Por Leo Piccioli. Economista, Autor, Speaker, ex-CEO Staples.
La
felicidad no está en el retiro: la ciencia avala que seguir activo con
propósito es vital para el bienestar. Sin embargo, en Argentina, la urgencia es
doble: la expectativa de vida creció, pero el sistema jubilatorio colapsó. Para
quienes tienen menos de 50, la jubilación "se terminó". La clave es
rediseñar la carrera ya, enfocando el valor en el juicio y la experiencia para
construir un "retiro activo" y financieramente sostenible.
Cuando dejé
de ser CEO de Staples Argentina, a los 45 años, mucha gente me
preguntó si me iba a retirar. La pregunta me pareció absurda. No porque tuviera
45, sino porque la idea de "dejar de trabajar" nunca tuvo sentido
para mí. Hoy, años después, entiendo que esa pregunta refleja una fantasía
colectiva: que la felicidad llega cuando dejás de trabajar. "Ojalá llegue
el viernes", "no aguanto hasta las vacaciones", "faltan dos
años para jubilarme". Como si la vida empezara cuando el trabajo
termina.
La
evidencia científica dice lo contrario. Seguir activo, pero por elección y
no por necesidad, es una de las claves del bienestar en la segunda mitad de la
vida. Pero para elegir, primero hay que entender que el mundo cambió. Y para
los argentinos, el cambio es doble: global y local.
Spoiler: si
tenés menos de 50 años y estás esperando que el Estado te resuelva la vejez, te
tengo malas noticias. Pero si estás dispuesto a rediseñar tu carrera ahora,
tengo buenas noticias.
Lo que dice
la ciencia
Estudios
comparativos en Europa y Estados Unidos, como los de Dingemans &
Henkens (2019) o Calvo et al. (2009), muestran que
quienes siguen trabajando después de la edad de retiro reportan mayor
satisfacción con la vida y menos síntomas de depresión. Pero acá viene la parte
que tal vez no te guste escuchar: el efecto no es solo económico.
Investigaciones de Van Solinge & Henkens (2008) y Zhan
et al. (2009) confirman que el bienestar proviene, sobre todo, del
sentido de propósito, la estructura diaria y los vínculos sociales que el
trabajo provee.
La
llamada "Teoría de la Actividad", propuesta ya en los
años 60 por Havighurst y actualizada por Rowe &
Kahn en 1997, lo predice claramente: mantener un rol activo —ya sea
trabajando, aprendiendo o contribuyendo a la comunidad— es fundamental para la
salud mental y cognitiva. Envejecer activamente funciona.
Y hay más.
Un estudio publicado en Neurology en 2024 (Edwin et al.)
analizó a más de 7,000 personas durante décadas y encontró algo
contundente: quienes tuvieron trabajos rutinarios y repetitivos entre los
30 y los 65 años enfrentaron un 74% más de riesgo de deterioro cognitivo leve y
un 37% más de riesgo de demencia después de los 70, comparado con quienes
tuvieron ocupaciones cognitivamente estimulantes. En otras palabras: las
tareas repetitivas no solo te aburren, te enferman.
Claro que
no es para todos. La clave es la libertad. El bienestar solo aparece cuando la
decisión es voluntaria, como señala un estudio de Kromer et al. (2020).
Si el trabajo agota o se hace por pura necesidad, el efecto es el contrario. En
empleos muy demandantes, el retiro, de hecho, mejora la felicidad, según Gorry
et al. (2015).
50% de
aumento de expectativa de vida
Vivimos más
y trabajamos distinto. La expectativa de vida a los 65 años aumentó un 50% en
las últimas cinco décadas: en 1970 era de 14 años, hoy supera los 21, según
datos de la OECD de 2021. Al mismo tiempo, la tecnología nos
permite extender nuestra productividad. La automatización y el trabajo remoto,
como explican Brynjolfsson & McAfee en "La segunda
era de las máquinas" (2014), nos dan la chance de seguir aportando valor
sin importar la edad. La jubilación ya no es un evento, es una transición. O
como lo resumen Wang & Shultz (2010): "el retiro no
es el fin de la carrera, es su rediseño".
