FEBRERO 2024

jueves, 3 de febrero de 2011

CODIGOS DE CONDUCTA


Por Guillermo Ceballos Serra

Muchas organizaciones cuentan con códigos de ética o de conducta. Realizan ingentes esfuerzos, por difundirlo, publicitarlo, hacerlo presente en la vida cotidiana de las organizaciones. Muchas veces pareciera que las corporaciones más modernas, con las tecnologías más sofisticadas que operan en mercados globales, se ocupan de temas ancestrales, propios de cuestiones de siglos pasados y no de la modernidad propia del tercer milenio.

No sólo eso, constituyen comisiones o comités de seguimiento, documentan sus conclusiones con un celo propio de notarios, analizando cuestiones que muchas veces parecen irrelevantes para el mundo actual o al menos para los titulares de los medios de prensa.

¿Porque estos esfuerzos? ¿Porqué la inversión de recursos en estas practicas? La utilidad de contar con ellos reside esencialmente en facilitar que todo el personal de una corporación pueda conocer y alinearse con los valores que sostienen las organizaciones, contando con una versión explícita de los principios y conductas más importantes que se comprometen a sostener en toda circunstancia. Consiste en promover una mirada homogénea y cohesionante sobre la temática general que afecta una organización, la comprensión del espíritu ético subyacente, en particular, útil para definir la conducta apropiada para aquellas situaciones no previstas explícitamente en una norma o en un hecho novedoso que confronta o plantea dudas a nuestro sistema de creencias.

Ahora bien, comprometerse a cumplir un Código Ético, no es una restricción a nuestras libertades o nuestras creencias mas profundas. En primer lugar, porque nadie está obligado a integrar una organización donde sus valores mas preciados están en franca oposición a los corporativos, menos aún a seguir directivas ilegales u omisiones a la legislación vigente. Segundo, porque el compromiso con esas pautas éticas son las que posibilitan el cumplimiento los objetivos que nos proponemos en todo orden.

En idéntico sentido, sostenía magistralmente Platón refiriéndose a la virtud de la justicia… “¿Crees que una ciudad o un ejército o una banda de piratas o de ladrones o cualquier asociación de ese género que se proponga un objetivo común mediante la injusticia, podría llevarlo a cabo si sus componentes obraran entre si con injusticia?”. (Platón – Republica – Libro I). Todo emprendimiento humano requiere un mínimo de pautas éticas para poder llevarse a cabo y facilitar la convivencia entre las partes.

Extendiendo el mismo razonamiento: ¿Consideraríamos a nuestra Constitución Nacional un obstáculo o restricción a nuestras libertades personales o es su observancia y sostenimiento lo que nos dignifica como ciudadanos? ¿Los pueblos no valoran más aún sus constituciones cuando su vigencia se encuentra suspendida o comprometida?

Podemos decir que en el plano ético, la observancia de un código de conducta en las organizaciones, nos hace participes plenos de la vida organizacional, mas aún, podemos decir que en un sentido metafórico, nos transforma de meros habitantes de la organización en “ciudadanos corporativos”, sostenedores, custodios y difusores de sus valores, que son justamente los que posibilitan nuestro desarrollo personal, profesional y corporativo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Guille, me encanto... felicitaciones!!! un trabajo excelente.
Marcelo Bianchi - Montaña