Por
Guillermo Ceballos Serra
Una
historia, lamentablemente, basada en hechos reales.
Recientemente
cenaba con 3 amigos con quienes me une una amistad de entre 25 y 30 años de
conocimiento. Como toda reunión de amigos la conversación fluyó por una
innumerable serie de temas: la familia, la salud, la política (por suerte en
este punto tenemos cierta afinidad), deportes y desde luego el trabajo.
Mis
tres amigos, representan distintos ámbitos del espectro laboral. Uno es un ex
ejecutivo de multinacionales, hoy con un emprendimiento a quien llamaremos
“Carlos”, otro es Gerente General de una gran empresa industrial familiar de 2da
/ 3ra generación a quien llamaremos “Juan” y el tercero “Pedro”, es el dueño de
una Pyme que empezó su padre y que supo mantener a flote a lo largo de las tres
últimas azarosas décadas de la política y la economía de nuestro país.
Unos
días antes, había pedido a Juan (el Gerente General), que me hiciera el favor
de entrevistar a un conocido mío que se había quedado sin trabajo para la misma
posición en su empresa que estaba circunstancialmente vacante y que en mi
opinión podía cubrir satisfactoriamente.
Aproveché
entonces para preguntar cómo le había ido en la entrevista y la respuesta sonó
(al menos para mí) como un estruendo descalificador: “Decididamente
overqualified”.
- ¿Y
cuál es el problema? - pregunté.
- Se
va a aburrir con nosotros y se va a ir a la primera oportunidad que tenga.
Claramente
la creencia subyacente es que el candidato toma un trabajo porque lo necesita y
se aburrirá si hace una tarea menos desafiante y por ende el aburrimiento se
tornará en frustración y finalmente en renuncia a la primera oportunidad.
Debo
reconocer que una negativa tan tajante me sorprendió enormemente, en
particular, por conocer tan bien a mis amigos, quienes suelen ser bastante
abiertos a la hora de analizar los temas.
Decidí
contar relato de ficción que he utilizado con anterioridad. Imaginemos que Lionel Messi,
indiscutido mejor jugador del mundo del Barcelona, se cansara de las presiones
de jugar en las superligas mundiales y decidiera ya, con su situación económica
resuelta, jugar por placer en una liga provincial, por puro divertimento. ¿Pensarían
las autoridades de dicho club rechazarlo por “sobrecalificado”? ¿Cuánto demoraría el club en despedir al director técnico? ¿Cuánto demorarían
los fanáticos en pedir la renuncia de los dirigentes? ¿Cuánto tardarían estos
mismos en peregrinar al domicilio de Messi y rogarle que los perdone y se sume
a su equipo?
Fue entonces cuando terció mi
amigo Pedro (el dueño de la Pyme).
- ¡Sería
un mal ejemplo para el equipo! Estaría entrenando a media máquina. Sería
injusto con los compañeros, a quienes se les reclama que se esfuercen al 100% y
se estaría haciendo una diferencia a su favor.
- - Pero seguramente aún entrenando con menor intensidad su desempeño sería infinitamente superior al resto del equipo y redundaría en el bien del equipo- - insistí.
La realidad es que mis argumentos
no fueron convincentes. Probablemente
porque hay algo de prejuicio por casos donde la experiencia no resultó
satisfactoria. Todos conocemos casos donde la persona ingresa y su actitud
carece de humildad o efectivamente en corto plazo comienza a presionar para ser
promovido a posiciones más acordes con su historia laboral pasada.
Hay muchas
razones por las cuales entiendo que es un error descartar de plano a un
candidato sobrecalificado, muchas de ellas están en el artículo citado. En
este caso quiero otro error.
El error consiste en la
presunción (injustificada) de conocer de antemano la motivación del candidato.
Son innumerables las causas que inspiran a una persona a ponerse en movimiento,
de eso se trata precisamente la motivación, que es lo que hace realizar el
esfuerzo de ponernos en modo activo.
Frederick Taylor (incentivos
salariales), Elton Mayo (relaciones humanas), Abraham Maslow (escala de
necesidades), Douglas McGregor (teoría X / Y), Frederick Herzberg
(enriquecimiento de tareas), David Mc Clelland (necesidad de logros), han
destacado en los últimos cien años distintos factores motivacionales relevantes
para las personas. Por lo que podemos sostener con un alto grado de certeza que
cada persona es única y que responde a distintos estímulos.
Por su parte, ¿qué imaginas si
escribo la palabra BEBE? Seguramente muchos imaginarán un bebé, otros un
bebedor y otros recordarán un modo cariñoso de llamar a un ser querido. Por lo
que podemos dar un paso más en nuestras conclusiones y decir que no sólo
cada persona es única, sino que además responde diferente al mismo estímulo.
Por
tanto, ¿cómo podemos atribuirnos como entrevistadores el conocimiento de las
razones profundas de un candidato que aplica a una posición relativamente
debajo de sus competencias o experiencias?
Asumimos
que una persona desempleada aplica por necesidad a un empleo, pero su situación
de desempleo podría deberse a su propia razonada de decisión de dejarlo por
haber sido un lugar tóxico o por exigir tareas que comprometían la estabilidad
de su situación familiar por la necesidad de viajes continuos debido a la
dispersión geográfica de los clientes. Una empresa más pequeña o con clientes
más concentrados geográficamente o cuentas más relevantes, se beneficiarían
grandemente de contar con un ejecutivo más calificado que hubiera preferido
dejar de lado el supuesto encanto de los viajes, aeropuertos y los hoteles.
Sería
inteligente que los reclutadores estén abiertos a mantener una entrevista
directa y honesta acerca de sus expectativas y sobrecalificaciones para la
posición del candidato y las necesidades reales del puesto, desprovistas de
todo marketing, que pueda llevar a error al postulante en aquellos casos que
las mismas se encuentran “infladas” para atraer mejores candidatos que en
realidad no son necesarios.
De
pronto irrumpió Pedro (mi amigo del emprendimiento),
- Si el
candidato tiene más de 50 años tampoco lo va a querer una multinacional, porque
tienen tabla de reemplazos, expatriados y a esa edad normalmente empiezan a
prescindir de su personal. Es curioso - me dijo con su habitual ironía -
presentaste un tipo muy calificado y por distintas razones nadie lo quiere.
Decepcionado al ver que la discusión no iba a ninguna parte, simplemente pensé que sería importante revisar todas nuestras suposiciones pasadas teniendo en cuenta las nuevas realidades. Entonces les dije: "¿Querrían pasar a la historia como los tipos que rechazaron a Messi?"