FEBRERO 2024

miércoles, 10 de mayo de 2023

MUCHOS DE LOS NOMBRES QUE USAMOS EN LOS SISTEMAS DE MEJORA NO SOLO SON INENTENDIBLES, SINO TAMBIÉN DAÑINOS

 















Por Carlos Raúl Castro. Director Partner at SCS Consultores- Supply Chain Executive - MBA - Co-founder at AgroPonia

¿Por qué digo que estos nombres son inentendibles y hasta dañinos?

Los más conocidos programas de mejora están, en mi opinión, muy mal nombrados. Me refiero a: Equipos de Trabajo Autodirigidos, Six SigmaLean Manufacturing y TPM (que ni se sabe qué nombre darle a esta sigla).

Nadie en ninguna organización es completamente autodirigido, entonces, ¿por qué pensamos que los equipos de operadores lo serán de repente? Conlleva a la idea de que los equipos pueden hacer lo que quieran porque son autodirigidos. He escuchado a gerentes y supervisores “contras” diciendo: "Dejalos a ver si se pueden arreglar solos. Al final, son autodirigidos, ¿no?"

Uno de mis casos preferidos es Six Sigma. ¿Qué diablos es un sigma? ¿Y por qué hay seis? Conozco muy bien las respuestas a estas preguntas y ya me equivoqué lo suficiente como para ahora argumentar razonablemente. Pero ¿no es raro que tengamos que explicar y hasta defender el nombre de una iniciativa aún antes de comenzar a desarrollar su contenido? Me acuerdo de una de las trampas en las que caí explicando Six Sixma: “¿Tres partes por millón? ¿Estás loco? Ni nuestro cliente más exigente pide eso.” me dijeron. Peor aún, el nombre Six Sigma transmite la idea equivocada de que las herramientas y los métodos que comprende son misteriosos, complicados y solo entendidos por una élite altamente educada. Por supuesto, luego reforzamos este pensamiento erróneo al crear... Black Belts. ¡no lo podemos hacer más raro!

Otro ejemplo es Lean Manufacturing. Primero, se hace cuesta arriba el término manufacturing cuando estamos implementando conceptos Lean en institutos educativos, bancos, operaciones logísticas y compañías de turismo por dar algunos ejemplos fuera de la manufactura. Y el término Lean… Trabajamos en América Latina; la gente busca Lean en el diccionario y encuentra… “magro, flaco, enjuto, sin grasa”. ¡Uh, alarma máxima! ¡Vienen a cortar empleos! Claro y directo: hacer más con menos. Todo lo que los gerentes, supervisores y operadores están ansiosos por escuchar y esperan que algún consultor sabiondo les enseñe, ¿verdad?

Para terminar: una de las “herramientas Lean” que se alienta es TPM (dificilísima de explicar su sigla). Además de ser TPM en sí mismo una filosofía de gestión completa y no solo una herramienta Lean, trae consigo una de las prácticas más poderosas y peor llamadas posibles: “mantenimiento autónomo”. No se puede provocar mayor destrucción de tan poderoso artefacto. Presentándolo como Mantenimiento Autónomo, todos se sienten confundidos… Los que hasta ahora hicieron mantenimiento, interpretan desplazamiento. Los operadores, sienten que tienen que “traicionar” a sus compañeros de mantenimiento, que la empresa pretende hacer mantenimiento pagando menos y las representaciones sindicales se ponen en pie de guerra.

Confirmo: nombres inentendibles y hasta dañinos.

En contraste, ¡Qué clara era la Calidad Total!

Como menciono en el título, la Calidad total, disciplina que empezamos a practicar allá a principios de los ’90, tenía la fortaleza de no necesitar grandes explicaciones. La Calidad es buena y si es Total debe ser mejor, ¿no? ¡Muy simple! Fácil de entender y sin generar resistencia alguna. Además, alimentaba un cambio cultural formidable: la calidad es cuestión de todos.

