Por Matías Ghidini, Gerente General
de Ghidini Rodil
Se dice que lo bueno de tocar fondo
es que luego solo se puede hacer una cosa: subir. El año 2019 acabó siendo el
peor período para el empleo en la Argentina de los últimos 13 años. Se llegó a
un trágico pico de la tasa de desocupación de la población urbana del país, que
se ubicó en 10,6% de la población activa en el segundo trimestre.
Desde ese oscuro y profundo sótano
de la situación laboral parecería que, hacia delante, solo queda el camino de
ascender. Pero, a la vez que puede darse esa definición, algo que se presenta
como muchísimo más incierto es la velocidad y la pendiente de esa recuperación.
Se entiende que es poco probable
que la situación del empleo sea peor durante este 2020 que la del año pasado.
Pero cuánto mejor podría ser y cuándo comenzaría a mejorar son, por ahora,
preguntas que no tienen respuestas.
Gran parte del ritmo de la esperada
recuperación del mercado del trabajo estará marcado por la suerte y el rumbo de
la economía doméstica. Y eso depende de las medidas que vaya trazando el
Gobierno asumido en diciembre.
Como factores a favor, podría
decirse que las primeras (y heterodoxas) medidas referidas a las pautas de
ajustes salariales de empleados de los sectores privado y público permiten
augurar que en 2020 los sueldos tendrán algunas chances de empardar el
incremento del costo de vida.
Si eso efectivamente se cumple,
será un reconfortante cambio de tendencia en comparación con 2018 y 2019. Un
tercer año consecutivo de pérdida de salario real sería ya insoportable para
los trabajadores.
En relación con los sectores de la
economía, es esperable que las compañías que operan en la industria del
conocimiento sostengan e incrementen su demanda de trabajadores durante este
año.
A este grupo, que exporta know
how profesional criollo de media y alta calificación al resto del
mundo, le urge incorporar perfiles (mayormente, con dominio avanzado del idioma
inglés) que tengan saberes en las áreas de tecnología, contabilidad, finanzas,
impuestos, recursos humanos y compras.
Despejados los recientes e
innecesarios nubarrones que el propio gobierno sembró al cuestionar la
implementación de la ley de economía del conocimiento (no así su espíritu de
fondo), este sector (con exportaciones por US$6000 millones anuales) será un
bastión de la generación de puestos de empleo en los próximos meses, según las
expectativas.
¿El tiempo de la reforma?
Claro que nuestros lastres
estructurales subsisten. ¿Será finalmente la gestión del presidente Alberto
Fernández la que le ponga el cascabel al gato a la eternamente postergada
reforma laboral?
Este es un caliente y esquivo
capítulo en la agenda de todos los gobiernos. Hasta ahora, la reforma no asomó
aún como proyecto. Sin un renovado marco legal más moderno, flexible, inclusivo
y estratégico no hay creación genuina de empleo privado de calidad posible. La
dinámica del trabajo del futuro, empujada por las nuevas generaciones, no
encuentra actualmente en nuestro país el necesario marco legal para, por
ejemplo, incorporar al mercado formal trabajadores free lance, por
proyectos, o a distancia. Debería promoverse, a través de beneficios fiscales,
la contratación de personas que integran esos grupos postergados por razones de
edad, género o capacidades diferenciales.
Por otra parte, hay que tener en
cuenta que no puede existir una recuperación profunda de la demanda laboral sin
una reactivación de las pequeñas y medianas empresas, que son el verdadero e
histórico motor de la mayor parte del empleo en la Argentina. La doble
indemnización por despido que, al menos inicialmente, regirá por 180 días y que
fue dispuesta por el nuevo gobierno, no parece ser el mejor incentivo que las
pymes precisan para recuperar la confianza y comenzar a ampliar sus dotaciones.
El escenario asoma gris y difuso por este lado.
Claro que, para el más del millón
de desocupados formales de los principales 31 aglomerados urbanos del país (ese
es el universo alcanzado por la encuesta de mercado laboral del Indec), la
urgencia sigue latente e imperturbable. ¿Cómo encontrar empleo en este
escenario adverso? Y otra cuestión no menos importante: ¿cuáles son las
herramientas más adecuadas?
Trillado pero efectivo, el consejo
de aprovechar el momento para capacitarse o formarse es siempre válido. Se
trata de una decisión de inversión positiva. Aprendizaje continuo es el lema
del futuro.
Para aquellos que son, por
personalidad, más desprendidos, emigrar a otros países en busca de las chances
aquí todavía ausentes, es también una alternativa que puede ofrecer muy buenas
oportunidades (profesionales), pero también desafíos (personales).
Para los genuinamente osados,
comenzar un emprendimiento es la alternativa que está de moda. Grandes
proyectos y compañías vieron su génesis en épocas de crisis. La Argentina, vale
recordarlo y subrayarlo, siempre le agrega a quien tiene iniciativas económicas
una triple línea de vallas y obstáculos a sortear, antes de llegar al soñado
punto de equilibrio.
Costumbre ya, el mercado laboral
argentino mostrará en 2020 significativas diferencias según el sector de la
economía que se observe.
Y otro punto a tener en cuenta es
que existe una pobre planificación estratégica de los recursos humanos. Hay
pocas industrias demandando talento (entre ellas, las de tecnologías de la
información, fintech, energía y petróleo y la agro-industria). Muchas otras
están apenas defendiendo y sosteniendo al personal que ya tienen.
Para el candidato a ocupar un
puesto, se impone una extrema resiliencia y una abundante prudencia. Y, por
supuesto, tener los ojos bien abiertos. Se viene un año para transitar
despacio, esperando que aclare. Por qué no, esta vez, en el esperado segundo semestre.
Publicado en este espacio con expresa autorización del autor y en el diario La Nación de Argentina.
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