Por Fabiana Gadow. Gerente General de Korn Ferry de Argentina y Socia fundadora de inGrow Consulting
El
mundo se ha globalizado y esto ha diluido las fronteras. Una economía abierta,
con un flujo de recursos de capital, materias primas y servicios moviéndose
libremente impulsa a las organizaciones a internacionalizar sus operaciones
para competir a escala internacional. Muchos de los clientes son regionales o
internacionales, los productos se consumen en todo el planeta, y los proyectos
no tienen límites geográficos. Uno de los factores críticos del éxito de las
compañías más competitivas consiste en tener talento abierto y flexible ante
nuevas culturas: con inteligencia cultural.
Cuando
las personas interactúan con culturas, costumbres y comportamientos de
distintas regiones y países, se potencia su habilidad para comprender las
diferencias y manejarse efectivamente en un mundo globalizado, ¿Se pueden
aprender competencias de gestión intercultural? ¿Son habilidades innatas o
estructurales sobre las que poco se puede hacer para desarrollarlas? ¿Por qué
las nuevas generaciones parecen haber nacido con esta capacidad?
Christopher
Early y Elaine Mosakowki introdujeron el concepto de Inteligencia Cultural que
definen como la habilidad natural de un, aparentemente, forastero para
comprender a alguien no familiar y entender los gestos ambiguos de la misma
manera que los propios compatriotas lo desearían .
Identifican
tres fuentes de esta inteligencia:
1-
La mente o lo cognitivo permite tener el conocimiento para entender las
diferencias culturales. Se aprende incorporando el significado de algunas
creencias, costumbres y tabúes de las culturas foráneas, fundamentalmente, a
través de la observación. Las acciones de desarrollo y formación ayudan a las
personas que inician negocios o relaciones con culturas diferentes, pero no
pueden cubrir todas las situaciones particulares
2-
El cuerpo o lo físico permite mostrar gestos, hábitos y actitudes, como la
manera de saludarse o abordar cuestiones personales o de negocios
3-
El corazón condiciona la motivación y la confianza, es la fuente que mantiene
la fuerza emotiva.
Según
Martha Maznevski, profesora en el IMD, el componente más importante de este
tipo de inteligencia es la habilidad de seguir aprendiendo. En este abordaje,
la inteligencia cultural tendría tres componentes: el conocimiento (sobre cómo
funcionan otras culturas), las habilidades interpersonales e interculturales, y
la conciencia cultural, que tiene que ver con prestar atención a las reacciones
que provocan las propias conductas y aprender de los errores. La inteligencia
cultural facilita anticiparse y accionar apropiadamente. Una persona con buen
grado de inteligencia cultural capta, interpreta y empatiza con otros que
pertenecen a un ambiente cultural diferente. Estar atento, poner foco, escuchar
son elementos clave que ayudan a reconocer y comprender las diferencias entre
culturas.
¿Este
tipo de inteligencia difiere de la inteligencia emocional, o se superpone con
ella? ¿Son inseparables, o independientes? Más bien podría decirse que esta
última incluye competencias que de alguna manera se despliegan o se requieren
en la inteligencia cultural.
La
inteligencia cultural es la inteligencia emocional aplicada a los distintos
contextos, lo que hace de la inteligencia emocional un prerrequisito de la
cultural. Mientras que algunas personas pueden ser muy inteligentes
emocionalmente en su propia cultura, pueden no serlo ante un cambio de contexto
geográfico donde las normas y presunciones funcionan de otra manera. Pero, por
otra parte, las personas que tienen alta inteligencia emocional son más
proclives a aprender y adaptarse a las diferencias culturales.
La
globalización y el desarrollo de las comunicaciones permiten conocer las
manifestaciones culturales de los diferentes pueblos del mundo, pero esto no es
suficiente para comprender y distinguir los comportamientos de las personas
provenientes de distintos grupos. El desarrollo de la inteligencia cultural
facilita adaptarse efectivamente a nuevos contextos, y así genera condiciones
más favorables para convertirse en ciudadanos del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario