NOVIEMBRE 2024

domingo, 22 de enero de 2023

¡GRACIAS SELECCIÓN ARGENTINA!

 

Ilustración: instagram @malustoons

Por Pablo Maison, CHRO - Chief Human Resources Officer, Grupo Perez Compac

Parte I (escrita al día siguiente de la derrota con Arabia Saudita)

Ayer a la tarde miraba un programa deportivo en el cual se le preguntaba a un periodista cual era el mayor objetivo que tenían los jugadores de Arabia Saudita contra Argentina en el partido de hoy y entre carcajadas respondió: “Poder conseguir la camiseta de Messi al final del partido”.

Me dio vergüenza ajena e increíblemente por un segundo se me paso por la cabeza la idea de que Argentina perdiera hoy, para que él y todos pudiéramos aprender. Ese deseo se pasó rápido porque soy muy hincha de la selección, pero hoy luego del resultado impensado, volvió con fuerza esta idea que llevo hace años respecto de la importancia de la humildad como competencia esencial para que cualquier grupo humano se desarrolle y tenga éxito.

Desde mi mirada la humildad es el valor de época. Es en el que las organizaciones exitosas se basan para poder tolerar infinidad de fracasos, aprender de ellos y volver a intentarlo.
La humildad nos permite sentirnos siempre aprendices.

Estoy seguro de que todo lo que se escribió hasta el día de hoy respecto al liderazgo de Scaloni y de Messi, la capacidad de los jugadores y el invicto de 36 partidos será cuestionado profundamente, básicamente porque todavía somos parte de una cultura nociva que solo valora el éxito y no el camino para llegar a el.

La presión de “ser campeón” antes de jugar es lo que lima la capacidad competitiva y pone sobre los hombros pesadas anclas de las cuales es difícil sobreponerse.

Las organizaciones exitosas en general tienen más dificultades para cambiar, simplemente porque se abrazan a las recetas que las llevaron al éxito, obviando muchas veces los factores externos que varían indefectiblemente. En este caso la selección Argentina pudo haber sido rehén de ese éxito previo, no tanto por los jugadores o el técnico que son gente muy centrada, sino porque el contexto de exitismo previo no ayudo a focalizarse en la dificultad de lo que venía, haciendo inaceptable la derrota. Nada más pesado para el alma que la imposibilidad de pensarse perdedor.  

Por eso el segundo gol de Arabia Saudita derrumbo al equipo anímicamente. La pesada mochila del exitismo es la principal enemiga del éxito. Y el único antídoto para que eso no ocurra es la humildad que nos permite sentirnos falibles.

Agradezco esta gran oportunidad para el equipo y para todos nosotros. El futbol es hermoso porque es una buena metáfora de la vida.

Mas allá de lo que pase, sigo agradeciendo a Messi y al equipo por lo hecho hasta acá. La gratitud no puede depender del éxito final. En la vida y en el futbol se pierde mucho más de lo que se gana.
Lo único importante es aprender en ambos casos.

MUCHAS GRACIAS SELECCIÓN ARGENTINA (PARTE II). (Escrita antes del partido final)

La parte 1 de mi posteo fue el día siguiente a la derrota de Argentina versus Arabia Saudita, agradeciendo a este grupo humano todo lo que habían hecho hasta acá, más allá de un resultado, o de un mundial que eventualmente se hubiese complicado. Esa derrota fue un aprendizaje invalorable para todos los que desde afuera hacían resonar las banderas del exitismo ilimitado.

Pues bien, hoy me parece muy justo agradecer a este Grupo nuevamente por lo dado hasta hoy, independientemente del resultado de la final.
Y lo quiero hacer justamente hoy porque creo que es una gran oportunidad de no dejarnos llevar simplemente por un resultado final, que puede ser positivo o negativo.

Debemos valorar el camino recorrido. Estoy convencido de que la noción más toxica del éxito es aquella que solo premia a los ganadores, y destrata como fracasados a los que no alcanzan el resultado final.
Me siento más cerca del criterio de éxito que permanentemente expresa Luis Scola, medallista olímpico y campeón del mundo de básquet con Argentina: Para él, éxito es “vaciarse” en el camino al resultado. Vaciarse implica, poner todo el compromiso, el sacrificio, el esfuerzo, la planificación y la responsabilidad para conseguir un triunfo.


Pero como los triunfos son tan ocasionales, escasos y azarosos, como validar la idea de salir primero o campeón para definir el criterio univoco de éxito. ¿Si Messi no lograra su primera Copa del Mundo el Domingo, como ocurrió en 2014, seriamos tan injustos de llamar fracaso al camino recorrido, por este genio del futbol mundial que sin dudas ha regalado momentos de inconmensurable felicidad a todos los que amamos el futbol, más allá de la nacionalidad?.


Messi y este equipo se “vacío” en el camino. Dejo todo. Tuvo la resiliencia de levantarse luego de caer en muchas oportunidades, y quizás esa sea otra expresión más acabada y constructiva del éxito. Éxito como la idea de siempre volver a intentar más allá de las inevitables derrotas que nos tocan en el deporte, los negocios o la vida.


Este mundial nos da la oportunidad de aprender una vez más, que ganar o perder, no es la vida o la muerte. Siempre están esas dos opciones inevitablemente. Y como dije en el post anterior, todos perdemos más de lo que ganamos. Por eso espero que este haya sido un camino de aprendizaje para todos. Así como en las organizaciones tenemos infinidad de fracasos y seguimos adelante, esta selección ha hecho lo mismo y le debemos el respeto, más allá del final con o sin la hipotética “gloria”.
Por supuesto que el equipo puede haber cometido errores en este proceso, ¿Qué persona o grupo humano no los tiene?, pero quedémonos con lo más importante: se han “vaciado” para llegar hasta donde llegaron.
Y ese es el mayor triunfo que una persona o grupo humano puede tener, más allá del resultado final. 


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