Por Jeffrey Abrahams, Socio Fundador de Abrahams & Associates (Brasil) , miembro de Agilium Worldwide.
La guerra por el talento continúa y es cada vez más feroz debido a la globalización de la economía. Las empresas quieren un “homo sapiens transgénico”, casi biónico y poseedor de todas las habilidades necesarias para enfrentar los desafíos que tienen por delante y alcanzar los resultados soñados. Quieren, en un solo paquete, el líder modelo con altos niveles de habilidades cognitivas y alta dosis de conocimiento del área en la que deberá desempeñarse, además de excelentes conocimientos generalistas.
Asertividad y agresividad combinadas con un alto nivel de energía. Requieren en el ADN del profesional el poder de influencia para convencer a las áreas de staff de que desarrollen la base de soporte para los programas a ser implementados.
Por otro lado, necesitan también que este profesional biónico tenga el coraje de correr riesgos y mostrarse entrepreneur. Se le exige ser sociable y, lo más importante, un óptimo trato con los clientes y diplomacia en las reuniones con ejecutivos de otras empresas. Para completar el paquete de competencias del “homo sapiens transgénico”, se requiere un alto componente de resiliencia para sobreponerse de los obstáculos que vienen aparejados con los desafíos. A este combo de habilidades del ejecutivo, se suma la necesidad de tener una visión estratégica para poder vislumbrar los nuevos rumbos y anticipar los riesgos potenciales que puedan afectar al negocio.
Es decir, cambiar la ruta y quebrar paradigmas, sin romper paredes. Hacer más con menos. Pero todavía no hemos terminado con la lista de requisitos. También es altamente deseable que este producto humano tenga entre sus activos intelectuales un buen conocimiento del negocio, un MBA, inglés fluído e idealmente portugués. Y casi olvidaba lo más importante, que sepa trabajar en equipo. Sin lugar a dudas, es necesario un arsenal de competencias “zippeadas” en un Pentium humano digitalizado en todo sentido.
Sin embargo, ¿cuál es la probabilidad de encontrar a este genio ambulante suelto y dispuesto a ser atrapado por las empresas para encarar con energía los nuevos desafíos? Normalmente, un buen headhunter será capaz de encontrarlo. Pero a menudo quien lo requiere no está totalmente dispuesto a comprarlo. No por ser una prima donna, sino por ser realmente diferente y escaso. Sin embargo, hay empresas que saben muy bien cómo integrar talento a sus equipos, atraerlos y retenerlos. En estas corporaciones, el presidente y los directores invierten tiempo en la adquisición de su activo más noble e importante: la persona que marcará una diferencia.
En este contexto moderno, lo único que puedo afirmar con cierta certeza es que, para que ambas partes salgan ganando, la llamada inteligencia ejecutiva debe apoyarse en tres pilares básicos. El primero es la capacidad cognitiva de análisis y solución de problemas. Este pilar está representado por aquellos que logran filtrar lo esencial y focalizarse en lo que realmente tiene que ser realizado.
En segundo lugar, está la capacidad para trabajar a través de las personas, es decir tener las habilidades necesarias para formar equipos y relaciones que permitan avanzar y actuar. Saber resolver los conflictos sin romper los lazos de comunicación. El tercer pilar es el que considero como el más importante para lograr cualquier objetivo personal o corporativo: el autoconocimiento.
Es de vital importancia entender las propias necesidades, expectativas y debilidades e intentar corregir, o al menos mejorar, aquellos rasgos que puedan afectar a nosotros mismos o a los demás y aprender a adaptar el comportamiento frente a las distintas circunstancias. De esta manera, el profesional y la empresa que invierten en el autoconocimiento, disminuyen los riesgos de transformarse en máquinas generadoras de desgastes y logran alinearse en función del potencial de cada uno. Se vuelven corporaciones humanas, formadas por seres humanos que realmente marcan una diferencia.
No creo que exista un manual de instrucciones, salvo la eterna búsqueda de la alineación con uno mismo: sueños, competencias vitales, conocimiento, dedicación y oportunidades de acción para enfrentar las necesidades del mercado.
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