Por
Guillermo Ceballos Serra
Como casi todo el mundo
estoy profundamente conmovido por la elección del nuevo Papa Francisco venido “desde
el fin del mundo”. Escuché la noticia estando en el exterior en visita de
trabajo y tuve que esperar hasta la noche para ver por internet todo lo que había
sucedido durante el día. Todavía hoy no dejo de sorprenderme por cada gesto, por
cada palabra, por historias que cuentan quienes lo conocieron profundamente en
su acción pastoral en Buenos Aires.
Era nuestro vecino y nuestro Obispo y en general sabíamos tan poco de su obra, de su coherencia… hasta que resultó electo. Hoy estamos (los argentinos) aprendiendo a re-conocerlo.
El 20 de marzo, Francisco celebró la primera misa oficial de su pontificado. Muchos en estas latitudes, acompañaron desde la Catedral Metropolitana, otros, madrugamos para no perder detalle por televisión.
Entre emoción, alegría y desde luego sueño, escuchamos decir: "Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su vértice luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y recibir con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños."
"Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio…”,
esa frase repiqueteó en mi cabeza a pesar de la hora. El
poder del liderazgo servicial, “…el que quisiere entre vosotros hacerse grande,
será vuestro servidor; y el que quisiere entre vosotros ser el primero, será
vuestro siervo: Como el hijo del hombre no
vino para ser servido sino para servir, y para dar la vida en rescate de
muchos.” Mateo 20: 20-28
Allí estaba en su primera homilía toda la tradición católica sobre el servicio y claramente una de las fuentes donde abrevaron Robert Greenleaf y James C. Hunter, al desarrollar sus obras sobre liderazgo servicial.
El liderazgo, esencia del desarrollo humano, de las instituciones y desde luego de las organizaciones, posibilita la concreción de los sueños más nobles y de los objetivos personales o corporativos. El liderazgo es esencial para que ocurran cosas. Porque al decir de Max de Pree ““El liderazgo es una intromisión positiva en la vida de los demás”
Se trata de la famosa inversión de la pirámide, donde el vértice esta abajo sosteniendo la base, a los seguidores que constituyen la prueba palpable del liderazgo. ¿Como sabemos quién es líder? Muy sencillo, aquel que tiene seguidores. Personas que invierten su futuro en la relación con su líder. Aquellos que saben razonablemente que esperar por seguirlo, aquellos que saben que sus necesidades serán satisfechas. Aquellos que saben con certeza que el líder está preparado para la función. Aquellos que saben que el líder honrará sus compromisos, porque es una persona de palabra. Aquellos que lo seguirán aunque el líder no cuente con una autoridad formal sobre ellos. Hablamos de líderes con carácter no con carisma. Líderes primeramente capaces de capaces de dirigir su persona.
En definitiva, donde no hay líderes que sirvan, hay caos, porque su opuesto, el universo (la unidad de lo diverso), está basado en un orden fundado en el servicio. “El sol sale cada mañana para brindarnos su calor, las plantas crecen para sustentarnos…todo cuanto vemos cumple con el propósito para lo cual fue creado: servir… ¿y tú?” (M.E. Huamani).
No pretendí ser original en estas líneas y aunque me lo hubiera propuesto difícilmente lo hubiera logrado en este tema, simplemente quise compartir estas ideas que a raíz de estos eventos extraordinarios fluyen por mi mente, aquí, en el fin del mundo.