Por Guillermo Ceballos Serra
La reciente llegada de Uber a la
Argentina, generó las mismas polémicas que en todas las ciudades donde opera.
Primero se instala, establece la agenda, después negocia. Tiene de su lado, un aliado imbatible: el futuro. Uber es
disruptivo porque instala el futuro, el cambio de paradigmas y todo vuelve a la
posición de largada. Sin duda Uber
ganará la batalla, que es instalarse en el mercado porteño aunque tenga que
ceder algo en el proceso.
Como leí alguna vez, el futuro
siempre triunfa, porque es allí donde pasaremos el resto de nuestras vidas. Ha
sido así desde el comienzo de la humanidad. El progreso y la tecnología destruyen empleos y generan otros nuevos.
Un artículo reciente de Karina
Galperin, (De Gutemberg a Uber, cambiar o quedarse atrás) en el diario La
Nación, mencionaba el impacto de la imprenta en la difusión de las ideas,
(similar a internet) y comentaba de la férrea oposición de libreros,
encuadernadores copistas e iluminadores.
La tecnología de Edison de la
lámpara incandescente destruyó la industria de fabricación de velas. Algunos
sobrevivieron, los que fueron capaces de adaptar su producto, fabricando velas
aromáticas, decorativas u ornamentales. Dicho sea sea paso, el
precio de su nuevo producto potenciado es significativamente mayor a las
velas destinadas sólo a iluminar.
Los perdedores del cambio buscan la protección de los gobiernos, fundándose esencialmente en el
argumento la destrucción del empleo como
argumento principal y otras razones secundarias. Los gobiernos hacen
cuentas, cuántos son los perdedores y cuántos son los ganadores, estos últimos,
siempre muchos menos o uno solo, porque son muy pocos los descubridores o
patrocinadores del nuevo paradigma.
Ahora bien, la destrucción de empleos en la industria de la velas, ha
sido ampliamente superada por la creación de empleos en la industria de
lámparas, artefactos de iluminación y en la industria de la generación y
distribución de energía eléctrica.
Años atrás cuando cursaba mi
maestría, el profesor de economía nos dio un ejemplo sobre este mismo tema. Se
refirió a la novela Robinson Crusoe de Daniel Defoe, publicada en 1719. Nos
planteó la hipótesis de que en su isla, Robinson fabricaba el bien A y su amigo
Viernes el bien B, por tanto el “capital acumulado” de la isla eran solo esos
dos tipos de bienes.
A continuación nos invitaba a
imaginarnos que a esa isla desierta llegara una balsa portando una máquina
capaz de fabricar el bien B. Se preguntaba entonces, ¿qué haría un sindicalista
autóctono? Simplemente hundiría la balsa en
defensa de las fuentes de trabajo, en vez de incorporar la maquina a la
economía y que a partir de ese momento Viernes se dedicara a producir un nuevo
bien, el C, enriqueciendo a la sociedad en su conjunto por una mayor cantidad y
opciones de tres diferentes bienes.
Esta historia didáctica siempre
me impactó y la tomé como ciento por ciento exacta por muchos años. Fue con el
tiempo que me di cuenta que a la
historia le faltaba una parte. ¿Quién se encargaría de acompañar a Viernes durante
el proceso de aprendizaje para poder fabricar el bien C? En otras palabras,
¿Quién subsidiaría a Viernes mientras no estuviera en condiciones de producir y
ganar su sustento?
Aquí encontré una función
trascendente y muy relevante para que desarrollen los gobiernos.
Uber es mucho más que una
plataforma y una aplicación con vincula directamente gente que desea ser transportada con choferes
particulares autónomos. Uber es
destructor de monopolios e intermediación gracias a internet y toda la
tecnología que conlleva. Uber obliga
al transporte a ser un mejor prestador servicios, a transparentar más la economía, incorporando
las tarjetas de crédito para el pago y el otorgamiento de recibos por lo
abonado. Como contrapartida, seguramente Uber requerirá el seguro por daños a
pasajeros y terceros y quizás licencias de conducir profesionales, pero no me
imagino mucho más.
Uber es un representante polémico de la llamada economía compartida que permite aprovechar
una mejor utilización de recursos y la generación de microemprendimientos autónomos
a través de la tecnología.
Por
cierto, hay muchas otras aplicaciones que funcionan con el mismo patrón y hay cientos de empleos tradicionales destinados a
desaparecer en razón de los avances tecnológicos y sin siquiera aplicaciones de
por medio: vendedores de tickets de
subtes (metro – underground), limpiadores manuales de vehículos, cobradores en
las estaciones de peaje, todas las tareas repetitivas, etc, etc. ¿Qué haremos
cuando los nuevos vehículos híbridos y sin conductores comiencen a circular
este año en Gothemburg? ¿Prohibiremos su circulación en defensa de los choferes
y de los agentes de la policía de tránsito?
Lo concreto, es que el mundo ha sabido progresar a pesar
de las resistencias por muy comprensibles que sean. Es fácil estar a favor de
Uber si uno no es taxista. Los dolores de los partos de nuevos paradigmas son
inevitables pero la evidencia de otras ciudades muestra que Uber, taxis y
remises han aprendido a convivir armoniosamente y no se han extinguido.
En el mundo siempre ha habido dos
bandos: el pasado y el del futuro. ¿De qué lado querés estar?