Por Guillermo Ceballos Serra
“La creatividad es la
inteligencia divirtiéndose”. Albert Einstein
Toda organización que buscar
crecer, debe necesariamente incrementar la productividad de sus recursos en
general y sus recursos humanos en particular. Como sabemos, las mejoras
de la productividad surgen de las reducciones de los costos o de los incrementos
del output de los procesos, básicamente, hacer más con menos o hacer más con el
mismo consumo de recursos.
Tradicionalmente, el camino para
lograrlo ha sido el benchmarking, es decir, tomar las mejores prácticas de
un sector o proceso para incorporarlas en el accionar diario de los procesos o
actividades que pretendemos mejorar.
Cabe agregar que cada práctica o proceso es un engranaje dentro de un sistema,
por lo que el mero traspaso de una organización a otra no garantiza el éxito.
Ahora bien, gracias a la
comunicación en cualquiera de sus formas, los sistemas y prácticas se difunden,
se esparcen por los mercados y pasan al conocimiento común de la actividad,
transformándose en modernos commodities, es decir, genéricos sin valor
diferenciador.
Por tanto, el valor diferencial, no surge esencialmente de afuera de la
organización, sino desde dentro de la misma, si se encuentra en su ADN.
Podemos verificarlo en la invitación de Steve Jobs en Apple: “Think different”,
no es un llamado al mercado o a sus clientes, en un desafío a la organización, a innovar, a cambiar paradigmas, a
pensar fuera de la caja. Allí está la fuente de la ventaja competitiva, ni más
ni menos que en la posibilidad de diferenciación.
La esencia de la cuestión radica
en saber: ¿cómo hacemos para que nuestra gente piense diferente? ¿Cómo hacemos
para que el abordaje a una tarea o a un problema no sea igual a como siempre lo
hemos hecho? ¿Imaginamos al menos siquiera una vez que las cosas
pueden hacerse de maneras no tradicionales?
La realidad indica que los paradigmas exitosos son aquellos que brindan
respuestas válidas, es decir, respuestas capaces de resolver problemas, por
esta sencilla causa se mantienen en el tiempo. El éxito les da vigencia. Pero
sabemos también, por la historia de las corporaciones, que no hay paradigmas perennes en el mundo de
los negocios, simplemente porque los mercados cambian, los usuarios, los
clientes, cambian. Cuanto más
compartidos son los paradigmas en una organización, mayor demostración que
todos comparten la misma “caja”. Por tanto los líderes que pretenden ser
efectivos, deben visualizar los cambios futuros y patrocinar los cambios de
paradigmas para hacer frente a las nuevas realidades.
Allí aparece el desafío a pensar
diferente, a mirar los temas desde distinto ángulo.
No todos son visionarios, la
mayoría simplemente administradores. Por cierto también, me surge la siguiente
pregunta: ¿Son las organizaciones responsables de la falta de desafíos a los
paradigmas vigentes?
Parte muy relevante de la función
de recursos humanos y de las organizaciones es la socialización de sus nuevos
miembros. Los programas de inducción / orientación a los nuevos empleados
consisten esencialmente, en la introducción al negocio y a la cultura de los
empleadores.
Se enseñan los hitos que han
llevado a la compañía a ser exitosa, como se operaron, quienes fueron los
lideres, su compromiso, su legado, que valores sostenían, que practicas
realizaban. En definitiva, “el modo como hacemos las cosas aquí”. En
definitiva se acelera el proceso de conocimiento de los paradigmas corporativos
para su aplicación inmediata. Esto no es ni más ni menos que la transmisión de
los paradigmas existentes,
aceptados, probados exitosamente para gestionar la organización.
Sin duda se genera una cuestión muy
interesante, a saber: Después de una
exhaustiva y minuciosa transmisión de paradigmas a respetar, ¿cómo se logra
instalar en los colaboradores una mentalidad rupturista o capaz de desafiar
paradigmas que se integre a la cultura corporativa?
En primer lugar entiendo que:
- El CEO debe fomentar nuevas formas de ver las cosas y desactivar los factores inhibitorios
- Adecuar los sistemas de premios para fomentar la innovación premiando los éxitos y los intentos razonables aunque no se concreten, porque sobre ellos se construirán los éxitos de mañana.
- Instalar la tolerancia al error y cesar con las cacerías de “culpables”.
- Promover la diversidad en las organizaciones, no como moda sino como necesidad.
Sólo de este modo se han obtenido logros impactantes en los distintos momentos de la historia, voluntad y pasión por construir conceptos novedosos, sano inconformismo, un futuro deseado y mejor y sin duda, no pueden faltar líderes intuitivos que tomen decisiones, aunque no cuenten con todos los datos duros que necesitarían.
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