Se habrán dado cuenta que cada vez son más las compañías que deciden no usar aquellos nombres originales de los sistemas de mejora, sino que generan un “sistema propio”. Sin embargo, en muchos casos que conozco hacen un “copy-paste” tan confuso como los descriptos (o peor, a veces). Siguen transmitiendo con nombres no solo “difíciles”, sino también dañinos, porque crean conceptos erróneos sobre la naturaleza de las herramientas y filosofías que comprenden.

Estos conceptos erróneos llevan a que los líderes de las empresas los implementen por razones equivocadas y que los empleados se resistan también por razones equivocadas.

Como gerente y director de empresas primero y como consultor de la industria después en SCS Consultores , he hecho mi parte en tratar de convencer a empleados de todos los niveles que los sistemas de mejora no significan menos lugares de trabajo y sé que el cambio cultural siempre encuentra resistencia, incluso en las circunstancias más ideales.

Pero este cambio de cultura se hace aún más difícil si el nombre mismo de la iniciativa imparte miedo y aprensión. Hay poco en este mensaje de mejora que sea atractivo si lo decimos así: cuando hablamos de reducir costos, escuchan: "saquen gente"; cuando hablamos de mayor eficiencia, escuchan: "trabajen más y más rápido"; cuando hablamos de los beneficios de hacer más con menos, escuchan: "hacé más y mejores productos, pero no esperes nada que te compense"; cuando les damos una conferencia sobre la necesidad de reducir el desperdicio, escuchan: "ustedes están haciendo su trabajo desperdiciando recursos".

¿Y nos preguntamos por qué no saltan de entusiasmo después de una charla introductoria de dos horas?

¿Cómo comunicar mejor el propósito de los sistemas de mejora?

A pesar de todo esto, he comprobado decenas de veces que las prácticas de Lean, TPM, Six Sigma y equipos autodirigidos, son muy amigables para todo el personal, logran aumentar la agilidad de las compañías y crean nuevas capacidades y entonces, ventajas competitivas. Por encima de todo, los sistemas de mejora logran reducir la frustración de las personas en el trabajo.

La lista de problemas y eventos que frustran a los supervisores y operadores diariamente es larga. Herramientas que no se encuentran o no funcionan. Información que se recibe tarde o nunca. Equipos y herramientas que son inadecuados para el trabajo. Averías. Cambios constantes en el planeamiento. Pedidos apresurados y acelerados innecesarios. Materiales por debajo del estándar. Ayuda inadecuada de personas y departamentos que se supone son “de soporte”.

Los métodos de mejora abordan todos y cada uno de estos problemas y muchos otros.

Nuestro mensaje a gerentes, supervisores, operadores y empleados es que los sistemas de mejora son un enfoque para reducir las frustraciones que experimentan rutinariamente cuando mueven materiales, información y productos a través de los procesos de la compañía.

El programa de mejora estará funcionando cuando se sientan menos frustrados, cuando regresen a casa con una sonrisa y sensación de logro en lugar de abrumados por el agotamiento físico y emocional.

Y entonces, ¿Qué podemos hacer?

¿Podremos hacer algo con estas malas denominaciones de un muy buen conjunto de herramientas y conceptos? Cambiarle el nombre es una opción limitada, me parece. Lo he intentado con mis propios clientes; a veces pega, a veces no.

Sin embargo, creo que podemos cambiar la forma en que hablamos y enseñamos métodos y conceptos de mejora. Es cierto que demasiado de lo que se dice y se escribe refuerza las connotaciones negativas. Debemos empezar diciendo que Lean no se trata de reducir personal, ni TPM de que los operadores hagan el mantenimiento y que los equipos autodirigidos se deberán ganar la mayor autonomía.

Podemos decir que los sistemas de mejora son un conjunto probado de herramientas y filosofías que permite desde gerentes a operadores trabajar mejor, que cuando se comunica e implementa correctamente funciona extraordinariamente bien y que aumenta la satisfacción del cliente hasta extremos insospechados.

 


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