Por Guillermo
Ceballos Serra
El ser humano es el único ser del
reino animal temporalmente tridimensional. Los animales tienen conciencia de presente y
memoria del pasado. El hombre tiene además expectativa de futuro.
Cuando estamos pendientes del
futuro, al tiempo observamos que se convierte en presente y casi inmediatamente
en pasado. Esto significa que hemos enfrentado el futuro muchas veces en
nuestras vidas y que cuando se convierte en pasado podemos tomar lecciones de
lo ocurrido, de lo que esperábamos y de lo realmente sucedido.
Imaginemos el gran hito que
significaba el año 2000, que jamás se tornaba en presente y que
una vez acontecido se aceleró dramáticamente al punto que ya casi estamos
llegando a la segunda década del siglo. El Y2K llegó repleto de expectativas y muchas aún permanecen incumplidas.
El mundo aceleró exponencialmente.
En un mundo estático los ancianos eran
los más sabios, por el simple paso del tiempo, sabían más, solo por permanecer.
El mundo era estático y el futuro inexistente. Luego, cambió, paulatinamente,
lentamente, gradualmente… exponencialmente.
Nos formamos para un mundo en
blanco y negro, porque no había grises. Hoy quienes cursan primer grado de la
escuela primaria se retirarán del mundo laboral alrededor del año 2080. No
sabemos como será el mundo en un año, ¿cómo educaremos y formaremos a nuestros
niños?
Estamos transitando una época de
pensamiento de frontera. Una frontera entre la era “analógica” y la era digital.
Entre presente y futuro. Convivencia de modelos. Lo que conocemos y lo que
intuimos. Vamos y venimos, nos maravillamos y nos asustamos. Disfrutamos la tecnología, la
hiperconectividad, pero… ¿qué pasará con
el empleo? ¿Nos reemplazará un robot? ¿Seremos obsoletos próximamente?
Sin embargo, ya experimentamos el
futuro muchas veces. Innumerables cambios, inventos e innovaciones y la
humanidad supo como salir adelante. ¿Por qué ahora sería diferente? Aprendimos
del futuro. Este aprendizaje me recuerda cada vez más, cuando se habla de
digitalización, tanto como a principios de los noventa se hablaba de la
globalización. La globalización es una realidad pero no tanto como se pensó que
sería, en muchos aspectos fue atenuada, mejorada, contradicha, el Brexit, Cataluña,
los nacionalismos…Es también un pensamiento de frontera, idas y vueltas del
pasado al futuro.
Si analizamos los datos
disponibles, según la International
Federation of Robotics, hay 1,3 millones de robots industriales en las
fábricas del mundo, de los cuales hay 27700 en América Latina y el
Caribe (Mexico14000, Brasil 10000). Por lo cual en América Latina estamos en la
edad de piedra en materia de robotización. Otro dato interesante, 75% de los robots está concentrado
en Corea del Sur, Alemania, Japón, Suecia y Singapur (mayor densidad de robots
por obrero industrial). Atendiendo ahora
al desempleo: Corea del Sur: 3,6% (ago.
2017), Alemania: 3.7 % (jul.
17), Japón: 2,8% (jul. 2017). Si bien un solo indicador no nos permite analizar
una economía, no deja de ser llamativo que los países más robotizados, cuentan
con los menores índices de desempleo.
Otra lección aprendida, es el concepto de destrucción creativa del empleo. En efecto, Joseph Schumpeter,
decía hace tiempo que la destrucción creativa es el proceso de transformación que acompaña a
la innovación. La innovación es la introducción de una nueva función de
producción. (Capitalismo, socialismo y democracia (1942).
Corroborando lo anterior, International Federation of Robotics,
sostiene que existe un efecto
multiplicador: se crean 4 empleos por cada nuevo empleo tecnológico. Por tanto el tema es, como siempre lo ha
sido, ¿cómo gerenciar las transiciones? ¿Quiénes se ocuparán de los que se vean
afectados por los cambios? ¿Qué quedará para los que no puedan recrearse? ¿La asignación
universal?
Gobiernos, empresas, sindicatos,
universidades, tendrán que aportar su contribución. Aceptar la innovación, con
todas sus ventajas no será gratis, pero no
podemos tan conservadores como para querer permanecer en el siglo XX.
Por tanto, el futuro no es tan
tenebroso en materia de empleo como algunos estudios parecen plantear, ya
aprendimos la lección, ahora trabajo continuo para gestionar transiciones. ¿El futuro será una sucesión dinámica de
transiciones?
Por último, algunas conclusiones:
- La capacidad creadora del ser humano tiene y tendrá nuevos ámbitos donde desplegarse
- El cambio tecnológico será lo que la humanidad quiera que sea
- Esencialmente será el fruto de las acciones deliberadas de los actores políticos, empresariales y sociales
- Las mayores oportunidades de crecimiento están donde somos más débiles
- La transición hacia la creación de nuevos empleos tendrá espontaneidad pero se necesitarán también acuerdos político sociales estratégicos
En el camino, nuestra función,
deberá mantener su apertura mental, para no ser un inhibidor del cambio, sino
para asumirlo y promoverlo, pero sin tirar gente por la ventana, colaborando en
las transiciones en el ámbito empresario. Tengamos presente, que como dijo
Gabriel García Márquez, "La vida no
es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir”.