Propietario de Mosqueira y Asociados.
Ex Profesor Titular de RRHH en la Universidad de La Matanza y ex Profesor Titular de Administración de Personal de la UBA.
Columnista permanente del diario La Nación.
Si sospecha de una
persona, no la contrate y si la contrata, no sospeche de ella. Proverbio chino.
Anónimo.
Los chinos poseen otras virtudes
menos visibles que una muralla de 7000 kilómetros, la invención de la pólvora o
las cadenas de supermercados. Hacen gala de sentido común, como lo demuestra
este antiguo proverbio, lo que da lugar a una duda epistemológica: si es que el
sentido común precede a los grandes emprendimientos o son éstos los que otorgan
una profunda y sencilla sabiduría.
Cuando traducimos el pensamiento
chino a los códigos de contratación de nuestro país, aparece una clara
diferencia. En los hechos, se manifiesta mediante un procedimiento muy
original, validado legalmente, que son los tres meses de prueba. ¿Por qué hay
que probar a alguien durante noventa días? Por si no anda es la respuesta
corriente. La costumbre esconde algunos supuestos de peso. El principal de
éstos es la desconfianza, tanto sobre uno mismo como sobre los otros.
Antes de un ingreso, la tendencia
es bucear intensamente en el postulante, en un recorrido que puede empezar por
su historia y continuar hasta la detección de alguna caries potencial en una
muela. Se despliegan así varios recursos, como evaluaciones psicológicas,
estudios ambientales, grafológicos, entrevistas individuales y grupales, más
todo lo que la imaginación y el marketing empresarial logran inventar.
Después de todas estas
precauciones -algunas, de dudosa eficacia-, soportadas estoicamente por el
sujeto que intenta conseguir un trabajo, se le comunica que quedan por delante
tres meses de prueba, por las dudas. ¿Qué dudas? La respuesta tiene varias
puntas. Una de ellas es la falta de confianza del jefe y de la organización
sobre sus decisiones respecto del género humano. Muy frecuentemente se deciden
inversiones millonarias con menos recaudos, pero la gente es otra cosa. (¡Hay
tantos farsantes dando vueltas por ahí!, aseguran.)
Por otro lado, los tradicionales
tres meses cuestionan la validez de los procedimientos previos, tan inseguros
que merecen una prolongada ratificación. Agreguemos, además, que hay posiciones
en las que noventa días es un período insuficiente para evaluar resultados;
esto sucede a menudo con los niveles gerenciales.
Por último, dos observaciones.
Una de ellas proveniente de la sabiduría popular, que dice escoba nueva barre
bien, lo que invalidaría el período de prueba. La otra es la negación de los
procesos de adaptación individuales, que tienen distintos ritmos.
No es necesario nacer en China
para comprender que el significado de estar a prueba es que todos son sujetos
sospechosos. El mejor futuro de cualquier empleado empieza por la confianza en
él, no al revés.
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