NOVIEMBRE 2024

lunes, 9 de noviembre de 2020

RECLUTAMIENTO: UNA OBRA DE ORFEBRERIA HUMANA

 


Por Guillermo Ceballos Serra

Cubrir una vacante, con la persona correcta, es una de las mayores satisfacciones de esta profesión de gestionar talento. La satisfacción es, sin lugar a duda, directamente proporcional a la dificultad que genera el hallazgo.   Encontrar un talento en un mundo hiperdinámico, donde quien está disponible hoy, deja de estarlo al día siguiente, donde lo que una compañía requiere hoy, es diferente la semana entrante, donde los roles son un mix de lo que antes estaba claramente definido y hoy lucen caóticos en estructuras líquidas, merecen con justicia una celebración.

Reclutar es encontrar el mejor candidato disponible para una posición vacante actual o próxima a abrirse, en el tiempo y costo adecuado para la naturaleza de la búsqueda. Puede cubrirse con candidatos internos o externos y de estos últimos puede encargarse el departamento de Reclutamiento y Selección o consultores expertos, externos a las organizaciones.

Encontrar el candidato adecuado requiere los atributos del explorador y es esencialmente un arte, particularmente cuando se trata de posiciones clave, estratégicas, independientemente de la jerarquía en la “vieja pirámide” organizacional.

Ser buen reclutador, requiere, a no dudarlo, condiciones de orfebre.  Orfebre es quien realiza un trabajo artístico con metales preciosos o aleaciones de ellos. ¿Qué material podría ser más precioso que el talento en todos los ámbitos y en particular en las organizaciones?

El trabajo de orfebre se inicia por el reconocimiento de los quilates de talento con que cuentan los postulantes, la masa de talento y la pureza del mismo, es decir, poder determinar cuánto hay de cierto y cuanto hay de marketing en el candidato.

Pero donde realmente se transforma en arte, no es tanto al encontrarlo, trabajo que, aunque complejo, más propio del minero, en este caso minero de datos, cualquiera sea el método de exploración, sino al visualizar el ajuste de la gema en la parte del cuerpo donde exhibirse, el ajuste cultural a la organización y a los requerimientos específicos de la posición. Se trata presentar piezas únicas, imposible de ser reproducidas en serie.

Aquí aparece la condición de artista del orfebre, cuando ilumina el horizonte del candidato exhibiendo lo que le es difícil de ver.  El mundo de posibilidades que se abre ante el candidato tanto para él como para la organización, cómo transitar el proceso y cómo la posterior incorporación permitirá expandir su talento, llevarlo a una nueva dimensión y potenciar su carrera.

El reclutamiento requiere del orfebre, otro ajuste, el del beneficiario del talento, facilitando el encaje, el cuestionamiento de la idea originaria o la propuesta de una visión alternativa sobre como incorporar el talento, sugerencias sobre la estructura, las funciones o los procesos de la operación a efectos de lograr la compatibilización más fructífera para las partes.

Así como una joya de calidad es apreciada por el mercado, lo mismo ocurre con el talento. El talento es sensible, va donde lo aprecian. Siempre hay alguien dispuesto a seducirlo. No se necesita ver una decena de personas aptas para la posición, sencillamente puede no haberlas. Sin embargo, esta persona que dejamos esperando, puede recibir invitaciones de personas que no necesitan ver a diez postulantes, para saber que el primer entrevistado era valioso. Podríamos no volver a encontrarlo…

Hay que acompañar al postulante durante todo el trayecto, estar cerca, contener las angustias, gestionar las ansiedades, especialmente de aquellos que se encuentran en transición laboral, mantener las expectativas sin sobre-prometer mientras no haya certezas, pero dentro de una perspectiva positiva, evacuar sus dudas, dar feedback continuamente y custodiarlo, como se hace con todo objeto valioso.

Este acompañamiento no se extingue con el ingreso, va más allá, continua para asegurar el encaje exacto en la organización, contribuyendo a eliminar las dudas e inseguridades iniciales, asegurar los compromisos asumidos y las conversaciones mantenidas. Es recomendable mantener contactos periódicos, durante los primeros tiempos y luego espaciarlos hasta contactarlos en los aniversarios. A veces algunos se transforman luego en clientes e inclusive otros, llegan a convertirse en amigos por el resto de nuestras vidas.

La función del reclutador continúa evolucionando, hoy no solo es una marca personal del reclutador, es asesor de la marca personal de postulante, contribuye en la generación de la marca empleadora, actor principal de la experiencia del candidato, consejero en materia de remuneraciones y de desarrollo en el plan de sucesión.

La tecnología ayuda mucho, sin duda, pero honestamente… ¿Ud. compraría una joya diseñada por impresión 3D o preferiría una creación cincelada y engarzada por un artista?


2 comentarios:

Ricardo BACKER dijo...

Interesante tu comentario, Guillermo. Puedo complementar con algo que es fruto de bastantes años de hacer el trabajo, y sin fracasos evidentes. Lo "artesanal" que vos describis, tiene que ver con lo "intuitivo": La intuición muchas veces no es más que procesar información que uno recibe, de una manera tan veloz que uno no se da cuenta del procesamiento, pero el mismo ocurre y uno compara la información con experiencias anteriores, y de ahí surge la conclusión "intuitiva". En el Executive Search ocurre algo similar: Si uno sigue una serie de pasos que te enseñan en las buenas escuelas de la Profesión, llegás a conclusiones sin darte cuenta de dónde aplicas la artesanía. Desde "captar bien"lo que la persona debe hacer y en qué entorno, hasta el "calibre" de persona que es el fit, sus atributos esenciales...y luego leer todo eso en los candidatos, indagando en los puntos justos donde debe indagarse...más referencias...más herramientas de assessement....muchos pasos que se alejan tanto, como bien decis, de un proceso "facil" o automatizado....

GUILLERMO CEBALLOS SERRA dijo...

Muchas gracias Ricardo por tus comentarios. Muy bien descripto lo de la intuición, también en podríamos encontrar un concepto semejante en el viejo "ojo clínico". Siempre muy claro y profundo.
Un abrazo