SEPTIEMBRE 2025

lunes, 15 de septiembre de 2025

ECONOMÍA SILVER Y LUEGO EL RETIRO: COMO PREPARARSE PARA LO QUE VENDRÁ

 


Por Ricardo Backer. Founder & Chairman de Backer & Partners.

Todas las personas, inevitablemente, tendrán que atravesar el proceso de trabajar hasta envejecer y vivir de sus ahorros. El problema está en cómo se hace para mejorar eso.

Se habla mucho de cambios, de adaptación, de transformación. Pero no siempre tenemos claro qué nos tocará vivir a cada uno. Lo que comparto aquí apunta sobre todo a quienes trabajan en empresas, aunque también alcanza, en parte, a los autónomos.

Primera transición: del empleo único a múltiples clientes

¿Qué significa trabajar en una empresa? Básicamente, ganarse la vida ofreciendo valor a un solo cliente: el empleador, ya sea un empresario o una sociedad. Cada mes, él pone dinero de su bolsillo para retribuir lo que aportamos. Y el día que perciba que ya no generamos valor, inevitablemente prescindirá de nosotros.

La primer transición es trabajar para ganarse la vida ofreciendo valor a un solo cliente.

Hoy, además, enfrentamos un escenario complejo: los sistemas jubilatorios están quebrados o en crisis, y pocos pueden vivir solo de su jubilación. A eso se suma que vivimos mucho más tiempo que antes. Si antes nos retirábamos cerca de los 60 —cuando la expectativa de vida estaba entre 70 y 80—, ahora debemos proyectar alguna década más sin un empleo formal. Ni los ahorros ni las jubilaciones alcanzan. Por lo tanto, la mayoría de las personas tiene previsto seguir trabajando. Esto es un cambio importantísimo que se ha ido dando.

Pero se seguirá trabajando ya no para una empresa, sino como independiente.

La primera gran transición, entonces, será doble: por un lado trabajar más años de lo originalmente previsto adaptando los planes a esto, y por el otro, dejar de trabajar para “un solo cliente” (la empresa) y comenzar a generar valor para varios clientes. Puede ser ofreciendo servicios, abriendo un negocio o desarrollando alguna otra actividad.

La ventaja: ya no depender de un solo empleador.

La desventaja: tener que salir a buscar clientes, transformarse en “comercial” de lo propio.

Este cambio es trascendente. La empresa brinda seguridad, ingresos estables (mientras duran) y beneficios. La vida fuera de ella exige más esfuerzo en conseguir ingresos, aunque también nos libera de las luchas internas de la organización. El desafío es decidir cuál será la nueva actividad. Esto genera ansiedad y cuanto mejor se planifica, mejor será. Hay un proceso a seguir que pasa por conocerse a uno mismo, identificar lo que sabemos hacer bien y lo que disfrutamos, y entender el mercado al que podemos aportar valor. Para quienes nunca se sintieron vendedores, este camino puede ser un esfuerzo importante.

Una vez elegido, resulta hoy en día que rara vez es algo estático: el mercado cambia vertiginosamente y por eso, más allá de la decisión inicial, para seguir siendo atractivos, debemos estudiar, actualizarnos y estar en movimiento. Lejos de aquella imagen tranquila que muchos proyectábamos sobre la vida después del mundo corporativo.

En este trayecto, como en todo desafío grande, conviene no estar solos: apoyarnos en amigos, colegas o mentores puede hacer toda la diferencia.

Segunda transición: del trabajo a la vida sin trabajo

Después de varios años en esta dinámica, llega la segunda transicióndejar de trabajar definitivamente y vivir de los ahorros y la jubilación. Es otro cambio fuerte, pero por razones opuestas: aparece la falta de desafíos, un posible golpe a la autoestima, la sensación de ya no ser tan relevantes. Damos paso a las nuevas generaciones, que llevan el ritmo, y quizás nos encontramos con menos atención de quienes están ocupados con sus propias vidas.

La segunda transición es dejar de trabajar definitivamente y vivir de los ahorros y la jubilación.

A eso pueden sumarse situaciones de salud, y la sensación de vacío o soledad. Es aquí donde cobra enorme valor contar con un grupo de amigos con quienes compartir, aprender y sostenernos mutuamente. Porque a veces descubrimos que, por haber estado tan ocupados antes, no cultivamos tantas amistades; y los hijos, a su vez, están en su etapa de mayor actividad y no siempre pueden llenar esos espacios.

Por eso, la invitación es a ser proactivos: desarrollar grupos de afinidad, ampliar círculos, sumar personas que nos complementen más allá de los íntimos de siempre.

En definitiva

Todos, de una manera u otra, atravesaremos estas transiciones. Si tomamos conciencia hoy de lo que implican, podremos prepararnos mejor, evitar sorpresas y aprovechar lo bueno que cada etapa ofrece. Porque la vida, al final, es eso: una sucesión de etapas que, si sabemos transitar, nos permitirán disfrutar todo lo maravilloso que aún tienen para ofrecernos.

 

Publicado originalmente en Ámbito Financiero el 9 de septiembre de 2025.

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