Por Guillermo Ceballos Serra
¿Te imaginas encontrar a la pareja de tu vida… y no comprometerte porque “querés ver si aparece alguien más para comparar”? Como si fueras la única opción en el "mercado"; como si la otra persona estuviera obligada a esperarte eternamente. Absurdo, ¿no?
Bueno… en selección pasa todos los días.
Tenemos al candidato ideal delante: competencias ajustadas, motivación alta, excelente fit cultural. Pero el proceso se detiene porque “mejor sigamos buscando más opciones para comparar”. Y mientras seguimos pescando en la misma pecera, el talento realmente valioso ya aceptó otra oferta. Ah me olvidaba: casualmente, el candidato también elige… y suele hacerlo bastante más rápido.
El resultado:
- Costos ocultos por mantener el puesto vacante.
- Retrasos operacionales que afectan al equipo.
- Percepción negativa del candidato sobre la agilidad y profesionalismo de la empresa.
- Y lo más grave: pérdida de talento que podría haber sido clave.
En selección, como en las relaciones, la perfección no existe. Lo que sí existe es la claridad de criterios, la capacidad de decisión a tiempo y el respeto por la experiencia del candidato.
Cuando encuentres a la persona correcta para el rol, no la dejes pasar mientras buscas una comparación que no necesitas.
El costo de esperar es siempre más alto que el de decidir.
