Por Guillermo Ceballos Serra
Siempre que hablo sobre remuneraciones con mis alumnos, tanto de las maestrías o como de la universidad, comienzo con una simple pregunta: ¿Esta Ud. conforme con su salario actual?
En esta pequeña encuesta, recibo invariablemente año tras año, un NO como respuesta de parte de no menos del 95% de los encuestados. La siguiente pregunta (que no formulo) podría ser: ¿por qué gente razonable que se desempeña en compañías serias, con departamentos de remuneraciones con ejecutivos razonables, logra semejante porcentaje de rechazo?
Para comenzar a analizar el tema, me remonto al texto bíblico sobre una parábola de Jesús a sus discípulos en Mateo 20, 1 – 16:
“El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido. Ellos fueron. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar? Le respondieron: Nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a mi viña. Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:
Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos?
¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos”.
Me apresuro a decir que no pretendo hacer un analisis del Nuevo Testamento, simplemente usar la parábola como disparador. La pregunta que surge es porqué un texto con 2000 años de antigüedad, que despertaba tamaña polémica en sus días, continua generando el mismo acalorado debate entre jóvenes estudiantes y ejecutivos de hoy, al preguntar: ¿quienes y porque están de acuerdo o en desacuerdo con el proceder del empleador?.
Entiendo que la cuestión de la remuneración, más allá de las técnicas y encuestas, nos plantea el problema de la remuneración justa. Por lo que la primera conclusión que surge es que definitivamente estamos frente a un tema controversial, capaz de generar polémica a través de los siglos.
Cuando analizamos el tema desde una perspectiva económica, observamos que el salario es la retribución del trabajo. Ahora bien, la valoración del trabajo ha variado de un extremo a otro en la historia humana. Desde el mandato bíblico “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, (castigo) hasta “la dignidad del trabajador”; concluimos que el salario o no ha remunerado el trabajo (esclavitud) o ha remunerado un concepto de trabajo dinámico cuyo valoración ha evolucionado a lo largo de la historia. Por lo que, si la valoración del trabajo ha variado, la valoración de remuneración justa también y por ende más controversia al analizar la cuestión.
¿Cómo podríamos definir una remuneración justa? ¿Desde una perspectiva de mercado? (Competitividad), ¿desde una perspectiva de justicia? (equidad interna), ¿desde una perspectiva moral (necesidad – salario mínimo, vital y móvil)?
En mi opinión la “remuneración justa” es un concepto cultural, relacionado en el tiempo y el espacio, analizado y vivenciado desde experiencias personales. Tenemos una visión intuitiva e inmediata de lo justo, racionalizado, expuesto y sustentado con posterioridad en base a valores jurídicos, económicos, sociales y morales.
Volviendo al texto bíblico, Mateo 20 (1- 16), valora/honra el compromiso y la palabra empeñada. No valora funciones, calidad, productividad, competitividad, necesidad, desempeño, etc., etc.
Pareciera existir consenso en que a mayor responsabilidad corresponde una mayor remuneración, pero este consenso no llega mucho más allá. Cuando nos planteamos ¿“cuánto mayor debe ser la remuneración”?, empiezan nuevamente las diferencias de criterio.
Por otra parte, observamos también, que quienes están conformes con su remuneración al poco tiempo dejan de estarlo aun en economías estables. Es natural que ello ocurra, puesto que está en la naturaleza humana, la autoestima, la necesidad de superación y tal como lo explicaba con claridad A. Maslow, las necesidades, una vez satisfechas, dejan lugar a otras más sofisticadas, donde muchas de ellas requieren mayor remuneración. Todas las encuestas de clima reflejan el tema de la remuneración como capítulo a mejorar.
En síntesis, estamos frente a un tema controversial, sensible y conflictivo. Lo es por naturaleza. De equilibrios inestables y en economías inestables casi fugaces. Las organizaciones no tratan con gente conflictiva o desagradecida, sino simplemente con gente que tiene apreciaciones diferentes y expectativas crecientes, nada más humano; por lo que los ejecutivos de recursos humanos y en especial los de remuneraciones, deben adquirir crecientes niveles de profesionalismo para estar en condiciones de contener estas expectativas y ser capaces de generar confianza en las personas; para que al exponer las respuestas técnicas requeridas, la gente encuentre respeto y confíe en lo que le dicen, aunque a veces no sean las respuestas esperadas.
Nota: Articulo inspirado en "La retribucion justa" de Carlos Alberto Gil Ravelo. Recursos Humanos en la Argentina Tomo III (Artículos publicados en Vínculos entre octubre 2001 y septiembre 2002).
Nota: Articulo inspirado en "La retribucion justa" de Carlos Alberto Gil Ravelo. Recursos Humanos en la Argentina Tomo III (Artículos publicados en Vínculos entre octubre 2001 y septiembre 2002).
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