Lo que
nadie te dice sobre trabajar después de los 60
El problema
no es que la gente no quiera trabajar después de los 60. El problema es que no
saben cómo hacerlo sin quemarse. La mayoría intenta competir
en el mismo juego que a los 30: mismas horas, misma intensidad, mismas reglas.
Y ahí es donde se estrellan.
La clave
está en cambiar de juego. A los 60, tu ventaja no es la velocidad, es el mapa.
Sabés, por experiencia propia, qué funciona, qué no, y por qué. Claro que
muchos no van a querer escucharte si te convertiste en un viejo cascarrabias.
También es importante mantenerse humilde, curioso, y empático.
Eso no se
aprende en YouTube - y las IA nunca van a tener esa experiencia humana. Hay
empresas, emprendedores y líderes dispuestos a pagar muy bien por ese
conocimiento. Pero tenés que aprender a empaquetarlo, comunicarlo y
venderlo.
Si usás
bien tu experiencia, deberías valer más por hora a medida que
pasa el tiempo, no menos. Eso es lo esperado, pero tiene que ser por diseño. Un
abogado junior factura por hora. Un abogado senior factura por criterio. Un CEO
de 35 cobra por gestionar. Un ex-CEO de 65 cobra por evitarte los
errores que le costaron millones. El valor se mueve del esfuerzo al
juicio. Y acá está la diferencia: tenemos que ser más valiosos, probablemente
por nuestros errores y emociones, algo que las máquinas, TikTok y
los libros no te pueden contar.
El colapso
argentino: un llamado a la acción individual
Y acá
llegamos a nuestro país. En Argentina, la conversación sobre el retiro tiene
una urgencia adicional. El sistema jubilatorio está colapsado y no se va a
resolver. No es una opinión, son datos. Para que el sistema se
autofinancie, se necesitan al menos tres trabajadores activos por cada
jubilado. Hoy hay apenas 1,8 según datos de Chequeado. La pirámide
demográfica se invirtió.
La
especialista Andrea Falcone fue brutalmente honesta en los
medios: "Para todos los que tienen menos de 50 años, la jubilación como la
conocimos se terminó". El sistema, que ya funciona con un déficit crónico
(2,8% del PBI en 2022), solo va a emporar. El resultado es un achatamiento de
los haberes y una creciente injusticia para quienes aportaron toda su vida.
El
economista Jorge Colina, de IDESA, lo dijo sin
anestesia: "Hoy la jubilación es una miseria, en el futuro va a ser
peor que una miseria. Así que por eso, andá preparándote".
Qué hacer
al respecto
La
conclusión es ineludible: tu futuro no lo va a resolver el Estado. Lo tenés que
construir vos. La felicidad no va a llegar cuando dejes de trabajar, sino
cuando puedas elegir cómo, con quién y para qué seguís haciéndolo.
Si estás
antes de los 40: Construí una carrera flexible, no una línea
recta. Invertí en habilidades que envejezcan bien: creatividad, juicio crítico,
empatía. Tu "yo" de 60 te va a agradecer poder elegir seguir activo,
no tener que hacerlo por obligación.
Si estás
entre los 40 y los 60: Empezá a redefinir el trabajo. Menos
"puesto", más "propósito". Aplicá el algoritmo EAT
(Eliminar-Automatizar-Tercerizar) no solo para optimizar tu empresa, sino para
optimizar tu carrera: eliminá lo que te agota, automatizá lo repetitivo, tercerizá
lo que otros hacen mejor. Lo que quede es lo que deberías estar haciendo a los
70. La clave no es retirarte, sino diseñar tu propia jubilación activa.
Si ya estás
cerca o más allá de los 60: No compitas con los de 30, enséñales lo que no
pueden googlear. Tu valor ya no está en el esfuerzo físico, sino en tu capital
relacional e intelectual. Tu experiencia es una ventaja competitiva, si la
convertís en contribución.
La
jubilación ha muerto. Larga vida al trabajo con propósito.
Publicado originalmente en Forbes el 1ro de noviembre de 2025.





