Por Fabiana Gadow, Partner at InGrow Consulting
A medida que las organizaciones enfrentan más
demandas de innovar, mayor competencia, más incertidumbres, ambigüedades y
complejidades en la gestión de los negocios, los clientes y de los talentos,
comienzan a necesitarse nuevas capacidades de liderazgo, y aún cuando se
percibe el aporte que tienen las líderes mujeres en posiciones
decisorias, mucho queda por recorrer.
¿Algunos datos?
Hasta los años ´60 los hombres y
las mujeres recibieron distintas señales de lo que se esperaba de cada uno. De
las mujeres, que fueran esposas, madres, voluntarias en la comunidad, maestras,
emocionales, afectivas y vulnerables. Sus habilidades se centraban en cooperar,
ofrecer respaldo, comprender y servir a los demás. De los varones que fueran
competitivos, fuertes, decisores, proveedores y que mantuvieran el control.
Estas expectativas operaron en la construcción de modelos predominantes y
explican alguna de las diferencias que todavía hoy podemos encontrar.
Abordar la problemática del
acceso de las mujeres a cargos directivos, y su potencial a futuro, requiere ir
un paso atrás: a la educación. Según estadísticas del Foro Económico Mundial en
América Latina un tercio más de mujeres que hombres completan su educación
universitaria. Sin embargo, se exhibe una participación baja en los niveles de
posgrado. Un estudio realizado por el diario El Economista sobre programas de
MBA en los Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, indica que las mujeres
representan menos del 30% de las graduadas.
La representatividad femenina en
puestos directivos crece pero lentamente. Según la investigación del 2016 del
International Business Review (IBR), encuesta de Grant Thornton aplicada a
5.520 empresas en 36 economías del mundo, en Latinoamérica el 18% de los
puestos de alta dirección está en manos de mujeres. Esto baja
significativamente cuando se trata de Consejos de Administración, Directorios o
roles de CEO. En Argentina de hecho, sólo el 4% de las empresas están dirigidas
por mujeres.
En lo que hace a la dimensión
económica, una investigación realizada por la consultora Nielsen muestra el
control que las mujeres vienen logrando sobre la decisión de los gastos.
Invertir en ellas genera aumento de ventas, mercados expandidos, mayor
innovación, mejor gestión de talento. Controlan U$20 billones del gasto total
de los consumidores e influencian el 80% de decisiones de compra a nivel
mundial (Deloitte).
El tema está instalado: las
empresas vienen tomando consciencia de que la diversidad de género debe estar
en la agenda de los negocios.
Desafíos y Obstáculos
1. Las demandas de la vida familiar imponen un mayor desafío a las mujeres dado que continúan siendo el centro de la misma.
2. La modalidad de trabajo instalada de disponibilidad absoluta: “en cualquier momento y en cualquier lugar”.
3. Estereotipos: si se muestra sensible es considerada “débil”, si es muy asertiva se la ve como “masculina”.
4. Mitos instalados: se piensa que les falta espíritu competitivo, que ceden fácilmente, que no saben negociar con firmeza.
5. Algunos obstáculos son autoimpuestos: ej. querer controlar todo lo doméstico y familiar (“nadie lo hace como yo”), subestimación en algunos casos de sus propias contribuciones al negocio.
6. La escasez de roles femeninos para imitar, la dificultad para encontrar mentores, y la menor experiencia histórica en posiciones directivas.
¿Oportunidades?
1. Paulatina ruptura de la tendencia de sus elecciones vocacionales resultantes de la masculinización o feminización de algunas carreras.
2. Impacto potencial en la carrera profesional de la maternidad como momento vital indelegable.
3. Definición de estrategias para compatibilizar la vida familiar, el vínculo con los hijos y otros intereses.
4. Búsqueda de una real independencia y autonomía personal a través de la educación y de alcanzar puestos que le permitan contar con ingresos propios y suficientes.
5. Efecto que puede tener en las relaciones de pareja que la mujer asuma posiciones de liderazgo de más poder e ingreso económico que el hombre.
7. Nuevos espacios de poder público-político que se les abren, con los consecuentes efectos de exposición, riesgo, reputación, entre otros y su decisión de asumirlos.
El rebote de los cambios
laborales y sociales que vive la mujer cuestiona el paradigma masculino
clásico, y esto es un desafío en sí mismo. Emerge un nuevo tipo de hombre, cuya
seguridad no está en pugna con lo emocional. Aparecen otros patrones: se
expresan más en lo afectivo, se ocupan de lo doméstico, pueden delegar en su
pareja decisiones de inversión, son padres dedicados a aspectos diarios de los
hijos (escolares, médicos, cuidado).
¿Qué se puede hacer?
El abordaje de esta temática requiere
un trabajo integral multi-sector. Organismos públicos, ONGs, Empresas,
Instituciones educativas tienen una rol clave para implementar políticas y
prácticas efectivas y sustentables. Pero más allá de esto no puede desconocerse
que las mujeres y hombres, individual y colectivamente, son protagonistas
cuestionando los estereotipos instalados y cambiando comportamientos y su
estilo social, de trabajo y de vida familiar.
A futuro…las mujeres líderes
tienen un rol clave hacia las nuevas generaciones
El proceso está en marcha. Las
actuales líderes femeninas tienen en sus manos una gran responsabilidad. Han
luchado durante décadas, han alcanzado metas y logrado espacios. La solidaridad
es fundamental para ayudar a las jóvenes a que al menos los obstáculos que
surjan sean otros y sepan cómo sortear los ya conocidos. Como modelos, como
mentoras o simplemente como mujeres visibles, pueden hacer una diferencia en la
construcción de una sociedad más diversa e inclusiva.
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