Por Alejandro Melamed, Founder and CEO, Humanize Consulting
Desde mi punto de vista este robot, esta inteligencia
artificial que actuará como una especie de asesor, consultor en un juicio en
Estados Unidos, fundamentalmente lo que hace es juntar mucha información,
recabar todos los antecedentes, toda la jurisprudencia que hay y responder
preguntas respecto a procedimientos, tratar de guiar a «su defendido»,
a su cliente, en el proceso judicial.
De alguna manera podemos decir que es un avance
obviamente muy sustancial respecto a la profesión. Sin embargo, tenemos que
entender que no reemplaza el sentido común, el criterio, la lógica de un
abogado como tampoco la conciencia, la ética, la empatía, la capacidad de
generar soluciones innovadoras.
Desde ya creo que es una herramienta al
servicio del profesional, que en todo caso lo que va a hacer es acelerar un montón
de procesos que podrían darse de manera automática, que requieren tiempo para
desarrollarse, pero bajo ningún punto de vista sustituye a la persona. De hecho,
es una aplicación que recurre la persona que tiene que transitar por este
proceso judicial pero no es una persona física, pensemos que es como acumular
todos los conocimientos que hay en una biblioteca y tenerlos ahí ante cada uno
de los requerimientos, pero todo esto hecho sin un sentido humano, de criterio
si no en modo de piloto automático.
A su vez, creo que algo para destacar en este
caso es que desde hace tiempo está funcionando y que ya tiene unos 160.000
recursos ganados, en intervenciones en procesos muy simples, muy repetitivos y
de bajísimo valor agregado.
Y desde ya lo que hace es facilitar a un
montón de personas que tienen que acceder a este tipo de reclamos; fundamentalmente
en este momento está abocado a lo que son multas de tránsito. Posiblemente,
esto vaya avanzando, se vaya sofisticando y creo que hay que ir siguiendo estos
procesos para comprender dónde está realmente el auténtico valor agregado.
Mi opinión es que no sustituye ni elimina
la figura del abogado, sino que lo que hace es acelerar ciertos procesos en los
cuales no necesariamente la intervención de un abogado agregaría demasiado
valor. Lo que ocurre aquí es lo que podría suceder con los contadores y con
muchas otras profesiones, es decir, tratar de reservar para los
profesionales aquellas intervenciones en las cuales la participación realmente
sea significativa y aporte un valor sustancial.
Lo que se viene es una era de cooperación entre
la inteligencia artificial y la inteligencia humana.
De hecho, hay un criterio que se está
utilizando y que es el de la inteligencia aumentada que hace poco tiempo
la hizo el ajedrecista Gary Kasparov en una nota en la revista de
Harvard. Él lo que dice es que existe la inteligencia aumentada
que es la combinación de la inteligencia humana más la inteligencia artificial.
Con lo cual lo que yo creo que va a ir
sucediendo, a medida que vayamos avanzando en este tipo de procesos, es
que cada vez más la inteligencia artificial y los robots van a tomar mayor
protagonismo, sobre todo en aquellas acciones, en aquellas intervenciones que
tengan que ver con actividades pesadas, actividades poco higiénicas,
actividades repetitivas, actividades que requieran acumulación de mucha
información.
Sin embargo, cada vez más van a ser importantes
las capacidades humanas que tienen que ver con la creatividad, con la
innovación, con la empatía, con el sentido común, con la ética, con el
criterio. Son cuestiones que hasta el momento los robots no sustituyen, con lo
cual, desde mi punto de vista y reafirmando la idea de Kasparov, no es
«una o la otra, es una y la otra», generando un equipo que potencia lo mejor de
cada uno, que rescata aquello que es único y distintivo de cada una de las
partes.
Por lo tanto, yo creo que lo primero que
tenemos que hacer los humanos es no enojarnos con la tecnología. En segunda
instancia, creo que tenemos que abrazarla y considerarla como una
herramienta a nuestro servicio.
Tenemos que entender que esto que está llegando
vino para quedarse y que tiene que ser un habilitador. Tiene que ser un
acelerador, un instrumento que sirva para potenciar todo aquello que los
humanos podemos hacer.
En los procesos de automatización, de
digitalización, siempre se produce las seis «D» de la digitalización, y las
últimas dos son la desmaterialización y la desmonetización. ¿Qué significa
esto? La tecnología empieza primero siendo cara, pero después cuando se
masifica termina siendo una aplicación, como en este caso es el abogado robot a
través de una aplicación; y después la desmonetización, gracias a la cual
por poco dinero o prácticamente gratis uno puede acceder. Esto lo vemos
desde cómo leemos el diario, accedemos a cualquier aplicación bancaria, cómo
usamos el Waze o cualquiera de las aplicaciones a las cuales accedemos desde
nuestro teléfono, con un costo nulo o mínimo.
Así, yo creo que es un excelente ejemplo
el que tenemos de este robot abogado porque, en definitiva, lo que va a
hacer es cumplir con todas las etapas preseteadas que tiene un proceso y
poder responder como cualquier bot ante dudas que tenga el cliente. Lo que
no va a tener es la capacidad de empatizar con lo que le vaya sucediendo al
cliente, no va a tener la capacidad de poner la ética al servicio o la
conciencia.
Creo que estamos entrando en una era donde cada
vez más nos vamos a ir sorprendiendo por estos avances, pero, a su vez, vamos
a ir capitalizando estos avances para poder potenciarnos con las capacidades
humanas y poder transitar hacia el logro de resultados que hoy podrían ser al
menos impensables.
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