NOVIEMBRE 2024

sábado, 25 de abril de 2020

MI VIDA, MÁS VUCA QUE NUNCA



Por Leila Moses, Lic. en Ciencias Politicas. Magister en Project Management.

Cuando Guillermo me invitó a escribir sobre mi experiencia reciente de mudarme al sudeste asiático, aparte de sentirme halagada, me asaltaron dos preguntas: la primera, me la hago siempre: ¿qué quiero transmitir? pero la segunda me agarró desprevenida. ¿Qué le interesa al lector sobre este tema? La experiencia no es transmisible per se.

Habiendo trabajado mucho en liderazgo, más en el sentido de servicio que en el sentido de ser jefe, en transformación, en motivación, etc. decidí concentrarme más en los aprendizajes que tuve y me sirvieron, que, en el relato de mi vida, que quizás muchos encontrarían aburrida.

Aún así, un poco de contexto debe ser necesario. Disculparán el caos, estos aprendizajes están en una secuencia por razones literarias más que biográficas.

1) Crecer. Cuando cumplí 30 años me dí cuenta que la vida tenía que tener más posibilidades que la que estaba viviendo. Me arremangué y terminé la carrera de mis amores. Hice un posgrado. Me relacioné con gente. Descubrí que cosas de las que hacía me gustaban y eran importantes para mí. Abrí todas las puertas que me pidió mi curiosidad. Cambié muchísimo, con altos y bajos. Y crecí profesionalmente, a pesar de mi carrera de grado, que muchos decían que no sirve para nada. Descubrí que podía aplicarme a mil cosas. No bajar nunca los brazos, no conformarse con una carrera que no deseamos, con un trabajo que no nos hace feliz.

2) Dejar el miedo atrás. Es normal sentir miedo, pero hay que aprender a salir de la parálisis. Miedo a equivocarse, miedo a decir algo y hacer el ridículo.  Primero que nada, aprendí a decir lo que pienso, y a cómo decirlo.  Porque la pregunta siempre es: ¿qué quiero generar en el otro? Yo no quiero una política amigo-enemigo, lo que quiero es inspirar. Si hablo con miedo, genero la cadena miedo-agresión. Si hablo sentenciosamente, genero la cadena crítica-fastidio-incredulidad, como los que hablan todo el tiempo de su éxito. Si disparo órdenes voy a anular al otro. Dejé la impulsividad atrás y empecé a trabajar la comunicación.

3) Reconsiderar los juicios. Aprendí a escuchar. ¿Qué es más importante? ¿ganar el debate o construir? ganar la pulseada de poder o cooperar? Parece una tontera pero en 39 años de relacionarme, en la vida, no sólo en el trabajo, he alternado entre el sofismo y la búsqueda de la verdad, como los griegos. El problema de ganar la pulseada es que hay un perdedor. ¿Queremos manejar nuestras relaciones con esta lógica de ganar-perder? ¿O queremos construir ética y humanamente con otros?

Se preguntarán qué tiene que ver todo esto con mi experiencia de irme al exterior, con la adaptabilidad, o con el liderazgo.  Pero les prometo que hay sentido.

Estos tres aprendizajes me llevaron a la mayor aventura de la vida humana, como dijo Agatha Christie: me casé. Muchos se estarán riendo, pero muchos casados en cuarentena estarán repensándolo. Convivir con otro sin miedo, repensando el impulso de ganar la contienda de quién saca la basura, explorando día a día como ser felices, es una vivencia extremadamente fuerte.

Bueno, una vez que te aventurás en un terreno te aventurás en todos, así que nos mudamos a Brunei. Acá nomás, a 16.000 km de toda la gente que amo, mi familia, amigos, dejando mi carrera profesional, mi voluntariado, mi piano. Sin imaginarnos que el mundo entraría en una crisis total.
Si tenía miedo antes de irme, no se imaginan el miedo que tengo ahora que no puedo volver.

LLegamos a Brunei, "the abode of peace", un pequeño, joven y rico país que se dedica mayoritariamente a Oil & Gas. Colonia inglesa hasta los 70, es un país musulmán, lo cual significa que rigen las prohibiciones regulares sobre el comercio de cigarrillos y alcohol (adiós vino). Aparte no llega yerba mate, se maneja a la izquierda, y necesitás auto para todo. Cuando me mudé de Bariloche a Buenos Aires sentí que era el mayor paso de mi vida. Ahora siento que era un paso de hormiguita.

Por suerte, es un país altamente tolerante, ya que su población es pequeña y contratan muchos chinos, filipinos, malayos, indios y nativos de lengua inglesa, por lo que la diversidad es altísima en cuanto a religión, raza, creencias, etc. De a poco fuimos encontrando donde, como, qué.
Culturalmente no es sencillo. Yo trabajé toda mi vida, y me fui especializando mucho en las cuestiones que me encantan: marketing, equipos, proyectos, agilidad, cambio organizacional, etc. Para descubrir que acá no hacen sentido aún. Y más allá de eso, será muy difícil para mí trabajar en dependencia ya que necesito un permiso especial.

NI hablar de que cuando terminamos de hacer nuestros papeles, mudarnos, etc. y empezamos a hacer amistades, entramos en modo pandemia.

así es que, en el medio de la adaptación, tuve que volver a empezar y pensar para dónde reconvertirme. Estamos aislados, así que internet es nuestra mejor fuente. Decidí explorar un poco de todo: me estoy certificando como profesora de inglés, estoy pensando qué otras certificaciones voy a hacer, retomé mi emprendimiento, escribo, leo (tengo mucho tiempo libre ahora), cocino, etc. No lo sé, quizás en este nuevo capítulo de mi vida sea dibujante o cocinera o asesora online.  Extraño algunas cosas de mi vida anterior por supuesto. Pero navegar este cambio me hace feliz. Experimentar, a ver si esto me sale, si lo disfruto, si quiero vivir acá o quiero probar en otro lado. Saltar al vacío te llena de posibilidades, y cada tanto hay que abrir el abanico.

Resumiendo:
4) Dejar el miedo atrás me ayudó a siempre abrir nuevas posibilidades. Conservar el espíritu de niña, dejar que todo me sorprenda, aburrirme un rato.

5) Si este no es el lugar, rodaremos los dados nuevamente. No hay tiempo para pensar en errores. La vida simplemente es.

6) Para emprender cualquier tipo de cambio, hay que estar mental y emocionalmente sólido. En cualquier cambio, extremo o chiquito, uno corta lazos con círculos de contención. Hay que estar preparado para estar con uno mismo, aunque sea temporalmente, hasta rearmar lugares de comfort.

7) cambiar es una gimnasia que no nos enseñan, la educación empareja en lugar de ayudarnos a encontrarnos. Lo bueno es que no importa a qué edad lo aprendamos, después es como andar en bicicleta.

Cambiar, reinventarse y adaptarse a lo nuevo nos cuesta, pero es más fácil cuando ya tenemos otras claves descifradas.

Espero no haberlos aburrido, estimados lectores. ¡Y si no alcanzaron estas claves para sentirse inspirados a cambiar, pueden seguir investigando!

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