Por Jesús Alonso
Segoviano, Presidente Honorario en Coaching Lyskam - España
Mantener
a un equipo de trabajo motivado es imprescindible para conseguir un trabajo de
calidad. La excelencia necesita de la
motivación, y esta implica varias
cosas, entre ellas compromiso y dedicación. Cuando no se cuidan la moral y
las ilusiones del equipo, ambas cosas se pierden y la nave corre el peligro de
hundirse. La motivación trasciende de la actividad en el trabajo; sus efectos
también son aplicables a la lucha contra la enfermedad, la participación en un
acontecimiento deportivo, la superación de un contratiempo en la vida y tantas
otras circunstancias.
Piensen
en el típico caso de un equipo de fútbol que pierde partido tras partido y que,
tras cambiar al entrenador, recupera la confianza y las ganas de trabajar y
gana puestos en la liga. Son los mismos jugadores, el mismo estadio, el mismo
presupuesto. ¿Qué ha ocurrido? El nuevo
entrenador, de alguna forma, ha restablecido la motivación de los jugadores.
La falta de
compromiso
El
compromiso de los trabajadores es crucial para el funcionamiento de la empresa.
La falta de éste es, en primer lugar perjudicial para el propio trabajador,
genera absentismo, desmotivación, falta de reconocimiento y aparece el síndrome
del burn-out. Todo ello degenera en frustración y desilusión.
Pero
además perjudica los proyectos de la empresa, lastra a la parte del equipo que si
se compromete, y no hay retorno de la inversión del coste de empresa, o suma de
los costes en los que incurre la misma al contratar un empleado. ¿Han oído
hablar de los problemas de desalineación? Surgen cuando los miembros de un
equipo de trabajo son dirigidos de forma ineficiente, o reman en distintas
direcciones. No van el mismo barco, los objetivos de la empresa no son los
suyos, y los logros de esta última no le hace a ellos necesariamente mejores.
La competencia se instala en un juego de objetivos individuales y no
colectivos.
Ya
en 1985 el eminente psiquiatra J. A. Vallejo Nájera anticipó al problema en
nuestro país (España) al escribir ‘Quien fue incapaz de encontrar alegría en
el aprendizaje de una profesión, es muy difícil que luego sepa disfrutar ejerciéndola.
Me ha impresionado comprobar que la mayoría de los españoles de hoy odian su trabajo’
[1]. Hoy, desgraciadamente, según el informe sobre El compromiso y el espacio de
trabajo global [2], España
ocupa las posiciones menos optimistas, sólo seguido por Francia, en las
variables de satisfacción y compromiso en el trabajo. El país que encabeza esta
lista es la India, que cuenta, desde hace dos décadas, a pesar de sus grandes
niveles de desigualdad poblacional, con un fuerte dinamismo personal y
empresarial. Según el mismo informe, nuestro país no es un caso especial, ya
que una tercera parte de los trabajadores de las 17 principales economías del
mundo muestran un análogo bajo grado de compromiso.
Actitudes que
mejoran el compromiso
Una
primera mejora que proponemos consiste en considerar
la actividad profesional como un objetivo a largo plazo y no un trabajo
puntual. Es una carrera que no se construye en un día, sino en una vida de
dedicación. Tiene objetivos, aprendizaje y la mentalidad de que nuestro
desarrollo profesional no se logra en un sprint, sino a lo largo de un maratón.
Algo parecido les ocurre a las plantas, que con un cultivo cuidadoso y
prolongado producen un jardín más vistoso.
En
segundo lugar, conviene contar también
con una mentalidad de crecimiento personal. En ella, las dificultades
(especialmente éstas) y los desafíos se contemplan como oportunidades de
desarrollo y de mejora. Las creencias limitantes ante los problemas nos atascan
y no hacen otra cosa que ofuscar nuestro pensamiento e impedirnos alcanzar
logros mayores. Las personas resueltas aprenden de los infortunios y salen
reforzadas de ellos.
En
tercer lugar y en la misma línea de pensamiento, conviene tener en cuenta que lo que motiva a las personas y hace que
tengan satisfacción en su espacio de trabajo es tener un proyecto, una ilusión,
reconocimiento. La realización y la satisfacción por el desempeño profesional
y por el logro construyen una motivación connatural y mejoran el rendimiento.
Esto genera optimismo y una actitud positiva es clave para aprovechar las
oportunidades que nos frece la vida. Según indica el cardiólogo V. Fúster, ‘Algunas personas no transmiten optimismo,
sino que además frenan sueños y proyectos ajenos’ [3]. ¿Es esto lo que
queremos?
Sobre el líder, el
compromiso y la excelencia
¿Y
qué decir del asunto tan de moda en los tiempos que corren del liderazgo? El
rol del líder solo es efectivo cuando éste consigue motivar a los colaboradores
que trabajan alrededor suyo. Como bien afirma Marshall Goldsmith, creador de la
metodología Stakeholder Centered Coaching de coaching ejecutivo, que Lyskam
utiliza ampliamente, ‘El liderazgo es un
deporte de contacto’; el liderazgo ya no es más para líderes. Claro,
Marshall se refiere al sentido en que hemos entendido este término hasta ahora.
El liderazgo actual debe entenderse como
‘trabajar con y a través de otros para conseguir objetivos’. Efectivamente,
y esto es una lacra de alcance global, debemos cambiar desde un modelo basado
en la autoridad de la jerarquía, el orden y el control, que genera una
motivación basada en la inseguridad, hacia otro basado en la cooperación para
el logro de resultados.
Usted,
líder de su equipo, mézclese con sus colaboradores, indague en sus inquietudes
y sus incertidumbres, ayúdeles a ‘metabolizarlas’, y con todo ello tendrá un
equipo más eficaz, y sobre todo más satisfecho. Si usted ya es un líder bueno, conviértase en excelente.
[1]
Juan Antonio Vallejo Nájera, Locos Egregios, Ed. Dossat, Madrid 1985, 16ª ed.,
pág. 13.
[2]
Steelcase, El compromiso y el espacio de trabajo global. Cómo mejorar el
rendimiento de personas, equipos y empresas, 2016.
[3]
Valentín Fúster, El círculo de la motivación, Planeta, Barcelona 2013, pág.
167.
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