FEBRERO 2024

miércoles, 5 de mayo de 2010

LAS CRISIS AFECTAN A QUIENES MENOS GANAN




Por Agustin Salvia
Director – Investigador Jefe del Programa Observatorio de la Deuda Social Argentina - Universidad Católica Argentina



En un momento en donde las estadísticas oficiales sufren de dudosa calidad, contar con una fuente alternativa de información sobre la evolución de las remuneraciones puede brindarnos alguna enseñanza de los cambios que registró el mercado de trabajo durante los últimos años.

En general, las remuneraciones reales están fuertemente asociadas a la formalidad del empleo. En el empleo informal, puede disminuir la retribución ante la falta de protección legal frente a situaciones como el aumento de la inflación o la crisis. Pero ello no es el único motivo ni es quizás el más importante. La productividad del trabajo y la cantidad de horas trabajadas son factores mucho más relevantes. Ambos en general dependen de las condiciones técnicas y sociales que gobiernen la organización del trabajo, así como del nivel de actividad económica, sea de la empresa o sector de actividad del que se trate. De tal modo que la relación que vemos entre remuneraciones y legalidad laboral puede ser espuria, es decir, depende en realidad de la productividad del trabajo.

Según la Encuesta de la Deuda Social Argentina para grandes centros urbanos, el promedio de ingresos de los trabajadores subió en el período de expansión económica y se estancó o disminuyó en épocas de inflación o recesión, pero no al mismo ritmo para todos los trabajadores. Este proceso remite una vez más a la heterogeneidad del mercado laboral en nuestro país, dependiendo en mucho la remuneración de un trabajador no de las normas sino del segmento del mercado y la productividad de la empresa donde trabaje. Algunos datos ilustran en parte este problema.

El ingreso real promedio de bolsillo -a pesos de 2009 según índice de precios al consumidor de BA City- obtenido en un empleo legal en sectores dinámicos aumentó 57,9% entre 2004 y 2007 (de $ 1574 a $ 2486), para luego, entre 2007 y 2009, caer 4% ($ 2486 a $ 2386). El ingreso real promedio proveniente de empleos no registrados pero estables aumentó un 39,9% entre 2004 y 2007 (de $ 1208 a $ 1690), para luego, entre 2007 y 2009, disminuir en 9,8% (de $ 1690 a $ 1521). Por último, la media de la remuneración real generada por empleos precarios inestables aumentó 76,9% entre 2004 y 2007 ($ 540 a $ 955), para luego, entre 2007 y 2009, disminuir 19,4% ($ 955 a $ 770).

Tal como se puede apreciar, las mayores variaciones tuvieron lugar -tanto en períodos de expansión como de retracción- en los ingreso de los trabajadores precarios insertos en actividades de más baja productividad. Esto se explica por el alto nivel de exclusión del que partieron estas actividades, como del fuerte aumento que experimentaron las horas trabajadas, pero sin que ello estuviera necesariamente acompañado de un aumento en la productividad real. Lo cual explica la mayor vulnerabilidad posterior de estos grupos.

Aunque la información presentada es parcial para demostrar el argumento de fondo, el estudio es provocador en cuanto a insinuar que la principal razón de la desigualdad en la distribución del ingreso en nuestro país no sea quizá la falta o exceso de marcos legales regulatorios sino sobre todo la falta de empleos productivos que ocupen a los excedentes subutilizados de mano de obra. Si esto es así, el desafío no es ajustar el marco legal sino modificar la estructura productiva a través de reglas de inversión, haciendo posible que se generen empleos más productivos con remunerados más justa para todos.

Lamentablemente, las estadísticas oficiales no llevan al mismo diagnóstico. Posiblemente, nuestra muestra no sea suficientemente representativa. Sin embargo, no deja de ser extraño que los datos sean coincidentes hasta el momento en que las tinieblas ocuparon el Indec.

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