Por William Elías Orjuela Ariza. Socio Consultoría - Desarrollo Humano Corporativo y
Excelencia Operacional en Baker Tilly
Human Consulting, Colombia. Co-Fundador de IBKIN – International
Bureau of Knowledge and Innovation.
Antes de la pandemia, muchas personas ya estaban en
“modo teletrabajo o trabajo en casa” porque no conseguían un empleo formal,
eran independientes o era una opción para tercerizar algunas responsabilidades que
las empresas no estaban interesadas en administrar o querían una opinión
diferente y esto resultaba más eficiente.
Se escuchaba la petición de algunos padres respecto de
que el trabajo presencial dificultaba su labor pues el desplazamiento y las
responsabilidades cotidianas no permitían atender como se quisiera a la
familia, es decir, teniendo un equilibrio entre lo laboral y la calidad de vida
familiar.
La pandemia aceleró de manera repentina algunas tendencias
en el modo de trabajar y obligó a que todas las personas de distintos niveles
organizacionales migraran a un nuevo modelo de trabajo virtual obligatorio en
casa, sin reglas claras y en el cual el respeto, la confianza y el compromiso
deberían estar presentes para preservar la estabilidad familiar y cumplir con
las responsabilidades laborales; todo esto en un clima de incertidumbre, distanciamiento
social, normas de bioseguridad, autocuidado, pérdida innecesaria de vidas y de
confianza en las instituciones.
Pasaron los meses y se materializaron las
consecuencias de la escasa visión sobre escenarios posibles con eventos catastróficos
de grandes proporciones, documentados por la ciencia y la literatura o
magistralmente recreados en su momento por Hollywood, siendo ahora el nuevo
“villano invisible” de la sociedad moderna.
Después de 14 meses, es tan público el impacto de la
pandemia que lo podemos resumir en: crisis económica generalizada, aceleración
de la baja productividad, pérdida de empleo, aumento de la pobreza, foco en la
vida y los más vulnerables, incremento de la informalidad laboral, cambios de
hábitos de los consumidores, exceso de oferta en locales y oficinas, cierre de
empresas, digitalización de las operaciones, aumento de divorcios y posicionamiento
definitivo del teletrabajo o trabajo en casa en muchas de las actividades
económicas clave. El mundo, definitivamente, cambió.
El teletrabajo o trabajo en casa será en breve una nueva
regla estandarizada y mundialmente aceptada
que tendrá que perfeccionarse hasta ser un “Modelo de Gestión
Empresarial” válido, pero de libre opción para las empresas y las personas
porque implican menores costos de operación, mayor productividad, mejor calidad
de vida para las personas, flexibilidad y autonomía laboral (alternancia),
mayor eficiencia e innovación operacional y acceso mundial al conocimiento a
través de efectivas plataformas de gestión colaborativa que nos mantendrán “unidos”
virtualmente y sin fronteras físicas.
Las casas de campo y las viviendas de paso en
poblaciones cercanas a las grandes ciudades se posicionarán como el espacio
ideal para disfrutar con todas las comodidades del teletrabajo y estudio
remoto.
Dentro de los mayores retos que existen al implementar
un Sistema de Gestión basado en teletrabajo o trabajo en casa, se puede
considerar que es necesario definir las reglas del juego que combinen el
enfoque técnico con el enfoque humano que deben estar presentes, preparar a los
líderes para la gestión digital y de sus equipos, capacitar a las personas para
desempeñarse con total autonomía laboral, disponer del espacio físico en casa
para trabajar respetando las reglas del entorno familiar, innovar en los sistemas
de control de gestión, actualizar las evaluaciones de desempeño, ofrecer el
acompañamiento permanente que se debe dar al colaborador y su núcleo familiar, migrar
del cumplimiento de horario por el cumplimiento de objetivos y diseñar las
nuevas formas de descanso y entretenimiento planificado que se deben ofrecer
para hacerdel trabajo en casa una actividad placentera, cooperativa y un estilo
de vida de nivel superior indistintamente de laresponsabilidad que se tenga
(compensación emocional y experiencia laboral memorable).
En este contexto no será permito invadir el espacio familiar,
por lo tanto, será el momento de invertir en las personas, los líderes, los
equipos de trabajo, el núcleo familiar y en la sociedad en general, ya que no
estábamos preparados para este cambio cultural.
El no hacerlo implicará una nueva pandemia, pero
enfocada en la salud mental con graves consecuencias humanas y sociales que se
manifestarán con el incremento en los índices de ansiedad, depresión, soledad,
languidez, alcoholismo y suicidio. “Hasta el 5 de mayo de 2020, ya se han
realizado 1635 intervenciones: 60 % a mujeres, 46 % proceden de Bogotá,
Antioquia y Valle; 45 % por síntomas de ansiedad y estrés, seguidos de
distintas formas de violencias al interior del hogar”, dijo el viceministro de
Salud Pública, Luis Alexander Moscoso Osorio.
Tendremos que desaprender antiguos hábitos y creencias
válidos en su momento para adoptar nuevas formas de comunicación, aprender a
relacionarnos, a liderar virtualmente, a gestionar por objetivos, a promover relaciones
de confianza, a potenciar nuestros talentos, a lograr objetivos compartidos con
propósitos y valores; es decir, seremos una nueva sociedad en la cual el
gobierno, la academia, los empresarios y los diferentes actores civiles y
sociales tendremos la oportunidad inédita de impulsar el nuevo estilo de
liderazgo servidor que nos conduzca realmente hacia la anhelada prosperidad
social y empresarial para los nuevos tiempos.