Por Betina Besignor, Socia Fundadora de Énfasis - Redacción y Oratoria
¿Alguna vez pensaste cómo decirle no a tu jefe
con mayor eficacia? Siempre podemos comunicarnos de una manera más asertiva. En
este post te cuento cómo.
El simple hecho de pensar cómo decirle no a tu
jefe es difícil, ¿verdad? ¿Cuántas veces damos vueltas en vez de hablarle clara
y directamente? Te tengo buenas noticias: ir por el camino más corto y más
claro convierte una conversación difícil con tu jefe en un intercambio adulto y
comprometido donde generar juntos una solución win win.
Cuando hablamos de comunicación, lo primero en
lo que tenemos que pensar es en desactivar los automatismos. No podemos
reaccionar dando respuestas automáticas, contestando con frases acostumbradas o
que nos hayan dado resultado en oportunidades anteriores.
¿Por qué? Porque cada conversación es única y
sucede entre dos personas con características particulares en un contexto
también particular. Lo que a ti hoy te agrada, a otro podría desagradarle. Lo
que para ti es un comentario al pasar, a otra persona podría resultarle una
evasiva. Por eso, en vez de hablar de soluciones universales, hoy vamos a ver
diferentes técnicas para que puedas elegir aquella que mejor se adapta a tu estilo
y/o al estilo de tu interlocutor.
Claves previas a la conversación
En este post partimos de la base de que tu jefe
o jefa te pide que hagas algo que no puedes hacer. Para aclarar tu mente, hacer
un diagnóstico claro de la situación y sus implicancias, y extraer la mayor
cantidad de posibilidades, te propongo que escribas sobre estos puntos clave,
antes de la conversación con tu jefe o jefa:
- Analizar tus prioridades de trabajo: hacer una lista de tus tareas y ordenarlas por prioridad y fecha límite.
- Estimar la dedicación para cada una y evaluar si hay alguna posibilidad de sumar la nueva tarea que te están pidiendo.
- Crear un documento con esta información para compartir con tu jefe. Puede ser un Word o un Excel. La idea es generar una situación de análisis conjunta.
- Contemplar la posibilidad de que el líder de tu equipo no tenga una idea clara de cómo está tu agenda. Considerar esta opción evitará que estés a la defensiva o actúes de manera agresiva.
- Hacer una lista de opciones, propuestas y soluciones alternativas.
- Organizar tus argumentos para las diferentes soluciones alternativas que vas a proponerle. Una vez escritos, léelos en voz alta.
- Practicar frente al espejo, grabarte, hablar mientras caminas. Explora qué argumento te hace sentir más segura durante la conversación.
Cómo
decirle no a tu jefe con estilo
Al no, se debe llegar con una preparación y se debe pronunciar con un estilo que no dé lugar a dudas. La idea es decirlo de manera tal que la otra persona lo entienda e interprete como la mejor de todas las opciones, incluso como la única alternativa posible. Para eso, te recomiendo:
Mantener
un tono de voz firme y amigable. Un tono que no resulte amenazante o agresivo. Pero tampoco un tono
débil que exprese temor o inseguridad. Un tono medio, cálido y sereno sin
estridencias es la mejor opción.
Decir
palabras que muestran aprecio, agradecimiento, valoración y cortesía. Estamos entre personas adultas
evaluando una situación que compartimos y ambos queremos lo mejor. Asegúrate de
que tus palabras reflejen ese entendimiento.
Estos dos
aspectos configuran el tablero desde donde vas a movilizar las piezas de tu
jugada.
Claves
durante la conversación
Los 4 no
Hay cuatro
situaciones que debes tener siempre presentes:
1 Evita
iniciar con la palabra no. El no va dentro de una explicación o una propuesta,
es una parte más de la conversación. Hay una excepción a esta regla. Si en el
pasado has usado estas tácticas y no te han dado resultado, aprende a decir
“no” de manera asertiva y sin dar mayores explicaciones. Usar el no como un
límite. Sigue leyendo para más detalles.
2 Evita
generalizaciones o exageraciones: siempre, nunca, todos, nadie. Resultan
demasiado imprecisas, intenta ser lo más específica posible.
3 Evita
irte por las ramas o ser ambigua. Ir directo al punto le ahorra energía a tu
interlocutor.
4 Evita
hablar en pasado: “la vez pasada ocurrió lo mismo” o “si hubieran hecho tal
cosa…”. El verbo crea realidad cuando está en tiempo presente.
Los 4 sí
Las cuatro
claves siguientes te ayudarán a mantener el foco durante la conversación para
ser más clara y concisa:
1 Ten en
claro el objetivo de la conversación: el no debe estar fijo en tu mente hasta
el final.
