Por Guillermo Ceballos Serra
"Estás
viajando a través de otra dimensión, una dimensión no solo de la vista y el
sonido, sino de la mente; un viaje a una tierra maravillosa cuyos límites son
los de la imaginación. Hay una señal más adelante. Tu próxima parada, la
dimensión desconocida", con estas palabras Rod Sterling, creador y
presentador de la seria anunciaba el inicio de los capítulos de la primera
temporada de The Twilight Zone en octubre de 1959, algo más de 60 años.
La serie,
considerada “de culto” con toda justicia, abordaba en cada uno de sus
episodios, historias de ciencia ficción de toda índole, desde fantasías naif o
futuros distópicos, pero que como en las fábulas, dejaba una moraleja de carácter
ético o alguna lección a aprender en función de las respuestas del género
humano a ese fenómeno anormal que no debiera haber ocurrido.
Hoy nos toca
vivir uno de esos escenarios tétricos que a veces imaginamos sin posibilidades
de ocurrencia, sólo que ahora es presente. Un presente muy vivo y
lamentablemente con muchos muertos.
Es este periodo
único en 100 años, nos toca, como género humano, dar respuestas y adoptar
comportamientos únicos, ya que no existe una persona con experiencia
previa. Estamos atravesando una zona de penumbra,
nuestra “twilight zone”, dónde veremos si seremos capaces simplemente de sobrevivir
o de emerger más humanos.
Las crisis, más
allá del consabido ideograma chino, que dice que crisis es sinónimo de
oportunidad, omite curiosamente, que las crisis en el mundo de los negocios,
efectivamente son oportunidades, pero para pocos o al menos no para todos.
Son oportunidades para quienes están preparados en el momento y en el lugar
adecuados, como también para quienes tienen una gran capacidad de adaptación a
las nuevas circunstancias.
Ahora bien, las
crisis pueden ser, aunque sea difícil verlo, oportunidades para todos, cuando
tenemos oportunidad de aprender algo, de crecer como personas y aportar valor
al prójimo. Tienen además, la virtud de
poner al descubierto lo mejor y lo peor de las personas, sin el filtro de la
hipocresía y los buenos modales de ocasión. Por eso cuando hay un accidente,
que roban a los cadáveres, mientras que otros, ayudan a los heridos a riesgo de
sus propias vidas.
El mundo
caminaba tranquilamente en modo “business as usual”. La grandes consultoras
internacionales suelen presentar al final del año o en enero del siguiente sus
predicciones para la economía y diferentes sectores de la industria. En ninguna
(al menos de las que he revisado) encontramos el impacto de una eventual pandemia
(ni aún considerando el tema con posibilidades remotas de ocurrencia).
La única
predicción acertada haya sido la que surge de “Global Adviser Predictions –
January 2020”, de la consultora francesa IPSOS, que justo es decir, no son
conclusiones de sus analistas, sino el producto de una encuesta global
efectuada en 33 países, sobre 22512 entrevistas realizadas entre el 26 de
noviembre y el 6 de diciembre de 2019.
El 78% de los encuestados entiende que “la gente en el pasará más
tiempo on line que mirando TV”.
Lo mismo podemos
decir de las predicciones para 2020 para el área de recursos humanos, tanto globales
como domésticas.
Mas allá de las
alertas tempranas de un Bill Gates o del ex presidente Obama, el mundo no
contaba con ninguna hipótesis de pandemia ni un plan de contingencia o gestión.
Por tanto, estamos experimentando la mayor Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad
y Ambigüedad como jamás en la historia humana.
Experimentamos
contradicciones personales impensadas, aplaudimos a los médicos todas las
noches, pero si alguno se enferma pedimos la expulsión del edificio donde vive.
Asimismo, experimentamos una solidaridad y cambios culturales inimaginados. Desaparecieron Mickey, Donald y Pluto y reaparecieron
animales impensados en las geografías urbanas.
Muchas veces el
horizonte parece negro, imaginamos más dificultades que las existentes y las
por venir. Quizás la única alternativa superadora
sea encontrar sentido, encontrar nuestro propósito personal y quizás colectivo
si fuera eso fuera posible, visualizar un norte que guíe al modo de poder
aportar valor en nuestro metro cuadrado de influencia.
En esto tiempos
volví a tener presente a Viktor
Frankl y su libro El Hombre en Búsqueda de Sentido. Frankl era neurólogo,
psiquiatra, filosofo, austriaco y judío. Motivo por el cual fue enviado a los campos de concentración de Dachau y Auschwitz. Perdió
toda su familia.
En los momentos más
terribles, se propuso, tratar de sobrevivir, ayudar a otros y tratar de
aprender algo en medio del horror. Mientras lo hacía, se imaginaba que daba
una charla sobre la psicología del campo de concentración en la universidad de
Viena.
Es considerado el
padre de la logoterapia, que entiende a la voluntad de encontrar sentido es el
mayor factor motivador del ser humano. Plantea que cuando no podemos
modificar la realidad, si podemos cambiar nuestra actitud frente al problema.
Mucho hemos
hablado en estos meses de lo que cambiará el día después, en los negocios y el
las distintas funciones. ¿Cuál será la nueva normalidad? No quiero repetirme,
simplemente creo que lo que debería sobrevenir es una revalorización y
re-significación de lo esencial de lo humano, las relaciones sociales y nuestro lugar en el mundo.
“Solo somos una
raza avanzada de monos en un planeta menor de una estrella muy normal. Sin
embargo, podemos comprender el Universo. Eso nos convierte en algo muy especial”[1]
, espero que podamos aprovecharlo y que sea aquí y no en la dimensión
desconocida.
2 comentarios:
Excelente artículo Guillermo! La mención de Víctor Frankl en estos momentos de zozobra es totalmente apropiada. Y esperanzadora, claro. Te felicito
Mario Balzarini
Excelente artículo Guillermo! La mención de Víctor Frankl en estos momentos de zozobra es totalmente apropiada. Y esperanzadora, claro. Te felicito. Mario Balzarini
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