Por
Guillermo Ceballos Serra
El mundo corporativo es pródigo en dinamismo. Situaciones
cambiantes se suceden, sean propias del negocio o de los avatares de la
economía del país o de los mercados en general, como de decisiones
organizacionales que se aventuran en fusiones o adquisiciones. Las políticas
corporativas o liderazgos cambiantes impactan también en el status quo o zonas
de confort en que nos encontramos.
Estos cambios no son inocuos, afectan a ejecutivos o
colaboradores de todo nivel independientemente del desempeño individual. El
desempleo es una alternativa posible y tangible para todos los que se
desarrollan profesionalmente al servicio de corporaciones.
El empleo no es un derecho adquirido. Se merece todos los días, se debe
ganar todos los días. Los éxitos del pasado, nos enorgullecen, pero no nos
garantizan el futuro; porque justamente son parte del pasado. Alguna vez, cuando
defendía de su eventual despido a un alto ejecutivo desde mi función en RRHH
fundándome en sus logros “pasados”; el CEO me respondió: “por todo eso le pagué todos los bonus…”.
Por tanto, a pesar que siendo el riesgo del desempleo una
alternativa posible y recurrente en las trayectorias laborales, llama la
atención la escasa o nula preparación previa, en particular a nivel
ejecutivo, para afrontar estas
vicisitudes cuando se concretan. Nadie
está suficientemente preparado para situaciones extremas y aleatorias, pero
siempre se puede hacer algo con anticipación.
Ocurre que en realidad, las nuevas oportunidades también se gestan cuando
se está empleado. Esto no significa ser desleal al empleador actual,
significa, en primer lugar, ser
consciente de la propia identidad y protegerla. No soy “Juan Pérez” de “XY Corporation”,
soy Juan Pérez, actualmente empleado de XY Corporation. Es una actitud mental,
no valgo por donde trabajo, valgo por lo que soy; aunque se pueda estar muy orgulloso de trabajar en la empresa que me
emplea y tener un profundo afecto y gratitud por ella y su gente.
Por tanto, consciente de la propia identidad, se debe al empleador el
talento y profesionalismo, pero definitivamente, no la vida personal, menos al
punto de perder la identidad.
El buen profesional, mira el mundo, está atento a
los mercados, a posibles opciones, “players”, no es que reparta
curriculums por doquier, observa las oportunidades aunque no opte por ellas y
esté muy conforme en el lugar en que se desempeña y por cierto este conocimiento,
esta mirada abarcativa, también es un beneficio para el empleador actual.
El mundo, el mercado es social. Es esencial desarrollar contactos, es bueno para el empleo actual,
porque potencialmente puede permitir enriquecer la gestión presente, pero puede
ser muy bueno a futuro en caso de necesitar un contacto para un nuevo empleo;
contactos que sería muy difícil desarrollar en forma inmediata. Desarrollar contactos es una inversión y
lleva tiempo.
Sin duda hay que mantenerse
empleable, atractivo para el mercado, la obsolescencia de los conocimientos
es propio de la sociedad del conocimiento. Se debe incrementar constantemente la
empleabilidad, para que el mercado esté dispuesto a emplear los servicios del
profesional.
En esta vorágine es esencial mantenerse sano mentalmente, no dejarse traumatizar por los
problemas e internas corporativas, preocupado y ocupado con sentido de urgencia
sí, pero sano mentalmente. Las organizaciones, aunque a veces lo parezcan, no
son institutos siquiátricos, no contratan paranoicos siempre que pueden
detectarlos.
Las organizaciones dan señales dentro de sus pautas
culturales de los cambios que se avecinan. Hay que leer los semáforos corporativos, si mis chistes son cada vez mas
festejados aunque no sean graciosos, claramente hay luz verde en el horizonte
de este ejecutivo, caso contrario la luz roja marca un horizonte complicado. Se
evitan sorpresas prestando menos atención a uno mismo y mas atención a la
organización.
Por último, es importante creer razonablemente en uno mismo, el inseguro anticipa los desenlaces fatales, genera la famosa profecía auto-cumplida.
Alerta o sorprendido, la persona puede encontrarse en
situación de transición laboral, aunque difícil, es esencial mantener la paz interior y la salud mental y tener presente como en
la novela de García Márquez, hasta en
Macondo dejó de llover, es una etapa a transitar, al invierno sigue la
primavera y podría parafrasear también a la cantante popular, Fabiana Cantilo,
“nada es para siempre”. Todas las
calamidades que ocurrieron sobre la faz de la tierra un día tuvieron un final.
Es una transición que si inicia en primer lugar como una fase de reconstrucción de identidad y de duelo.
Nadie forma una nueva pareja estable y enriquecedora si se añora a la anterior.
Del mismo modo ocurre con las organizaciones; las organizaciones no contratan difuntos ni zombies, buscan gente que
vocación de crecimiento y capacidad para emprender y solucionar problemas. No
se atraviesa una entrevista laboral con éxito si no hay un duelo previo.
La transición es también una introspección, momento de realizar un FODA personal y decidir
donde se quiere ir y para quien se es empleable. ¿Quién valorará la inversión
continua realizada para combatir la obsolescencia? Es un momento para mostrar
carácter, para aprender en la adversidad.
La primera pregunta de un reclutador será ¿Qué hizo Ud. durante este tiempo? Se puede estar sin trabajo, pero no perdiendo el tiempo.
Buscar empleo es un trabajo. Requiere análisis, planificación, acción y seguimiento como cualquier otro proyecto para hacer que las cosas pasen. Profesión: “job seeker.”
La primera pregunta de un reclutador será ¿Qué hizo Ud. durante este tiempo? Se puede estar sin trabajo, pero no perdiendo el tiempo.
Buscar empleo es un trabajo. Requiere análisis, planificación, acción y seguimiento como cualquier otro proyecto para hacer que las cosas pasen. Profesión: “job seeker.”
Realizado el duelo y el FODA, será el momento de usar la red de contactos, construida a lo largo de los años. La red de contactos es el camino más probable hacia el nuevo empleo, no es posible comenzar en ese momento a construirla desde cero.
La responsabilidad (no la culpa) es personal, intransferible, muchos
pueden ayudar, pero el tránsito del invierno a la primavera es propio,
indelegable, nadie lo hará por uno. Es un esfuerzo constante, personal y duro,
de alta competición, por lo que al primer contratiempo, solo cabe tratar con más fuerza y en toda circunstancia, NO dar lástima, las organizaciones no
hacen caridad contratando personas que no necesitan.
Estos comentarios no pretenden en absoluto ser “la receta del éxito” en la búsqueda de empleo, me encantaría que lo fueran, si así pudiera colaborar con alguien que lo necesite, pero no es así. Son simplemente “tips" para el camino. Cada proceso es individual, cada uno lo transita lo mejor que puede, con la preparación que dispone y a no dudarlo, con la contención y afecto de los seres queridos que tiene.