente alcanza con ahorrar en algunas áreas o posponer por poco tiempo inversiones que nos son esenciales hasta que aclare.

Sin duda, muchas veces hay que tomar medidas extremas y dolorosas para salvar las organizaciones y cuando es el caso, debemos inexcusablemente tomarlas, pero siempre con la pericia del cirujano (que corta solo necesario) y no con la insensibilidad del carnicero.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido amigo Guille,

He leído y disfrutado tu artículo como lo he hecho solo con pocos.

No tiene desperdicio.

El sentido de la oportunidad para escribirlo es único

Y el mensaje final, es inigualable (sobre todo para los que vivimos todos los achiques sin sentido en todas las crisis que nombraste)

Creo que es el mejor que escribiste y sin duda lo pongo entre los mejores que leí

Te felicito

Y de paso.. te mando un fuerte abrazo.

Darío

PD: La anécdota de la cenicienta... la frutilla del postre!!

Anónimo dijo...

Sr. Ceballos: un hijo mio me enseno el blog y el articulo suyo, me alegra encontrar personas con su modo de pensar y deseo que tambien nuestros politicos y executivos piensen los temas de este modo aqui.

Roy Marina
Austin, TX