FEBRERO 2024

sábado, 30 de septiembre de 2017

¿QUÉ APRENDIMOS DEL FUTURO?



Por Guillermo Ceballos Serra

El ser humano es el único ser del reino animal temporalmente tridimensional.  Los animales tienen conciencia de presente y memoria del pasado. El hombre tiene además expectativa de futuro. 
Cuando estamos pendientes del futuro, al tiempo observamos que se convierte en presente y casi inmediatamente en pasado. Esto significa que hemos enfrentado el futuro muchas veces en nuestras vidas y que cuando se convierte en pasado podemos tomar lecciones de lo ocurrido, de lo que esperábamos y de lo realmente sucedido.

Imaginemos el gran hito que significaba el año 2000, que jamás se tornaba en presente  y  que una vez acontecido se aceleró dramáticamente al punto que ya casi estamos llegando a la segunda década del siglo. El Y2K llegó repleto de  expectativas y  muchas aún permanecen incumplidas.

El mundo aceleró exponencialmente. En un  mundo estático los ancianos eran los más sabios, por el simple paso del tiempo, sabían más, solo por permanecer. El mundo era estático y el futuro inexistente. Luego, cambió, paulatinamente, lentamente, gradualmente… exponencialmente.

Nos formamos para un mundo en blanco y negro, porque no había grises. Hoy quienes cursan primer grado de la escuela primaria se retirarán del mundo laboral alrededor del año 2080. No sabemos como será el mundo en un año, ¿cómo educaremos y formaremos a nuestros niños?

Estamos transitando una época de pensamiento de frontera. Una frontera entre la era “analógica” y la era digital. Entre presente y futuro. Convivencia de modelos. Lo que conocemos y lo que intuimos. Vamos y venimos, nos maravillamos y nos asustamos. Disfrutamos la tecnología, la hiperconectividad,  pero… ¿qué pasará con el empleo? ¿Nos reemplazará un robot? ¿Seremos obsoletos próximamente?

Sin embargo, ya experimentamos el futuro muchas veces. Innumerables cambios, inventos e innovaciones y la humanidad supo como salir adelante. ¿Por qué ahora sería diferente? Aprendimos del futuro. Este aprendizaje me recuerda cada vez más, cuando se habla de digitalización, tanto como a principios de los noventa se hablaba de la globalización. La globalización es una realidad pero no tanto como se pensó que sería, en muchos aspectos fue atenuada, mejorada, contradicha, el Brexit, Cataluña, los nacionalismos…Es también un pensamiento de frontera, idas y vueltas del pasado al futuro.

Si analizamos los datos disponibles, según la International Federation of Robotics, hay 1,3 millones de robots industriales en las fábricas del mundo, de los cuales hay 27700 en América Latina y el Caribe (Mexico14000, Brasil 10000). Por lo cual en América Latina estamos en la edad de piedra en materia de robotización. Otro dato interesante, 75% de los robots esconcentrado en Corea del Sur, Alemania, Japón, Suecia y Singapur (mayor densidad de robots por obrero industrial). Atendiendo  ahora  al desempleo: Corea del Sur: 3,6% (ago. 2017),  Alemania: 3.7 % (jul. 17), Japón: 2,8% (jul. 2017). Si bien un solo indicador no nos permite analizar una economía, no deja de ser llamativo que los países más robotizados, cuentan con los menores índices de desempleo.

Otra lección aprendida,  es el concepto de destrucción creativa del empleo. En efecto, Joseph Schumpeter, decía hace tiempo que la destrucción creativa  es el proceso de transformación que acompaña a la innovación. La innovación es la introducción de una nueva función de producción. (Capitalismo, socialismo y democracia (1942).

Corroborando lo anterior, International Federation of Robotics, sostiene que existe un efecto multiplicador: se crean 4 empleos por cada nuevo empleo tecnológico. Por tanto el tema es, como siempre lo ha sido, ¿cómo gerenciar las transiciones? ¿Quiénes se ocuparán de los que se vean afectados por los cambios? ¿Qué quedará para los que no puedan recrearse? ¿La asignación universal?

Gobiernos, empresas, sindicatos, universidades, tendrán que aportar su contribución. Aceptar la innovación, con todas sus ventajas no será gratis, pero no podemos tan conservadores como para querer permanecer en el siglo XX.

Por tanto, el futuro no es tan tenebroso en materia de empleo como algunos estudios parecen plantear, ya aprendimos la lección, ahora trabajo continuo para gestionar transiciones. ¿El futuro será una sucesión dinámica de transiciones?

Por último, algunas conclusiones:
  • La capacidad creadora del ser humano tiene y tendrá nuevos ámbitos donde desplegarse
  • El cambio tecnológico será lo que la humanidad quiera que sea
  • Esencialmente será el fruto de las acciones deliberadas de los actores políticos, empresariales y sociales
  • Las mayores oportunidades de crecimiento están donde somos más débiles
  • La transición hacia la creación de nuevos empleos tendrá espontaneidad pero se necesitarán también acuerdos político sociales estratégicos
En el camino, nuestra función, deberá mantener su apertura mental, para no ser un inhibidor del cambio, sino para asumirlo y promoverlo, pero sin tirar gente por la ventana, colaborando en las transiciones en el ámbito empresario. Tengamos presente, que como dijo Gabriel García Márquez, "La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir”.

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