2 Escucha
de manera activa: no estés pendiente únicamente de lo que quieres decir. Intenta
estar abierta al punto de vista de tu jefe o jefa para entenderlo/a y recibir
toda la información. Si no te resulta suficiente pídele información
complementaria.
3 Visibiliza
tus ocupaciones: muéstrale el documento que hiciste con tus tareas y la asignación
de tiempos, y pídele feedback sobre tus prioridades. Esto le da margen para
conocer en qué te ocupas y evaluar la posibilidad de reasignar alguna tarea o
un plazo, o delegar a otro colaborador.
4 Sé
concisa: descríbele en tiempo presente tu decisión, de manera que el no quede
como complemento y no como protagonista de la conversación.
Aquí te comparto un ejemplo de cómo decirle no a tu jefe en una respuesta asertiva y clara en una conversación donde tienes que decirle no a tu jefe o jefa.
Una explicación: “Revisé mi calendario y las
prioridades que establecimos juntos para el primer trimestre y veo que según
este planning no me es posible asumir este proyecto adicional ahora”.
Una propuesta: “Revisé mi calendario y las
prioridades que establecimos juntos para el primer trimestre y veo que según
este planning no me es posible asumir este proyecto adicional, a menos que me
cambies la fecha de entrega de alguna otras tarea para más adelante”. Otra
propuesta podría ser: “Con gusto te ayudo a buscar otro colaborador”.
Como ves, no es cuestión de enojo, porque el
enojo no resuelve. Se trata de preservar tu salud y la del vínculo. Además, al
darle un feedback realista a tu jefe, podrá mejorar sus habilidades de
liderazgo en la delegación de tareas.
Marcar
límites es poner orden
Quedarte en una posición cómoda de decir a todo
que sí para evitar confrontaciones, tarde o temprano te jugará en contra.
Cuando pones un límite, y aprendes a decirle no a tu jefe, simplemente estás
poniendo orden en tu entorno. En lugar de dar por sobreentendidos tus derechos
o culpar a tu jefe por volver a pedirte tareas que te sobrecargan, te sugiero
lo siguiente.
Conocer cuál es tu nivel de tolerancia: indagar
qué te agrada, cuánto, cuándo, de qué manera, es vital para reconocer cuál es
la medida justa para ti. ¿Qué cantidad de veces estoy dispuesta a hacer un
favor? ¿En qué condiciones sí y en cuáles no lo haría?
Decidirte a poner límite: decidir e informar si
aceptas o no un pedido, sin tener que justificarte y sin creer que porque lo
has hecho en el pasado estás obligada a repetirlo. Una cosa es un favor puntual
y otra muy diferente sentirnos comprometidas en forma permanente. Quien abusa
de tu paciencia conoce tu punto débil: “¿cómo me dices que no, si siempre lo
hiciste, si antes podías, si me dijiste que no te molestaba, etc.? No admitas
que alguien decida por ti.
Sostener el límite: algunas veces debemos
sostener un límite con hechos y sin culpas. Algunas personas dicen que no y
luego terminan cediendo. En esos casos es más efectivo un límite claro y de
hecho, en lugar de dar explicaciones o realizar propuestas. Ejemplo: Cuando tu
supervisor/a te pide que asistas a un llamado en conferencia adicional a los
planificados para esa semana, puedes decir: “Lo siento, no, esta tarde no
puedo.”
Te cuento un secreto: cuanto más seguido pongas
límites pequeños, menos necesitarás poner grandes límites. Se trata de
reconocer dónde es “hasta acá” para ti, como le decimos al mozo cuando nos
sirve vino en la copa. No le decimos un “basta” con enojo, le marcamos a tiempo
nuestra preferencia sin dudar y sin tensión. De la misma manera te invito a
practicar formas de marcar pequeños límites regularmente para evitar un basta
desmedido.
Me gustaría terminar destacando el valor de un
buen límite aplicado a tiempo. Porque tanto si te desgastas asumiendo tareas
que te exceden, como si se generan roces en los vínculos ente tú y tu jefe, las
consecuencias son negativas para todos.
Cuando aplicas el límite como una pauta de
orden estás mejorando las relaciones interpersonales y también tu performance,
la de tu equipo y la de tu área. Además, recuerda que para tu jefe también es
importante aprender qué y cómo delegar. Por eso es bueno que entiendas que un
no claro y a tiempo evita males mayores y mejora el entendimiento a corto,
mediano y largo plazo. Ya no se trata de un tema personal sino de defender un
bien mayor a través de estas estrategias win win.
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